''Bodas de sangre'' (1933), entre la poesía y el teatro

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Bodas de sangre (1933), un drama de mujeres

   "Amo a la tierra. Me siento ligado a ella en todas mis emociones. Mis más lejanos
recuerdos de niño tienen sabor de tierra". "La tierra, el campo, han hecho grandes
cosas en mi vida. Sin este amor a la tierra, no hubiera podido escribir
Bodas de sangre" (Federico García Lorca).

Bodas de sangre es una obra que se basa en la vida de dos familias con poca fortuna y mucha fatalidad. El argumento se inspira en un suceso que salió en la prensa de la época, en 1928: un crimen pasional; una novia fue encontrada con las ropas ensangrentadas, ella había huido con su primo el día de la boda y la familia del marido había capturado y matado al amante. Lorca dedicó cinco años a pensar sobre aquel suceso y, luego, como él mismo decía, escribió su tragedia "en quince días", en el verano de 1932, en su casa de la Huerta de San Vicente, a las afueras de Granada. Seis meses después de escribirla, Bodas de sangre se estrenaba en Madrid, en el teatro Beatriz, en 1933.

En Bodas de sangre, por un lado, están el Novio y su Madre, que ya ha perdido a un hijo y a su marido por culpa de otra familia, los Félix, los cuales tampoco son muy felices, a pesar de lo que augura su nombre. Leonardo, uno de los Félix, aún siente amor por la Novia, con la que estuvo saliendo tres años. Ahora está casado con una prima de aquella, con la que tiene un hijo. Pero no ha podido olvidar a su primera enamorada.

La obra gira en torno al matrimonio del Novio y la Novia. Ella, al volver a ver a Leonardo, sentirá renacer su amor hacia él. Los novios se casan y, al poco, ella se escapa con Leonardo, quieren estar juntos. Los amantes son perseguidos por el Novio hasta el bosque, donde se enfrentan los dos hombres, con un desenlace funesto: ambos acaban muertos. La Novia, que ya no quiere vivir, va a casa de la Madre para pedirle que la mate. Pero la Madre no es capaz de tocarla, ya no tiene fuerzas, tras perder al único hijo que le quedaba. Y la condena al más duro de los castigos: a seguir viviendo.

Bodas de sangre se divide en tres actos. En el acto I, la Novia es asediada por Leonardo. En el acto II, tienen lugar los esponsales, pero no se representan en escena, y la Novia se fuga con Leonardo. En el acto III, el conflicto se resuelve de manera trágica, con una venganza de sangre.

La obra trata el tema de la represión de los impulsos amorosos por las convenciones que impone la sociedad. Lorca enrique la anécdota de la historia por medio de la fantasía poética, en la que se sentía "como pez en el agua". Lo real lo convierte en mítico, le da un aire irreal e incorpora personajes fantásticos como la Luna, que decide derramar la sangre de los dos hombres para calentarse.

El uso de la prosa da gran libertad al autor, pero recurre al verso cuando "la disipación y el frenesí del tema" lo exigían. Así, podemos encontrar diálogos en prosa caracterizados por la sobriedad de la lengua coloquial y momentos de gran intensidad poética expresados en verso.

   "No más una obra dramática con el martilleo del verso desde la primera a
la última escena. La prosa libre y dura puede alcanzar altas jerarquías expresivas, 
permitiéndonos un desembarazo imposible de lograr dentro de las rigideces
de la métrica. Venga en buena hora la poesía en aquellos instantes que la
disipación y el frenesí del tema lo exijan. Mas nunca en otro momento."
   (Entrevista con Pedro Massa, en Crítica, Madrid, 9 de abril
de 1933, pp. 12-13)

El lenguaje es tan bello que, en palabras de Gerardo Diego, la obra es "una ópera, un drama lírico, letra y música a la vez". Y es que Lorca mezcla continuamente los géneros, pone fatalidad trágica en su Romancero gitano (1928) y pone poesía en sus obras teatrales:

   "El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana"
(Federico García Lorca).

Bodas de sangre tiene un aire clásico que recuerda a Séneca y Eurípides. El destino, la fatalidad, domina la trama. Los personajes parecen predestinados a sufrir. Hay constantes presagios de muerte, como la insistencia de la Madre en el primer acto en el poder mortal de los cuchillos. Los enigmáticos Leñadores del bosque recuerdan al coro de la tragedia griega: se preguntan si la pareja fugada logrará escapar de sus perseguidores, si se debe o no seguir los instintos, le piden a la Luna que sea benévola con los enamorados, igual que el coro griego pedía a los dioses que tuvieran piedad del héroe.

Bodas de sangre tiene también un aire telúrico, un sabor a la tierra, a la Andalucía rural tan presente en la vida y el pensamiento de Lorca. Sus personajes son campesinos que se sienten unidos al terruño natal, que piensan en las ventajas de un matrimonio "de posibles", que imaginan un mundo pronto poblado de niños tras la boda, porque la tierra requiere mano de obra útil. En la obra se retrata un mundo masculino, donde mandan los hombres y obedecen las mujeres, donde se defiende el honor familiar a golpe de navaja y se considera legítima la violencia.

En cuanto a los personajes, la Novia, el Novio, la Madre, el Padre aparecen mencionados únicamente con el nombre del papel que representan, pues son personas que siguen los dictados de la sociedad. Sin embargo, el amante, Leonardo, es el único que tiene nombre propio. Es algo así como un aventurero, un outsider, un hombre continuamente a caballo que vaga por la tierra sin ataduras. Es hombre de instintos, más que de razón o de ataduras. Un símbolo de la libertad, como los gitanos en el Romancero gitano (1928). Por eso la Novia no puede olvidarlo, aunque sabe que es un "río oscuro", y por eso él la arrastra "como un golpe de mar":

   "es como si me bebiera una botella de anís y me durmiera en una colcha
de rosas. Y me arrastra, y sé que me ahogo, pero voy detrás".
   "¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera."

La fatalidad gobierna el destino de los personajes. Por eso Leonardo dice a la Novia:

   "Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas."

Como decía Pedro Salinas, Lorca vivió rodeado de una cultura de la muerte, que estaba en todas partes, "en los cantares de las servidoras de su casa, en los libros de su lengua, en las iglesias de su tierra". Por eso en sus obras hay tanta fatalidad y tanta sangre.

Bibliografía, webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero 2018): Sergio Gavín y David Larque. Segunda redacción (enero 2020): Ana Alba y Sandra Alamán. Roberto Gómez y Andrei Sava.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido