La poesía barroca inglesa: Shakespeare, Donne, Milton

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Revisión de 11:12 30 ene 2021 por Letraherido (Discusión | contribuciones) (John Donne (1572-1633) y el final del petrarquismo)

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La poesía de William Shakespeare (1564-1616)

John Donne (1572-1633) y el final del petrarquismo

Aunque nacido a finales del siglo XVI, Donne es un autor barroco cuya obra corresponde al pensamiento del siglo XVII.

Nació en una familia católica, pero se convirtió al protestantismo y fue pastor de la Iglesia anglicana desde 1615. Estudió Derecho. Participó en algunas expediciones militares contra Cádiz y las Azores. Se casó sin permiso con una dama de familia noble para la que trabajaba como secretario, por lo que fue encarcelado. Puesto en libertad, se hizo pastor y tuvo un cargo en la catedral de San Pablo, de Londres, en 1621.

En su poesía fue innovador y rompió con el petrarquismo y el neoplatonismo, con su mundo idealizado, equilibrado y armonioso. Donne muestra en sus poemas el sentimiento de la frustración, la angustia o el desequilibrio, habla de la fugacidad inexorable del tiempo, de las limitaciones y defectos naturales de los seres humanos. Es decir, abandona el confortable marco optimista del Renacimiento y se adentra, como Quevedo, en el ámbito del Manierismo, reacción de finales del siglo XVI que conducirá en el siglo siguiente al Barroco. En Donne predomina el conceptismo sobre la filigrana poética.

La poesía de Donne se publicó tras su muerte, en 1633. Destacan sus Songs and Sonnets, Funeral elegies y Satyres, de tono crítico, duro con la hipocresía y la corrupción política, con el egoísmo y la superficialidad. A esto, añade el carácter metafísico característico de sus versos: reflexiones sobre la trascendencia, el paso del tiempo, el sentido de la vida. El tono general es de melancolía, de desilusión por la fugacidad de la belleza, el placer y la vida.

En el poema que transcribimos aquí, se ve cómo el poeta se queja por la inconstancia de las mujeres, aunque al final hace un giro brusco y acaba presentándose a sí mismo como inconstante:

    Constancia de mujer
   Ahora, un día entero me has amado.
Mañana, cuando te marches, ¿qué dirás?
¿Anticiparás la fecha de algún voto reciente?
¿O dirás que ya no somos quienes fuimos?
¿O que de promesas hechas por temor
al amor y su ira, cualquiera puede abjurar?
¿O que, como la muerte disuelve el matrimonio,
así el contrato de los amantes, espejo de los primeros,
sólo atan hasta que el sueño,
reflejo de la muerte, los desate?
¿O acaso para justificar tus fines,
por haber procurado falsedad e inconstancia,
no conoces sino lo falso para enunciar la verdad?
Vana lunática, contra estos artificios podría argumentar,
ganando si lo hiciera.
Pero me abstengo,
pues mañana puede que también yo lo piense.

El amor del que habla aquí Donne ya no es el concepto idealizado del petrarquismo. No es algo etéreo y puro, sino contradictorio como la vida misma, circunstancial, inconstante, fugaz. Sí que existe la belleza, pero no es eterna. El claroscuro barroco, con su pesimismo existencial asociado, ya se ha abierto paso en estos versos.

John Milton (1608-1674)