La educación sentimental (las pérdidas afectivas) de Félicité en “Un corazón sencillo”, de Gustave Flaubert

De Wikimpace
Saltar a: navegación, buscar
La Educación Sentimental de Gustave Flaubert.

Criterios de corrección

Haciendo un guiño a una de las grandes novelas flaubertianas, La educación sentimental, el alumno tratará de indagar en la intimidad de Felicidad a fin de comprender cómo se configura su educación sentimental, a través de las numerosas pérdidas afectivas que jalonan su biografía, que la van apartando de este mundo y acercándola al otro en un camino paulatino de desprendimiento terrenal: su novio Teodoro, su sobrino Víctor, Virginia, Lulú, Pablo y Mme. Aubain.

Las pérdidas afectivas de Félicité en "Un corazón sencillo" como educación sentimental de la protagonista

Félicité y el loro de Un corazón Simple.

Félicité vivirá toda su vida condicionada por la historia de su infancia, la desgracia que sufre ya desde una edad temprana al quedar huérfana, debido a que su padre había muerto al caer de un andamio y más tarde murió su madre (aunque el libro no especifica cómo). Sus hermanas se dispersaron y pierde todo el contacto con su familia hasta muchos años más tarde, cuando se reencuentra con su sobrino Víctor. Así podemos decir que Félicité pasa su niñez y juventud prácticamente sola.

Esa soledad en que vive se verá compensada en un momento de sus años mozos por un amor, en principio correspondido, por Teodoro. Un joven acomodado que conoció en una verbena. En realidad no se sabe si éste en verdad la amaba, pero todas sus confesiones hacían que Félicité se enamorase más de él y el hecho de que ella se resistiera a yacer con él despertó también en Teodoro cierto interés. Pero ese interés se verá pronto frustrado por el miedo a ser llamado a enrolarse en el ejército, para el servicio militar obligatorio; así, por el materialismo en que vivía el joven, se casó por interés con una viuda ria, dejándo abandonada a nuestra protagonista, Félicité. Para librarse del servicio, Teodoro se casa con una vieja viuda muy rica, la señora Lehoussais, de Toucques.

Félicité queda destrozada por este abandono y desengaño, de tal forma que creará un escudo en su interior para no volver a pasar por ello otra vez. Aún así, albergará de nuevo sentimientos hacia un hombre, uno de los soldados polacos que se refugiaban en Francia y que ella cuidaba en casa de su ama. El polaco llegó incluso a proponerle matrimonio, pero finalmente no ocurrió nada, puesto que tienen una discusión y el soldado se marcha de vuelta a su país.

Otro amor que sentirá Félicité será hacia los hijos de su señora. Un amor que se podría entender como un instinto maternal frustrado: al no haber tenido esposo, ella no pudo formar su propia familia ni tener sus propio hijos; por tanto, esa falta hace que vuelque toda su atención en Pablo y Virginia desde el momento en que entró a trabajar en la casa de la señora Aubain. Tras el abandono de Teodoro y las tristes historias que había vivido anteriorente, los niños le parecieron adorables desde el primer momento.

Félicité se encargó de cuidarlos y también de darles el cariño que no recibían de su madre, pues eran educados con frialdad, según las normas de la clase a la que pertenecían, lo que hace que la protagonista estreche aún más los lazos con los niños.

Mientras los cuidaba, Félicité aprendió algunas cosas con ellos, pues ella no tuvo ningún tipo de educación en su niñez, tales como las explicaciones que Pablo le daba sobre las láminas que ellos estudiaban, así como el catecismo, a base de acompañar a Virginia a la iglesia. Al no haber podido pasar por todo ese proceso siendo niña lo vive al mismo tiempo que Virginia, haciendo que el lazo entre ellas se haga más fuerte.

Cuando la señora Aubain decide internar a Pablo, Félicité sentirá con gran pesar y tristeza la pérdida, pues ya no se verá envuelta en sus alborotos. Recibirá un duro golpe cuando la señora Aubain también decide enviar a un internado a Virginia; como la pérdida era muy importante para ella, en un primer momento se atrevió incluso a criticar la decisión de su ama de mandarla allí:

  "Félicité suspiraba, comprobando la insensibilidad de la señora. Después pensó que
tal vez su ama tenía razón. Estas cosas sobrepasaban su capacidad."

Un día tras la marcha de Virginia, Félicité se encontró con una de sus hermanas en unos de los viajes a Trouville donde conocerá a su sobrino Víctor, a quien coge mucho cariño desde el primer momento. Para distraerse pidió permiso para recibir las visitas del niño, y de alguna manera sustituir esa marcha de Pablo y Virginia por el nuevo sentimiento hacia Víctor.

Víctor fue obligado por sus padres a enrolarse y Félicité pierde de alguna manera a su sobrino, puesto que solo iba a verla cuando volvía de sus viajes. Más adelante, Víctor tiene que partir a América y Félicité no consigue despedirse de su sobrino.

Tras no tener noticias de él, a Félicité le llega una carta en la que se le comunica que el joven está muerto. El golpe fue tan duro para Félicité que no quiso volver a tener ningún trato con su familia, pues los culpaba a ellos de la muerte de su sobrino. Así, volverá a perder todo tipo de lazos con los de su misma sangre.

Poco tiempo después recibió otro golpe igual de fuerte, Virginia cayó muy enferma y en muy poco tiempo falleció. Cuando ella llega al internado, Virginia ya está muerta pero ello no le impedirá separarse de su lado hasta que vuelvan a casa, donde la enterrarán. Cuida de la niña y la limpia como si aún estuviese viva y reza por ella. Para saber que siempre tendrá a Virginia a su lado, Félicité corta un mechón de su pelo y lo guarda en su pecho, de forma que vuelve a aparecer el instinto maternal.

Tras las muertes de los niños, y sobre todo de la de Virginia, Félicité y la señora Aubain se igualarán por el dolor que ambas sienten. La señora Aubain siempre se rigió por su materialismo y por las normas sociales de compostura y distancia, tanto con sus hijos como con su sirvienta. Pero toda esa frialdad se ve rota por la pérdida de su hija, lo que igualará a ama y criada y hará que el respeto de Félicité por su ama crezca mucho más:

  "Sus ojos se cruzaron mutuamente y se les llenaron de lágrimas; por fin el ama abrió
sus brazos, la sirvienta se echó en ellos; y se estrecharon, calmando su dolor en un
beso que las igualaba."

Félicité sufre también en gran medida con la muerte de su ama, puesto que piensa que los amos nunca deberían morir antes que sus criados, debido a la relación que mantenían tras la muerte de Virginia. Por ello, cuando ella misma cae enferma, al saber que tiene la misma enfermedad que su ama, neumonía, se siente satisfecha por seguir el mismo camino que había llevado su señora.

Estando aún en vida su ama, Félicité recibe de ella un loro como regalo. Se lo dará a su criada porque la señora Aubain no lo tenia en gran estima y porque conoce el cariño que ella tiene hacia el animal, puesto que evoca en ella el recuerdo de su sobrino Víctor, al saber que el loro venía de América. Félicité desarrollará hacia este loro un amor superior a todo lo que conoce y se convertirá para ella en lo más importante. Incluso le enseñará a hablar y así poder conversar con él. El loro Loulou se convertirá en lo único que existe y que es importante para ella:

 "Loulou, en su aislamiento, era casi un hijo, un enamorado." 

Por eso cuando desaparezca por un descuido suyo, hará lo imposible por encontrarlo. Cuando el loro muere, sufre tanto por la pérdida del pájaro que su ama hace que lo disequen, de forma que el loro esté siempre con ella. Félicité esperará durante mucho tiempo que Loulou le sea devuelto, llegando a pensar hasta que lo ha perdido para siempre, y cuando lo recupere lo instalará en su habitación donde creará un lugar de culto en torno a él, llegando casi a la idolatría en su pasión por aquel animal.

Finalmente, podemos concretar que la protagonista vive casi en una constante desgracia. Puesto que todas las personas e incluso animales que ha amado han terminado muertos o, como en el caso de Pablo, olvidándose de ella. Pero todo eso no hace que Félicité deje de ser bondadosa, compasiva y amable, y por tanto siga teniendo un corazón simple.

Bibliografía, webgrafía

  • CALERO HERAS, José: Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, tema 8, pp. 151-162.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (diciembre 2014): marzap.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.