''La señorita Julia'' (1888), de August Strindberg: El lenguaje, los diálogos, las acotaciones

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El lenguaje en La señorita Julia (1888), de Strindberg

La señorita Julia y Juan, su criado

En esta obra podemos apreciar dos rasgos verbales dominantes.

  • En el aspecto sintáctico, dominan las frases breves, las oraciones simples e incluso de los elementos omitidos o el recurso de la elipsis.
  • En el aspecto léxico, el vocabulario tiende a ser preciso, sencillo, habitual y casi siempre coloquial. Esto le da frescura y viveza a cada uno de los personajes y dinamismo a la obra en su conjunto.

Destacan algunas esferas léxicas correspondientes a la geografía, pues se citan topónimos suecos: Malmö, al sur; alemanes, como Hamburgo, Francfort y Múnich; suizos, como Basilea; e italianos, como el lago de Como.

También aparecen antropónimos históricos como el rey Ludwig, el artista Rubens y Rafael.

Es habitual el empleo de galicismos, al considerarse el francés una lengua culta internacional utilizado por las élites sociales durante el siglo XIX. Algunos ejemplos son: très gentil, bonjour, charmant, sommelier o chef.

Aparecen también, aunque no tan frecuentemente, anglicismos como gentleman.

Se puede apreciar que abundan las exclamaciones y las réplicas sin terminar, propias del lenguaje coloquial: ¡Oh, es usted tan…!

En ocasiones, el lenguaje roza lo incorrecto y lo grosero, especialmente en boca de Juan el criado:

   JUAN.- ¡Y una puta es una puta!
   JUAN.- ¿Tú has visto a alguna chica de mi clase ofrecerse de esa manera? ¡Eso sólo lo he visto yo entre las bestias y las putas! 

A lo que la señorita Julia, a veces, responde con un lenguaje también agresivo y despiadado:

 JULIA.- ¡Sinvergüenza!
 JUAN.- Merde!
 JULIA.- ¡Lacayo! ¡Criado! ¡En pie cuando yo te hablo!
 JUAN.- ¡Amante de criado! ¡Puta de criado! ¡Cierra la boca y lárgate de aquí!

Durante toda la obra, observaremos un lenguaje poco cuidado en cuanto a las formas, pero meditado en la intención que tiene y lo que pretende provocar en los lectores y lectoras. El autor, Strindberg, quiere hacer teatro naturalista, y lo consigue a través del lenguaje que utilizan los actores.

Los diálogos en La señorita Julia (1888), de Strindberg

Los diálogos suelen ceñirse al modelo realista y, por eso, son muy próximas al lenguaje real, cotidiano.

El lenguaje de Juan, como el de Cristina, suele construirse con oraciones simples y breves y, a veces, groseras, en muchos casos con exclamaciones: ¡Amante de lacayo!, ¡Cierra la boca y lárgate de aquí!, ¿Ahora te quejas de que soy un bruto?, ¿Tú crees que una criada acosaría a un hombre como tú?, ¿Tú has visto a alguna chica de mi clase ofrecerse de esa manera?. Las interrogaciones son continuas en el diálogo.

Por el contrario, aunque la mayoría de sus réplicas son también breves, las intervenciones más largas, en las escenas siete y doce, corresponden a Julia.

Son habituales también los puntos suspensivos para mostrar la suspensión y las pausas en la expresión, en los diálogos de los tres personajes:

 JUAN.- No sé..., ahora tampoco puedo hacerlo yo..., no lo entiendo...
 CRISTINA.- Y ahora me marcho..., sola...
 JULIA.- Sí, pero no es una campanilla cualquiera..., hay alguien detrás de ella..., hay una mano que la mueve..., y hay algo que mueve la mano...

Las acotaciones o didascalias en La señorita Julia (1888), de Strindberg

Giran en torno a los diversos aspectos de la labor actoral:

  • Movimientos: Entra, Va hacia la derecha, Se da la vuelta...
  • Gestos: Señala a Cristina.
  • Tono: Ofendida, Con cinismo, Con insolencia, Cortante...

Es muy significativo el uso habitual de exclamaciones e interrogaciones, que producen un efecto continuo de expresividad y variación tonal.

También es importante el vestuario (Se cambia de abrigo, Entra con un bonjour negro y un sombrero negro), sobre todo en las dos escenas últimas, en las que Julia aparece vestida para mostrar a Juan su voluntad de huir con él y cuando Cristina, vestida de domingo para asistir a misa, descubre que la ropa de Julia y Juan son indicios claros de su voluntad de marcharse de la mansión: ¿Adónde va vestida de esa manera?, ¿De viaje?, ¿Y él con el sombrero puesto?, ¿Eh?, ¡Conteste!

Los accesorios, en algunos momentos, tienen un valor realista: Coge comida de la sartén, Coge y abre una botella de cerveza de la caja de hielo...

Las escenas finales son fundamentales, con la presencia repetida de la navaja de afeitar, el instrumento de sacrificio: Coge la cuchilla de afeitar y hace un gesto...; y también con la presencia contrapuesta del libro de salmos de Cristina, relacionado con el concepto de perdón que expone la cocinera con unas citas bíblicas.

Los muebles son sencillos, propios de una cocina, reducidos básicamente a una mesa, unas sillas, un banco y un armario: Busca un vaso y un plato en el armario, Se sienta en el extremo de la mesa, Se ha dormido en una silla, Cae sobre el banco... Algunas veces, como ocurre en la escena siete, tras el encuentro amoroso, la acotación es tremendamente precisa: (Juan) saca del cajón de la mesa y lleva dos vasos usados.

Strindberg ha renunciado a los lujosos decorados que se habría podido permitir de haber ambientado la tragedia en las salas nobles de la mansión condal. El autor prefirió desarrollar la trama en el terreno de los criados, en la cocina de la planta baja, el espacio que Juan y Cristina dominan mejor que Julia, un espacio que, además, le permite la intromisión en la tragedia de ese grupo que canta y baila la cancioncilla de origen popular sobre los tres protagonistas de la trama.

Bibliografía, webgrafía

  • CALERO HERAS, José: Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, tema 8 y tema 12, "El teatro", pp. 220 a 232.
  • AGUASCA, Raquel y otros: Literatura universal. Primero de Bachillerato. Valencia, Micomicona, 2015, tema 7, "La segunda mitad del siglo XIX. Narrativa realista. El teatro europeo de fin de siglo", pp. 262 a 277.

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Trabajos de los alumnos

  • Finlandia, pequeña guía turística. Trabajo de Miriam Ara. 1º Bachillerato C. Curso 2017-2018.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (mayo 2019): Marta Peláez y Silvia Torralba
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.