Diferencia entre revisiones de «Leyendas medievales (aragonesas, españolas, ibéricas)»
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| + | Cuenta la leyenda que en una aldea asturiana, hace mucho tiempo, vivía un rico labrador, viudo y padre de dos hijas Inés y Clara, siendo la primera su preferida, entre otras cosas porqué era la única de la dos que nunca le contradecía y siempre le complacía en todo cuanto le pedía. | ||
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| + | Como era de esperar, cuando Inés estuvo en la edad de comenzar a pensar en el matrimonio, no puso ninguna objeción al pretendiente que su padre le había asignado para tal fin. Con Clara no obtuvo el mismo resultado, esta eligió con el corazón, y tanto fue la ira que provoco en su padre que la desheredó, prohibiéndole además de que se acercara tanto a él, como a su hermana, y ni tan siquiera a la casa donde había nacido. | ||
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| + | Inés se consumía en la tristeza, no solo por no poder estar cerca de su hermana, sino también porqué sabia de las necesidades que tanto esta como su marido pasaban, pero el temor a su padre podía más que su pesadumbre, y los días pasaban e Inés seguía sin hacer nada para mejorar la situación de Clara. Cuando el labrador murió vio finalmente una oportunidad para poder hacer lo que su corazón llevaba meses reclamándole, pero en esta ocasión fue su marido el que le prohibió que lo hiciera, argumentándole que eso sería como contravenir la voluntad de su padre. | ||
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| + | El día que se celebraba la misa por el alma de su difunto padre, Inés rezó con toda su alma para que Dios le permitiera encontrar el modo de favorecer a Clara, y en eso estaba cuando de pronto sintió un gran peso sobre su cabeza. Levantó la mano y una mariposa se elevó en el aire. No podía creer que un pequeño insecto pudiera pesar tanto, primero pensó que era fruto de su imaginación, pero el suceso se repitió varias veces, ya no tenía dudas el gran peso que sentía sobre su cabeza, era provocado por la mariposa. | ||
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| + | Al acabar la misa, le contó a su marido lo que le había sucedido, este se río de ella y después no le hizo el más mínimo caso. Sin embargo, a los pocos pasos, fue el marido quien levantaba la mano hacia su cabeza por el gran peso que sentía sobre ella y quien veía elevarse una mariposa ante sus ojos. Y así fue durante todo el camino de vuelta a su casa, e incluso continuo cuando ya estaban dentro, la mariposa se movía de una cabeza a otra continuamente, presionando la cabeza de los esposos, hasta que finalmente Inés le insistió a su marido de que eso era una señal divina que se les enviaba para que ayudaran a Clara. El marido, ante la insistencia de su esposa, y de la mariposa, accedió a repartir la cuantiosa herencia de su suegro con sus cuñados. | ||
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| + | mariposa volando | ||
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| + | Y así se hizo, y cuentan que en el día en que los lazos de las dos familias se restablecieron, vieron a una mariposa volar alegremente entre ellos, para después marchar volando alto, muy alto hasta que finalmente la perdieron de vista, no volviéndola a ver nunca jamás. | ||
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Revisión de 15:44 16 ene 2018
Contenido
Leyendas aragonesas
San Jorge y el dragón
En la ciudad de Silca (en la provincia de Libia), vivía un gran dragón que causaba daños entre la población y los animales. Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo acordaron dar al dragón una persona en sacrificio y, para ello, todos los días, se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón. Un mal día, le tocó a la hija del rey.
La princesa abandonó la ciudad con resignación en dirección hacia el dragón. De pronto, apareció un joven caballero con armadura, montado sobre un caballo blanco. El caballero estaba dispuesto a salvarla a ella y a todos los habitantes del pueblo. Se enfrentó al dragón y libraron una gran batalla hasta que San Jorge le incrustó al dragón una gran lanza en el pecho. De la sangre que derramó el dragón, nació un hermoso rosal que Jorge entregó a la princesa después de haber ganado la batalla.
Los corporales de Daroca
El milagro de Calanda
La campana de Huesca
Los amantes de Teruel
Juan Diego Martínez e Isabel, pertenecían a dos de las grandes familias de la ciudad de Teruel, los Marcilla y los Segura. Él era un Marcilla e Isabel era hija de Pedro Segura.
Isabel y Diego, mencionado casi siempre en los relatos como Marcilla, se conocían desde la infancia y, al llegar a la edad adulta, éste le confesó su amor y el deseo de tomarla como esposa. Ella quería lo mismo, pero no accedería sin el consentimiento de su familia. Los tiempos habían cambiado y la familia Marcilla no pasaba por uno de sus mejores momentos económicos. El padre de Isabel se negó en rotundo a este enlace por esa cuestión y estableció que solo accedería con una condición: que Diego partiera a hacer fortuna por el mundo y en el plazo de cinco años recuperase la fortuna de su familia. Él aceptó e Isabel prometió esperarlo.
El padre de Isabel, sin embargo, no esperó los cinco años y, ansioso por casar a su hija, a la cual respetó hasta que cumplió los 20 años, amañó un matrimonio con don Pedro de Azagra, señor de Albarracín. Isabel, como ya habían pasado más de cinco años y no recibía noticias de su amado Diego —al que creía muerto en las guerras musulmanas—, accedió a lo que su padre llevaba años pidiéndole.
El motivo del retraso fue que Marcilla, luchando contra los almohades en tierras de Valencia, fue seducido por una de las esposas del emir de Valencia, Zulima. Éste la rechazó y ella trató de impedir de todas las formas posibles el regreso de Diego a Teruel, a fin de que expirase el plazo de cinco años y no pudiera casarse con su prometida cristiana.
El mismo día de la boda de Isabel con don Pedro, llegan a Teruel las noticias de que Juan Diego Garcés Martínez de Marcilla había regresado a Zaragoza, con grandes riquezas y con el deseo de casarse con su amada Isabel. Se contaba que había ganado más de cien mil sueldos luchando contra los moros, por mar y por tierra, y que volvía inmensamente rico. Pero para cuando llegó a Teruel, Isabel ya se había casado con Pedro. Y aunque Marcilla trató de todas las formas posibles de recuperarla, ella, mujer honesta, se negóa tenerlo como amante. Diego se coló en la cámara nupcial de Isabel la misma noche de bodas. La conversación se complicó y pasó pronto de los delirios amorosos a las acusaciones y reproches. Al final, Marcilla, calmado, únicamente pide un beso y un abrazo a su antiguo amor. Pero Isabel, que ya es la esposa de otro hombre, se lo niega de forma brusca y vuelven los reproches. El diálogo, muy intenso, finaliza así:
ISABEL: ¡Para esto di mi mano! MARSILLA: ¡Desdichada…! ISABEL: ¿Qué es lo que hiciste? MARSILLA: Tu traición revelas. ¡Impostora! -¡Y decía que me amaba! ISABEL: ¡Hombre de maldición! ¡Ojalá nunca de Teruel las almenas avistaras! ¡Cruel! ¿Amor a reclamar te atreves de una mujer por ti despedazada? Ya te aborrezco. MARSILLA: ¡Oh, Dios! ¡Ella lo dice! (Cae en un escaño como herido de un rayo.) No puedo más. ISABEL: ¡Qué miro! Se desmaya… Perdóname un momento de despecho… MARSILLA: Isabel me aborrece… ¡Me engañaba! Aquí siento… ¡qué angustia! Yo la adoro… y ella me aborrecía… ella me mata. (Muere.)
En definitiva, Diego muere de amor despechado e Isabel muere al día siguiente, también de amor, durante el entierro del joven, no sin antes haberla dado al difunto el beso de amor que le había negado en vida.
La historia de Isabel y Diego es, sin duda, la más famosa de Aragón y todos los años se representa en Teruel, en torno al 14 de febrero, día de los enamorados (San Valentín), con la participación del pueblo. Isabel y Diego son los Romeo y Julieta aragoneses.
La Cruz del Sobrarbe
A las afueras del pueblo medieval de Aínsa se eleva un templete en recuerdo de la batalla que ganaron los cristianos a los musulmanes, una batalla en la que la leyenda dice que se les apareció una cruz en llamas sobre una carrasca, lo cual fue todo un revulsivo para las mermadas fuerzas militares de los sobrarbenses. En la actualidad, Aínsa sigue celebrando la fiesta de La Morisma en la que se rememora el triunfo de los ejércitos cristianos sobre los musulmanes a la puertas de la villa, en el año 724.
Según la leyenda, antes de la batalla, el número de musulmanes era muy superior al de los cristianos; sin embargo, éstos vencieron gracias al ánimo que les dio su jefe Garci Jiménez y, sobre todo, porque en plena lucha se les apareció sobre una carrasca una gran cruz roja resplandeciente, lo cual fue tomado como un buen presagio.
Testimonio de la enorme trascendencia de este hecho legendario es que, hoy en día, la carrasca y la cruz roja se mantienen en el escudo de la comarca del Sobrarbe y en el de la Comunidad Autónoma de Aragón.
La montaña de Formigal
Anayet y Arafita eran los dioses más pobres de la montaña, les habían despojado de sus pinares y abetales, hasta sus ganados escaseaban en sus senderos, que se habían convertido en pasos de contrabandistas. Anayet y Arafita eran trabajadores, honrados y felices y tenían una hija preciosa, la diosa Culibilla, a la que el cielo había dotado de todas las bellezas y cualidades. Nada quería saber de las pretensiones galantes de los dioses pirenaicos. Sus mejores afectos eran hacia los corderillos que competían en blancura con los inmensos heleros y glaciales que rompían el verdor de las montañas. Y más aún, amaba a las humildes y trabajadoras hormigas blancas que, durante el verano, continuaban blanqueando la montaña, hasta el punto que Culibilla la bautizo con el nombre de Formigal.
La tranquila paz se acabó el día que Balaitus se enamoró ardientemente de Culibilla. Balaitus era fuerte, poderoso, temido por todos y nadie se oponía jamás a sus deseos. Él amasaba las terribles tormentas del Pirineo y forjaba los rayos, capaces de destruir todo cuanto le rodeaba. Era violento cuando se enfadaba y hacía correr sus carros por encima de las nubes, estremeciendo hasta los cimientos de las montañas.
Culibilla lo rechazó, pero en mal momento, ya que a él era la primera vez que lo rechazaban y juró raptarla.
En tres zancadas se presentó Balaitus ante Culibilla, decidido a cumplir su propósito. Las montañas todas estaban atónitas, sin atreverse a defender a la diosa. Y dice la leyenda que entonces Culibilla, al verse perdida, gritó: "¡A mí las hormigas!" A millares acudieron de todos los sitios las hormigas blancas que empezaron a cubrir a Culibilla ante los ojos de Balaitus quien, horrorizado, emprendió la huida. Culibilla, en el colmo de la amistad y el agradecimiento, se clavó un puñal en el pecho para guardar dentro junto a su corazón a todas las hormigas: es el forau de Peña Foratata. Y cuentan que los que suben al Forau de la Peña pueden oír claramente los latidos de Culibilla, la diosa agradecida. Y aseguran también que en Formigal, desde entonces, ya no hay hormigas blancas: todas las tiene ella guardadas en su corazón.
Leyendas españolas
La leyenda de "La Mariposa"
Cuenta la leyenda que en una aldea asturiana, hace mucho tiempo, vivía un rico labrador, viudo y padre de dos hijas Inés y Clara, siendo la primera su preferida, entre otras cosas porqué era la única de la dos que nunca le contradecía y siempre le complacía en todo cuanto le pedía.
Como era de esperar, cuando Inés estuvo en la edad de comenzar a pensar en el matrimonio, no puso ninguna objeción al pretendiente que su padre le había asignado para tal fin. Con Clara no obtuvo el mismo resultado, esta eligió con el corazón, y tanto fue la ira que provoco en su padre que la desheredó, prohibiéndole además de que se acercara tanto a él, como a su hermana, y ni tan siquiera a la casa donde había nacido.
Inés se consumía en la tristeza, no solo por no poder estar cerca de su hermana, sino también porqué sabia de las necesidades que tanto esta como su marido pasaban, pero el temor a su padre podía más que su pesadumbre, y los días pasaban e Inés seguía sin hacer nada para mejorar la situación de Clara. Cuando el labrador murió vio finalmente una oportunidad para poder hacer lo que su corazón llevaba meses reclamándole, pero en esta ocasión fue su marido el que le prohibió que lo hiciera, argumentándole que eso sería como contravenir la voluntad de su padre.
El día que se celebraba la misa por el alma de su difunto padre, Inés rezó con toda su alma para que Dios le permitiera encontrar el modo de favorecer a Clara, y en eso estaba cuando de pronto sintió un gran peso sobre su cabeza. Levantó la mano y una mariposa se elevó en el aire. No podía creer que un pequeño insecto pudiera pesar tanto, primero pensó que era fruto de su imaginación, pero el suceso se repitió varias veces, ya no tenía dudas el gran peso que sentía sobre su cabeza, era provocado por la mariposa.
Al acabar la misa, le contó a su marido lo que le había sucedido, este se río de ella y después no le hizo el más mínimo caso. Sin embargo, a los pocos pasos, fue el marido quien levantaba la mano hacia su cabeza por el gran peso que sentía sobre ella y quien veía elevarse una mariposa ante sus ojos. Y así fue durante todo el camino de vuelta a su casa, e incluso continuo cuando ya estaban dentro, la mariposa se movía de una cabeza a otra continuamente, presionando la cabeza de los esposos, hasta que finalmente Inés le insistió a su marido de que eso era una señal divina que se les enviaba para que ayudaran a Clara. El marido, ante la insistencia de su esposa, y de la mariposa, accedió a repartir la cuantiosa herencia de su suegro con sus cuñados.
mariposa volando
Y así se hizo, y cuentan que en el día en que los lazos de las dos familias se restablecieron, vieron a una mariposa volar alegremente entre ellos, para después marchar volando alto, muy alto hasta que finalmente la perdieron de vista, no volviéndola a ver nunca jamás.
Amarca
La Cornudilla "El pueblo maldito"
Los 40 habitantes de la pedanía de la Cornudilla (Comunidad Valenciana), tuvieron que abandonarla en los años 50 a consecuencia de una sucesión de fenómenos extraños que sucedían en las viviendas y que acabaron por aterrorizando a los vecinos. Todo comenzó con las habladurías entre las gentes del pueblo de que en sus casas por las noches, podían escucharse conversaciones, voces, susurros, lloros, de lo que ellos llamaban “duendes”. A veces los ruidos eran tan fuertes que las personas tenían que salir a dormir a la calle y los perros se ponían a ladrar como locos.
En ocasiones según los ancianos de los pueblos cercanos que entonces eran niños, algunas herramientas y objetos se veían sacudidos por manos invisibles y extrañas. Pero podría considerarse que el acontecimiento que provocó el espanto y huida de las gentes del pueblo fueron los hechos desarrollados en la conocida hoy como casa de los ruidos. Ese nombre que le fue dado entonces por los lugareños, ha permanecido a lo largo de 60 años hasta hoy día. En La Cornudilla, resiste una modesta casa apartada unos metros del resto de edificaciones derruidas, enclavada en un campo junto a un enorme árbol que proyecta inquietantes sombras sobre sus muros. Si se la mira desde el camino que procede de Los Ruices, parece intacta, como si los años de abandono no la hubieran perjudicado, pero si se observa desde el lado contrario, su interior queda al descubierto y se aprecian sus entrañas de madera y piedra. Dentro hay una escalera que conduce al piso superior, el lugar de donde proceden los extraños sonidos o raps que la han convertido en famosa.
Papamoscas
El rey Enrique III "El Doliente" acudía por costumbre a rezar a la Catedral de Burgos.
Un día mientras realizaba sus oraciones se distrajo con la presencia de una hermosa muchacha que entró en el templo con la misión de rezar ante la tumba de Fernán González.
El rey la siguió al salir hasta verla entrar en una vieja casona y, a lo largo de varios días, la misma escena se repetía.
El monarca era demasiado tímido para intentar tener una conversación con la mujer, hasta que un día ella dejó caer un pañuelo al lado del rey, el cual lo recogió y se acercó ella, se lo devolvió en silencio, sin que mediaran palabra en ese encuentro. Solo, después de desaparecer más allá de la puerta, el rey escuchó un doloroso lamento que se le clavó en la memoria sin poderlo ya desterrar.
A partir de entonces, la muchacha nunca volvió a aparecer por la catedral y el monarca pasaba días esperándola y buscándola por todos los rincones.
Cuando trató de saber algo de ella, le confirmaron que en la casa donde le había visto entrar todos los días hacía muchos años no vivía nadie, porque todos sus habitantes fallecieron de la peste negra.
Deseando retener aquella idílica visión de la joven en su memoria, encargó a un artífice que fabricara un reloj para la catedral. Éste debía reproducir los rasgos de la muchacha en una figura que, además, al sonar las horas, lanzase un gemido como el que él había escuchado y no podía borrar de su recuerdo. Desgraciadamente, el artífice no logró siquiera aproximarse a la belleza que le había descrito el monarca. A la hora de reproducir su lamento solo logró que el muñeco lanzase un graznido, que años después se optó por que desapareciera.
Ponce de León y la Fuente de la Eterna Juventud
Boabdil y la conquista del reino de Granada
Don Rodrigo y La Cava
Leyendas europeas
La dama de Shalott
Se dice que su personaje se basa en Elaine, la bella dama de Astolat. Ha sido objeto de muchas obras de arte, poesía y ficción. Elaine era la única hija de Bernard de Astolat. En Alfred, "Lancelot y Elaine" de Lord Tennyson de The Idylls of the King (1859), es una mujer modesta y humilde. La leyenda artúrica de Elaine, la blanca dama de la isla de Shalott, nos remite a una bella dama encerrada en la torre de un castillo en la que un hechizo le obliga a mirar el mundo a través de un espejo. Confinada en su prisión de reflejos, Elaine, recluia se límita a observar el paso de la vida y a recrearla tejiendo tapices. Esperando a un Ulises o a un caballero que la liberase de su cautiverio, y vaya si lo haría.. y lo hizo en forma de apuesto galán artúrico de nombre Lancelot. Elaine, hasta ese punto desconocida en el reino de Camelot, daría pie a una leyenda preciosa..., misteriosa hasta el punto de que nunca ha quedado claro si es hada, doncella encantada o simple dama prisionera de algún mal brujo, comienza a desesperarse encerrada en su torre. Quiere asomarse, mirar la vida a través de sus propios ojos. El tiempo se le hace lento, los tapices infinitos… ansía la realidad. De golpe llegó Lancelot. Y no pudo evitarlo. Elena abandonó el telar, le dio la espalda al espejo y miró hacia Camelot.
La maldición que condena a Elaine a mirar al mundo a través del espejo se cumple. Finalmente, el espejo se rompe y un susurro le anunció su final. Un triste final. Los tapices volaron llevados por el viento y la dama de Shalott supo que su destino se cumpliría ese mismo día.Abandonó la torre y subió a una barca. Ella misma sería su caronte. Su final sería su rendición. Su abandono, su conformidad, su melancólica huída. En otra versión de la leyenda artúrica, Lancelot, famoso caballero de la corte del rey Arturo, viajó a Astolat de incógnito, para competir en un torneo. Elaine se enamora profundamente de él. Queda prendada de él casi inmediatamente, y le solicita que lleve una prenda blanca en su honor en el torneo, a lo que él jamás habría accedido a causa de su amor infinito por la reina de Arturo. Lancelot es herido durante el torneo por una lanza perteneciente a Bors, y cae enfermo. En "The Ballad of Elaine" de Sydney Fowler Wright, Elaine se permanecio junto a él día y noche, cuidándolo hasta que se recuperase. Cuando por fin Lanzelot se recuperó,le anunció que se iría. Elaine le pide que se case con ella, pero él afirma que su amor por Ginebra, la mítica esposa del rey Arturo, es demasiado fuerte para poder para amar a Elaine. Lancelot deja Astolat, y Elaine antes de que hayan pasado diez días, muere de tristeza. Su familia colocó el cuerpo de Elaine en una barcaza y la dejó a la deriva en el río Támesis.con un lirio en una mano y una carta de su puño y letra en la otra. La barca llega surcando hasta Camelot, donde es descubierta por la corte del rey Arturo, siendo llamada la pequeña doncella del lirio. Lancelot es convocado de inmediato y escucha el contenido de la carta, conmovido después de lo cual explica lo que sucedió al Rey Arturo y se encarga de costear un espléndido y costoso funeral para la muchacha, Una leyenda trágica, y emotiva en la cual, el personaje de Elaine, la señora de Shallot, se suele olvidar a menudo, a pesar de ser una mujer esencial dentro de la mitología Artúrica. Su único propósito parece ser revelar hasta qué punto la pasión de Lanzarote por Ginebra es indestructible, aun cuando su romance con la reina era algo prohibido.
Tristán e Iseo
Sir Gawain y el caballero verde
La leyenda de Excalibur
Robin Hood
Bibliografía, webgrafía
- LU- 04. Literatura medieval europea, web del IES Avempace.
- CALERO HERAS, José, "Tema 4. Literatura medieval", en Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, pp. 54-76.
- IBORRA, Enric, "Tema 3. Literatura medieval", en Literatura universal. Bachillerato. Alzira, Algar, 2016, pp. 54-84.
- Primeros versos más importantes de la literatura europea, documento en la web del IES Avempace.
- Cantar de Roncesvalles, documento en la web del IES Avempace.
- Una parodia de Los Nibelungos: "What's opera, Doc?", entrada en Letr@herida, blog de literatura]
- Una webquest sobre Leyendas del Rey Arturo, tomada de "El Árbol de los Clásicos".
- Leyendas medievales europeas, documento en la web del IES Avempace.
- Ludovico Ariosto, el cantor de la furia de Orlando, documento en la web del IES Avempace.
Edición, revisión, corrección
- Primera redacción (diciembre 2017): Letraherido, Soraya Fuentes, Sabrina Yahi
- Revisiones, correcciones: Letraherido