''Los santos inocentes'' (1981): Texto 5 y pregunta anexa (Las técnicas narrativas)

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Revisión de 12:50 15 mar 2020 por Letraherido (Discusión | contribuciones) (Trabajos de los alumnos)

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   Don Pedro, el Périto, se presentó en la casa de Paco, el Bajo, vacilante, inseguro, pero con estudiada prosopopeya, aunque la
comisura de la boca tiraba de la mejilla hacia la oreja derecha, demostrando su inestabilidad,
   así que no viste salir a la señora, a doña Purita, digo, Régula y la Régula,
   ae, no señor, don Pedro, por el portón no salió, ya se lo digo, anoche no quitamos la tranca más que para que pasara el coche
del señorito Iván, y don Pedro, el Périto,
   ¿estás segura de lo que dices, Régula?
   y la Régula,
   ae, como que a estos ojos se los ha de comer la tierra, don Pedro,

Pregunta - Señale A QUÉ MOMENTO de Los santos inocentes corresponde este pasaje. A continuación, DESARROLLE el epígrafe «Las técnicas narrativas y las voces de la novela»

   NOTA: Desarrollaremos aquí principalmente la primera parte de la pregunta. Para la respuesta a la segunda parte, el desarrollo
del epígrafe sobre las técnicas narrativas y las voces de la novela en Los santos inocentes, puede verse la pregunta de la Wikimpace
Las técnicas narrativas y las voces de la novela.

Criterios específicos de corrección

El alumno deberá identificar el fragmento como perteneciente al final de la novela, concretamente al comienzo del libro sexto, "El crimen", muy próximo al desenlace cruento del relato. El comportamiento desaprensivo del señorito Iván queda aquí en evidencia, pues ha sido capaz de humillar a su capataz, Don Pedro, el Périto, cometiendo adulterio con la mujer de este, doña Pura, cuya salida de la finca ha organizado el señorito con total frialdad. El fragmento corresponde al momento en que Don Pedro se da cuenta de la ausencia de su esposa y va a casa de Paco, el Bajo, para preguntar por ella.

En cuanto a la pregunta teórica, el alumno deberá referirse a las técnicas narrativas y las distintas voces que se oyen la novela.

Contextualización del fragmento en Los santos inocentes

Este fragmento pertenece al final de la novela Los santos inocentes, de Miguel Delibes, publicada en 1981. Concretamente, pertenece al comienzo del libro sexto, "El crimen", muy próximo ya al desenlace sangriento del relato. En esta parte, la acción pasa a ser lineal, pues no hay acciones dispersas, sino hechos concretos como la muerte de la Milana, el accidente de Paco, el Bajo o la muerte del señorito Iván a manos de Azarías (por haberle matado aquel alevosamente a su Milana).

Así mismo, se tratan los temas de la resignación de los miembros de las clases bajas, que aceptan su condición de sometidos; la caza; las humillaciones continuas hacia los sirvientes y la opresión por parte de los señores.

  • RESUMEN DEL CAPÍTULO

En el libro sexto, Don Pedro, tras la desaparición de su mujer, Doña Purita, acude a preguntar a Régula si la ha visto salir del cortijo, a lo que esta responde que de allí solamente ha salido por la noche el coche del señorito Iván, lo que hace sospechar a Don Pedro, que aún realiza algunas preguntas más para obtener confirmación.

Además, también se cuenta en el capítulo cómo el señorito Iván solicita a Paco que Azarías le acompañe en la caza de palomas, pues la actitud del Quirce, un joven muy callado y con grandes conocimientos de la caza como su padre, la encontraba Iván demasiado áspera. El señorito Iván no lograba tener conexión con el Quirce, porque el chico carecía de la actitud servil de su progenitor.

Al terminar la caza -desastrosa ese día-, el señorito Iván disparó intencionadamente contra la Milana, a pesar de los avisos de Azarías para que no lo hiciera. El pobre inocente se quedará muy afectado por esta pérdida y, por la noche, entre los suyos, asegura que la Niña Chica grita y está triste porque el señorito "le ha matao a su Milana".

Al día siguiente, el señorito vuelve a recoger a Azarías, que toma lo necesario para cazar. Cerca de un encinar, Iván divisa un bando de zuritas y apremia a Azarías, pero éste, desde el árbol al que había trepado, le pide al señorito la jaula y, cuando Iván se acerca, enlaza su cuello con una soga hasta ahorcarlo, acabando así el capítulo.

  • ANÁLISIS DEL FRAGMENTO

El fragmento reproducido más arriba comienza con un acto insólito: que Don Pedro, el guarda mayor del cortijo, se rebaje a visitar la casucha donde vive Paco con los suyos. La razón es que está muy tocado por la ausencia de su mujer, irónicamente llamada "Purificación" o "Doña Purita" en la novela. Delibes caracteriza magistralmente al personaje:

   "vacilante, inseguro, pero con estudiada prosopopeya, aunque la comisura de la boca tiraba de la mejilla hacia la
oreja derecha, demostrando su inestabilidad"

Don Paco quiere fingir fortaleza, pero está realmente preocupado, temiendo alguna ofensa por parte de su mujer, con la que se llevaba muy mal desde hacía tiempo y de la que no se fiaba, por considerarla casquivana o ligera de cascos, y barruntándose que el señorito Iván podía estar detrás de aquella trapisonda de algún modo.

En el estilo experimental que caracteriza a esta novela, Delibes funde la voz del narrador y del personaje, sin marcar el inicio del diálogo con una raya, aniquilando los signos de puntuación habituales en estas situaciones, dejando ese "digo", característico de la lengua oral:

  "así que no viste salir a la señora, a doña Purita, digo, Régula"

La respuesta de la Régula es también de un tipismo identificador, con su reiterada interjección: "ae", marcadamente rural y propia del registro vulgar, característico de los campesinos iletrados, de gentes analfabetas privadas de la más elemental educación. Ella trata al capataz de "señor" y de "don", frente al tuteo que él utiliza con ella. Le responde en su tono marcadamente coloquial, propio de la lengua oral: "ya se lo digo". Y le confirma lo que él ya intuye: por la puerta solo ha pasado el coche del señorito Iván, de lo cual dice estar tan segura como del hecho de que "estos ojos se los ha de comer la tierra". Régula, en su escasa cultura, es capaz de expresarse solo con refranes y dichos populares, como le pasaba a Sancho Panza, en el Quijote.

En el fragmento encontramos muchas de las características principales de Los santos inocentes:

  • experimentalismo,
  • uso magistral de la lengua oral y el registro vulgar,
  • caracterización de los personajes por algún latiguillo o muletilla característico,
  • uso de apodos para designar a los personajes ("el Périto", con acentuación esdrújula, propia de la lengua vulgar)...

En cuanto a lo que sucede en el fragmento, se percibe la inquietud de don Pedro. Él ha jugado a ser un señor entre los siervos, ha querido olvidar su verdadera condición de desheredado. Por compartir la mesa de los señoritos, ha llegado a pensar que era uno de ellos, despreciando a sus verdaderos iguales. Pero la maldad del señorito Iván lo va a colocar en su verdadera dimensión. Para Iván, todos sus siervos, incluido don Pedro, son lacayos, objetos a los que él puede manipular a su antojo. Se comporta con ellos como un señor feudal con derecho de pernada. Es capaz incluso de tramar con absoluta frialdad la huida de Purita en su coche, a espaldas de su marido.

El aire inquieto de don Pedro se transformará más adelante en un rictus mohíno, de depresión y tristeza, porque se dará cuenta del fracaso de su vida, de que no es nada, de que ha vivido una farsa y de que es, en realidad, uno más de los explotados, aunque él haya jugado por un tiempo a formar parte del bando de los explotadores.

Es por ello por lo que este fragmento tiene un lugar fundamental en la novela, porque caracteriza muy bien la maldad del señorito Iván, incapaz de hacer el bien, lo cual justificará más tarde el acto de justicia poética que cometerá Azarías asesinándolo.

Se percibe en este fragmento la maestría narrativa de Miguel Delibes, que sabe mover perfectamente los hilos de la acción.

Bibliografía y webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (marzo 2020): Raúl Borges, 6ºA. Claudia Raufast y Rebeca Aineto, 6ºB
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.