Los temas trágicos

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   “Creo que la fatal decisión fue tomada poco después de las diez de la noche del 18 de agosto,
y con todas las aprobaciones oficiales necesarias de la suprema autoridad nacionalista de Andalucía.
Uno de los íntimos del gobernador, un tal Germán Fernández Ramos, quien antes de la sublevación
jugaba a las cartas habitualmente con Valdés, contó a un amigo íntimo suyo, antes de morir, cómo
se había dado la orden de matar a Lorca. Valdés tenía una radio en el Gobierno Civil y todas
las noches entraba en contacto con su inmediato superior, el general Queipo de Llano, después
de la habitual arenga de éste por los micrófonos de Radio Sevilla. Valdés no sabía
qué hacer con Lorca y una noche -creo que la del 18 de agosto- le informó a Queipo que había
sido detenido el poeta. «¿Qué hago con él? -le preguntó -. Está aquí desde hace dos días.»
Queipo le contestó: «Dale café, mucho café.» Frase habitual que significaba «quitárselo
de en medio cuanto antes». (Ian Gibson)

Criterios de corrección específicos (Universidad de Zaragoza)

Para hablar de los temas trágicos en el Romancero gitano, hay que referirse a esa asociación entre fatalidad y muerte que nutre el conjunto del poemario lorquiano, y que el poeta asocia con la imagen del pueblo gitano. A esa visión trágica apuntan muchas imágenes de los poemas lorquianos:

  • muchas veces, el propio nombre del protagonista, como por ejemplo el Amargo que aparece en el "Romance del emplazado" del Romancero gitano y en "Diálogo del Amargo" de Poema del cante jondo (1931);
  • también la radical soledad de los personajes, como el aludido Amargo, símbolo del aislamiento y la marginación de todo su pueblo;
  • el cabalgar sonámbulo en medio de la noche de los personajes, en medio de numerosas imágenes oníricas que desvelan el horror y la desesperanza en que los gitanos viven sumidos;
  • la violencia implícita de las muertes gitanas, que suelen ocurrir «de noche, en lo oscuro», como si dijéramos "con nocturnidad y alevosía";
  • el paso inexorable del tiempo, que conduce a los personajes a su destino fatal;
  • la «soledad con descanso» de los cadáveres como único medio de liberar la angustia gitana.

El del pueblo gitano es un destino trágico, tejido sobre la tristeza y la frustración, el dolor y la violencia. La presencia constante de la muerte impone, en definitiva, la destrucción individual y colectiva de la estirpe. Lorca sentía cercano al suyo el destino de los gitanos y no se equivocaba: en 1936 fue una de las primeras víctimas de la guerra (in-)civil.

Los temas trágicos en el Romancero gitano, de Federico García Lorca

"No lloro de poesía, / que lloro de verdad" (Federico García Lorca, 31 de marzo de 1918).

En el Romancero gitano (1928), Federico García Lorca unió la tradición poética de los romances (versos octosílabos, rimas asonantes…) con hechos protagonizados por gitanos, cultura que Lorca veía como mágica y poseedora de elementos irracionales. Esta irracionalidad es uno de los elementos característicos de la Generación del 27, grupo poético al que Lorca perteneció; un grupo que había incorporado las tendencias vanguardistas (como el surrealismo) a la poesía española, creando un lenguaje metafórico más libre y atrevido que el de movimientos artísticos anteriores.

El Romancero gitano se publicó en la Revista de Occidente en Madrid, en 1928. En ese año, Ernesto Giménez Caballero entrevistaba a Federico García Lorca y le preguntaba sobre su identificación con la cultura gitana:

   "— Dime más datos para tu solución de herencia.
   — Yo no soy gitano.
   — ¿Qué eres?
   — Andaluz, que no es igual, aun cuando todos los andaluces seamos algo gitanos. Mi gitanismo es un tema
literario. Nada más."

Para Lorca, la cultura gitana era una gran parte de Andalucía. Aunque él no era gitano, consideraba que eran un buen tema literario.

A lo largo del Romancero gitano (1928), podemos ver que todo está rodeado por una envoltura de tragedia, amargura y muerte. Ello se puede apreciar en la mayoría de los poemas como, por ejemplo, los dedicados a Antoñito el Camborio, al que primeramente apresa la Guardia civil (en "Prendimiento de Antoñito Camborio"), lo que ya da mal fario -los gitanos son enemigos irreconciliables de los guardias civiles-, y después muere a manos de sus primos (en "Muerte de Antoñito el Camborio"). Antoñito es así presentado como un nuevo Cristo gitano, primero prendido y después, trágica y alevosamente muerto en batalla desigual.

El destino de los gitanos es inequívocamente la muerte. Le ocurre también a Juan Antonio el de Montilla, en el romance "Reyerta", muerto por otros gitanos en un duelo de navajas. Ni siquiera los niños gitanos se salvan de su destino cruel, como ocurre en "Romance de la luna, luna", donde la luna (la muerte) va a la fragua a buscar al niño y se lo lleva con ella.

Sin embargo, ni siquiera esos presagios de muerte que acompañan al gitano desde la cuna le hacen perder su dignidad y su valor: Antoñito el Camborio aparece en el poema caracterizado por su andar garboso, "con su vara de mimbre", señal de poderío, de tronío. El gitano no se arredra ante su destino adverso y lo arrostra con la serenidad de los héroes.

En cuanto a las mujeres, su destino también es trágico, son generalmente víctimas de la masculinidad instintiva del gitano, de su violencia genital. Aparecen o bien llorando por la muerte de alguno de los suyos o bien acosadas, perseguidas por esa violencia ineludible, como ocurre en "Preciosa y el aire", donde el viento es símbolo del maltratador o el violador.

Los guardias civiles son los antagonistas de los gitanos: los persiguen, cargan contra ellos, los detienen, como se ve en el "Romance de la Guardia civil". En ocasiones, acuden con el juez para el levantamiento de cadáveres y la realización de atestados:

  "Señores guardias civiles: 
aquí pasó lo de siempre. 
Han muerto cuatro romanos 
y cinco cartagineses." ("Reyerta")

Ellos representan el orden y la ley, son el brazo armado de un mundo agresivo con el gitano, un mundo que los desprecia, humilla y acorrala.

A García Lorca, a diferencia de los poetas vanguardistas de su generación (que representan la realidad como una serie de abstracciones mentales), le gustaba servirse de imágenes sensoriales para convertir eventos ordinarios en un mundo mágico y misterioso, instintivo, telúrico, racial. Veía en esto la clave de la elaboración poética. Es por ello por lo que hay tantos símbolos de muerte, violencia y tragedia en su poemario. Por ejemplo, los "ángeles negros" y la "luna" (presagios de la muerte), el "viento" (encarnación de la violencia masculina), la "pena negra" (símbolo del dolor universal, perenne, del gitano y de Andalucía toda)... La raza gitana se asocia al amarillo, al verde, al color aceitunado, pero, dado que su destino es trágico, el color verde acaba teniendo connotaciones de muerte.

En definitiva, podríamos decir que todo en el Romancero gitano connota la tragedia y la muerte a las que parece estar destinado el pueblo gitano. Lorca los mitifica, convierte a los gitanos en héroes y, a la vez, en víctimas; ellos son el sacrificio cruento de un mundo que no los comprende. Los gitanos representan el nomadismo, la marginación, pero también la autenticidad, la libertad, la pureza, la masculinidad instintiva o la feminidad sensual, según el caso. Ellos son un pueblo enfrentado a un mundo de ley y orden que no les deja lugar. Un símbolo de Andalucía entera, como quería el poeta, regida por la pena negra, esa que se manifiesta en el quejío cósmico, profundo, del cante jondo andaluz.

Es esta umbría pena la que tiñe de tragedia el destino de los gitanos, la que augura un funesto desenlace a los de piel aceitunada. Ella es la que define de mejor manera la trágica naturaleza de esta raza marginada, una pena que no necesita ser sembrada porque siempre va a estar ahí, acechando a sus presas. Se trata de una parte natural, necesaria e intrínseca del paisaje. Es una nube negra que persigue al gitano, de la que no puede huir, como la negra sombra que tanto asombra a Rosalía de Castro. Es un olor presente en el ambiente, como el olor a "caballo y a sombra" que define el "Romance de la pena negra". Un olor que no desaparece a pesar de que llegue el amanecer, sino que, como un río de cauce oculto que sigue ahí a pesar de no ser visto, la conclusión a esta pena se encuentra remotamente lejana.

De los varios poemas del Romancero gitano (1928) relacionados con la muerte, como "Reyerta" (donde muere Juan Antonio el de Montilla), "Romance de la luna luna" (donde muere un niño gitano) o "Romance del emplazado" (en el que fallece el Amargo), destacaremos uno:

Muerte de Antoñito el Camborio

El romance “Muerte de Antoñito el Camborio” relata la muerte nocturna del gitano a manos de sus cuatro primos, en una pelea con navajas (como en "Reyerta"). Antoñito estaba en situación de desventaja frente a sus cuatro agresores (cuatro contra uno). La causa de la emboscada parece la envidia: el buen aspecto y la distinción de Antoñito. Además, su carácter elegante y altivo se muestra en su manera de pelear, en su gran resistencia (las puñaladas que infringe a sus agresores, su largo aguante…). Los elementos mágicos, típicos de la poesía lorquiana, aparecen de nuevo: los ángeles, que vienen a dar reposo al alma de Antoñito, el tránsito de la noche al día, etc.

En el poema, Lorca mezcla elementos tradicionales, como la presencia de estribillos (“voces de muerte sonaron...”, vv. 1, 2, 12, 47) y paralelismos (“cuando…”, vv. 14, 16…), con audaces metáforas y símbolos que evocan la influencia de las imágenes del inconsciente propias del surrealismo. Así, los saltos de “delfín” recuerdan el movimiento de las “navajas” que relucían como los “peces” en "Reyerta". El color verde (“moreno de verde luna”, “cutis … aceituna”) trae connotaciones de muerte. La descripción de la muerte de Antoñito se hace también mediante una metáfora: “talle quebrado /como caña de maíz”. El valor de Antoñito en la pelea es simbolizado mediante una “moneda” irrepetible. La mágica presencia de los ángeles que vienen a buscar su alma culminan el homenaje a su valentía y retoman un tema recurrente en Lorca: los personajes que sucumben a un destino adverso, como Juan Antonio el de Montilla o Adela.

Bibliografía, webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (octubre 2017): Arturo De L´Hotellerie y Pablo Ferrando. Segunda redacción (octubre 2019): Marco Agudo, Mikael Pelkonen, María Tuda y Elvira Martínez.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.