El teatro de Federico García Lorca (1898-1936): las tragedias

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  "El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana" (Federico García Lorca)

Criterios específicos de corrección

El alumno podría empezar su discurso contextualizando el teatro de Lorca dentro del teatro en la Generación del 27 (que es esencialmente poética), citando por ejemplo los intentos de Salinas y Alberti en el género, aunque sin duda es el poeta de Granada quien más destacó en el género dramático.

Podría citar también la aportación de Alejandro Casona, exiliado primero y retornado después, a quien se suele adscribir en ocasiones a la misma Generación del 27.

En el caso de Lorca, el alumno deberá decir cómo a partir de 1930, cuando publica Poeta en Nueva York, su interés por el teatro es cada vez mayor, colaborando con las "Misiones Pedagógicas" de la Segunda República con su compañía "La Barraca", con la que representó obras clásicas por muchos pueblos de España. Podrá hablar también de algunas comedias lorquianas, pero, sobre todo, lo que de ninguna manera puede faltar es la alusión a las tres grandes tragedias de Lorca: La casa de Bernarda Alba, Yerma y Bodas de sangre, sobre las que deberá detenerse y comentar algunas de sus características: argumento, personajes, representaciones...

El teatro de la Generación del 27

Como sabemos, la Generación del 27 es una promoción de jóvenes esencialmente poética. Pero, como vamos a ver a continuación, también renovó las tablas hispánicas, fundamentalmente a través de la figura clave de Federico García Lorca.

Las obras teatrales de la Generación del 27 son continuadoras de la corriente de teatro innovador que, a principios del siglo XX, surge como reacción al teatro comercial que representaban Marquina, Villaespesa, Arniches o Benavente, entre otros autores. Estos intentos de renovación se habían iniciado ya con los intentos de las generaciones literarias anteriores: Unamuno (de la Generación del 98) y Gómez de la Serna (del Novecentismo), aunque serán Valle-Inclán, noveintaiochista, y García Lorca, miembro de la Generación del 27, quienes culminarán la tarea.

Dentro de la Generación del 27, además de Lorca, que es la figura más descollante, podemos citar también a algunos autores dramáticos de vanguardia, como el primer Max Aub, con su teatro abstracto y moderno, entre otros (luego, Aub evoluciona hacia el compromiso social). Y por supuesto, también debemos citar a Pedro Salinas (autor de Judith y el tirano y de El dictador) y a Rafael Alberti (con El hombre deshabitado, Fermín Galán, Noche de guerra en el Museo del Prado) quienes contribuyan decisivamente a la renovación de la escena española.

Entre los autores que innovaron en teatro, tenemos que citar igualmente a:

  • Miguel Hernández, que si bien es considerado un "epígono del 27", más que un miembro del grupo generacional de pleno derecho (él pertenecía a la generación siguiente, la llamada Generación del 36), tiene obras destacables en el terreno de la innovación teatral como Quién te ha visto y quién te ve y El labrador de más aire.
  • Alejandro Casona, que por edad y formación perteneció a la Generación del 27, pero que se fue al exilio finalizada la Guerra civil, como tantos otros escritores (Juan Ramón Jiménez, Ramón J. Sender, Luis Cernuda...)

Hay características que comparten estos autores, tales como la depuración del teatro poético, la incorporación de las formas de vanguardia y el acercamiento del teatro al pueblo (por ejemplo, Lorca y Casona colaboraron en las Misiones pedagógicas de la IIª República y contribuyen con su trabajo a difundir el teatro entre el pueblo).

Federico García Lorca (1898-1936), autor teatral

La obra teatral de García Lorca se centra en temas existenciales. Muestra influencia modernista, lopista y calderoniana. Es decir, como miembro de la Generación del 27, mezcla tradición y modernidad, clasicismo y vanguardia.

Estéticamente, su teatro se opone al convencionalismo burgués de Jacinto Benavente. A veces, la reducción del pueblo a símbolo de temas abstractos (odio, superstición, sometimiento) perjudica a sus obras, por la interpretación acaso excesivamente esquemática que puede dar. Su teatro poético, entreverado de momentos líricos (al fin y al cabo, Lorca era sobre todo un poeta), incluye Mariana Pineda (1927), Bodas de Sangre (1933), Yerma (1934), Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) y La casa de Bernarda Alba (1936).

Hay que apuntar también sus farsas, por lo que aportan como juego de ingenio e inyección de alegría en el panorama de las letras contemporáneas: La zapatera prodigiosa (1930), Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1931) y Retablillo de don Cristóbal (1931).

Desde muy temprana edad, Lorca fue un enamorado del teatro. En 1920, gracias a sus relaciones con personalidades influyentes, pudo estrenar El maleficio de la mariposa, sobre el amor imposible entre una mariposa y una cucaracha. Pero la obra fue un rotundo fracaso, y eso motivó que Lorca se apartase del teatro durante un tiempo y no volvió a estrenar hasta siete años más tarde. En ese tiempo, Lorca se volvió a la poesía, y así surgieron Canciones (1927), Romancero gitano (1928) y Poema del cante jondo (1931), donde mezcla tradición y vanguardia, como buen epígono de la Generación del 27.

Muy molesto con la lectura folclorista de sus poemarios, especialmente de su famoso Romancero gitano, pues él había querido hacer lo contrario (algo antifolclórico y antipintoresco), y desencantado de su relación con el escultor Emilio Aladrén, en 1927 vuelve al teatro con Mariana Pineda (1927), obra teatral en verso sobre la célebre heroína de Granada ajusticiada por reclamar la libertad del pueblo durante la monarquía absoluta de Fernando VII. Y en 1929, en plena crisis sentimental, se va a Nueva York, donde estuvo hasta junio de 1930. Allí fue al teatro, escuchó jazz y blues, leyó a Walt Whitman y a T.S. Eliot, pero la ciudad de los rascacielos lo deslumbró negativamente, un lugar "de alambre y muerte", capitalista, deshumanizado, donde los seres humanos son simples números.

   "Nueva York es la gran mentira del mundo".
   "Los ingleses han llevado allí una civilización sin raíces. Han levantado
casas y casas, pero no han ahondado en la tierra".

Le horrorizaba la discriminación de los negros. Su desazón la plasmó en Poeta en Nueva York (publicado en 1940, póstumo), libro de imágenes surrealistas donde define a Nueva York con dos palabras: "geometría y angustia", "la esclavitud dolorosa del hombre y máquina juntos".

Tras dejar Nueva York, en marzo de 1930, pasó tres meses en Cuba, donde se sintió "en el paraíso", "en la América con raíces, la América de Dios". Allí dio recitales y conferencias y tuvo mucho éxito. A partir de esta experiencia, escribió para el teatro El público, obra audaz, irrepresentable, donde expone sin tapujos su homosexualidad. Lorca sabía que esta obra era irrepresentable para el público burgués español que acostumbraba a frecuentar los teatros. Así que hizo para ese público una obra más convencional, como La zapatera prodigiosa, "farsa violenta", que se estrenó en Madrid, en diciembre de 1930.

En 1931, se proclamó la República y Lorca estaba encantado con este nuevo proyecto político español. Colaboró con el Ministerio de Instrucción Púbica, desde donde le pidieron que dirigiera "La Barraca", compañía de teatro ambulante formada por universitarios madrileños que habría de llevar por los pueblos de España las obras de Cervantes, de Lope, de Calderón... Quería Lorca que el teatro volviera "al pueblo, del que se ha apartado". Creía él en la utilidad del teatro para educar:

   "El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la educación
de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso".
   "Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al
vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad de un pueblo".

Lorca aprendió allí a ser director de escena, a leer a los clásicos, a ganarse al público, a olvidarse del teatro burgués de las ciudades.

Volvió entonces al experimentalismo, con Así que pasen cinco años (1931), drama críptico sobre el destino, el tiempo, el amor y la muerte, del que él mismo dijo: "no hay compañía que se anime a llevarla a escena". Así que decidió hacer algo menos rupturista y escribió Bodas de sangre (1933), estrenada en el teatro Beatriz, de Madrid, y después en Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Montevideo. Lorca viajó a Sudamérica y se hizo allí tan famoso con sus conferencias y sus lecturas de poemas que la gente lo reconocía por la calle.

En 1934, regresó a Madrid y estrenó Yerma, tragedia de una mujer atormentada por la esterilidad, considerada "inmoral" y "pornográfica" por la España conservadora.

Entre 1935 y 1936, escribió Comedia sin título, obra radicalmente moderna, donde el pueblo es el motor de la revolución. En 1935, Margarita Xirgu llevó a las tablas Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, que reflejaba el "drama profundo" de las solteronas españolas.

En 1936, vivía un momento muy creativo. Terminaba La casa de Bernarda Alba, tenía muy adelantada la Comedia sin título, había empezado Los sueños de mi prima Aurelia. Tenía 38 años y se sentía pletórico de fuerzas y rico en experiencias. Decía que el teatro debía abordar temas tradicionalmente apartados de las tablas:

   "Hoy no interesan más que dos clases de problemas: el social y el sexual".
   "El artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas
y meterse en el fango hasta la cintura para buscar las azucenas".

Con el golpe de estado del 14 de julio de 1936, sintió miedo, pues él había apoyado al Frente Popular y era, además, un homosexual que se había atrevido a dejar entrever su condición. Dejó entonces Madrid y se fue a Granada, pensando que en su tierra natal estaría más seguro. Queriendo huir de la muerte, fue a encontrarse con ella. Se refugió primero en su casa de la Huerta de San Vicente y, luego, queriendo sentirse más protegido, en la casa de su amigo el poeta Luis Rosales, de una conocida familia falangista. Pero allí fueron a buscarlo los golpistas. Lo encerraron y después lo asesinaron en el barranco de Víznar, cerca de Granada, el 18 de agosto.

Como dijo su amigo, el pintor Gregorio Prieto, al poeta lo mataron por envidia:

   "Lorca era una persona buenísima, pero la gente no le perdonaba que fuera como
era, porque donde estaba Lorca todo era alegría".

Las tragedias de Federico García Lorca: La casa de Bernarda Alba, Yerma, Bodas de sangre

Bodas de sangre (1933)

   "Amo a la tierra. Me siento ligado a ella en todas mis emociones. Mis más lejanos
recuerdos de niño tienen sabor de tierra". "La tierra, el campo, han hecho grandes
cosas en mi vida. Sin este amor a la tierra, no hubiera podido escribir
Bodas de sangre" (Federico García Lorca).

Bodas de sangre es una obra que se basa en la vida de dos familias con poca fortuna y mucha fatalidad. El argumento se inspira en un suceso que salió en la prensa de la época, en 1928: un crimen pasional; una novia fue encontrada con las ropas ensangrentadas, ella había huido con su primo el día de la boda y la familia del marido había capturado y matado al amante. Lorca dedicó cinco años a pensar sobre aquel suceso y, luego, como él mismo decía, escribió su tragedia "en quince días", en el verano de 1932, en su casa de la Huerta de San Vicente, a las afueras de Granada. Seis meses después de escribirla, Bodas de sangre se estrenaba en Madrid, en el teatro Beatriz, en 1933.

En Bodas de sangre, por un lado, están el Novio y su Madre, que ya ha perdido a un hijo y a su marido por culpa de otra familia, los Félix, los cuales tampoco son muy felices, a pesar de lo que augura su nombre. Leonardo, uno de los Félix, aún siente amor por la Novia, con la que estuvo saliendo tres años. Ahora está casado con una prima de aquella, con la que tiene un hijo. Pero no ha podido olvidar a su primera enamorada.

La obra gira en torno al matrimonio del Novio y la Novia. Ella, al volver a ver a Leonardo, sentirá renacer su amor hacia él. Los novios se casan y, al poco, ella se escapa con Leonardo, quieren estar juntos. Los amantes son perseguidos por el Novio hasta el bosque, donde se enfrentan los dos hombres, con un desenlace funesto: ambos acaban muertos. La Novia, que ya no quiere vivir, va a casa de la Madre para pedirle que la mate. Pero la Madre no es capaz de tocarla, ya no tiene fuerzas, tras perder al único hijo que le quedaba. Y la condena al más duro de los castigos: a seguir viviendo.

Bodas de sangre se divide en tres actos. En el acto I, la Novia es asediada por Leonardo. En el acto II, tienen lugar los esponsales, pero no se representan en escena, y la Novia se fuga con Leonardo. En el acto III, el conflicto se resuelve de manera trágica, con una venganza de sangre.

La obra trata el tema de la represión de los impulsos amorosos por las convenciones que impone la sociedad. Lorca enrique la anécdota de la historia por medio de la fantasía poética, en la que se sentía "como pez en el agua". Lo real lo convierte en mítico, le da un aire irreal e incorpora personajes fantásticos como la Luna, que decide derramar la sangre de los dos hombres para calentarse.

El uso de la prosa da gran libertad al autor, pero recurre al verso cuando "la disipación y el frenesí del tema" lo exigían. Así, podemos encontrar diálogos en prosa caracterizados por la sobriedad de la lengua coloquial y momentos de gran intensidad poética expresados en verso.

   "No más una obra dramática con el martilleo del verso desde la primera a
la última escena. La prosa libre y dura puede alcanzar altas jerarquías expresivas, 
permitiéndonos un desembarazo imposible de lograr dentro de las rigideces
de la métrica. Venga en buena hora la poesía en aquellos instantes que la
disipación y el frenesí del tema lo exijan. Mas nunca en otro momento."
   (Entrevista con Pedro Massa, en Crítica, Madrid, 9 de abril
de 1933, pp. 12-13)

El lenguaje es tan bello que, en palabras de Gerardo Diego, la obra es "una ópera, un drama lírico, letra y música a la vez". Y es que Lorca mezcla continuamente los géneros, pone fatalidad trágica en su Romancero gitano (1928) y pone poesía en sus obras teatrales:

   "El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana"
(Federico García Lorca).

Bodas de sangre tiene un aire clásico que recuerda a Séneca y Eurípides. El destino, la fatalidad, domina la trama. Los personajes parecen predestinados a sufrir. Hay constantes presagios de muerte, como la insistencia de la Madre en el primer acto en el poder mortal de los cuchillos. Los enigmáticos Leñadores del bosque recuerdan al coro de la tragedia griega: se preguntan si la pareja fugada logrará escapar de sus perseguidores, si se debe o no seguir los instintos, le piden a la Luna que sea benévola con los enamorados, igual que el coro griego pedía a los dioses que tuvieran piedad del héroe.

Bodas de sangre tiene también un aire telúrico, un sabor a la tierra, a la Andalucía rural tan presente en la vida y el pensamiento de Lorca. Sus personajes son campesinos que se sienten unidos al terruño natal, que piensan en las ventajas de un matrimonio "de posibles", que imaginan un mundo pronto poblado de niños tras la boda, porque la tierra requiere mano de obra útil. En la obra se retrata un mundo masculino, donde mandan los hombres y obedecen las mujeres, donde se defiende el honor familiar a golpe de navaja y se considera legítima la violencia.

En cuanto a los personajes, la Novia, el Novio, la Madre, el Padre aparecen mencionados únicamente con el nombre del papel que representan, pues son personas que siguen los dictados de la sociedad. Sin embargo, el amante, Leonardo, es el único que tiene nombre propio. Es algo así como un aventurero, un outsider, un hombre continuamente a caballo que vaga por la tierra sin ataduras. Es hombre de instintos, más que de razón o de ataduras. Un símbolo de la libertad, como los gitanos en el Romancero gitano (1928). Por eso la Novia no puede olvidarlo, aunque sabe que es un "río oscuro", y por eso él la arrastra "como un golpe de mar":

   "es como si me bebiera una botella de anís y me durmiera en una colcha
de rosas. Y me arrastra, y sé que me ahogo, pero voy detrás".
   "¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera."

La fatalidad gobierna el destino de los personajes. Por eso Leonardo dice a la Novia:

   "Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas."

Como decía Pedro Salinas, Lorca vivió rodeado de una cultura de la muerte, que estaba en todas partes, "en los cantares de las servidoras de su casa, en los libros de su lengua, en las iglesias de su tierra". Por eso en sus obras hay tanta fatalidad y tanta sangre.

Yerma (1934)

De ambiente rural, es la "tragedia de la mujer estéril". La protagonista desea, durante más de cinco años de matrimonio, tener un hijo. Entonces, se entera de que su marido no siente deseo de tener hijos y lo mata, en un ataque de rabia y odio.

El tema principal de la tragedia es el instinto frente a la represión, ya que Yerma lucha porque su instinto le dice que debe ser madre, pero no logra conseguirlo y por eso termina odiándose a sí misma: ella sola mata la única posibilidad que tenía de ser madre al asesinar a su marido.

Consciente del éxito del drama rural, Lorca elabora estas obras suyas conjugando mito, poesía y sustancia real, tratando de retratar a una mujer a la vez oprimida y segura de sí misma.

La casa de Bernarda Alba (1936)

Esta escrita únicamente en prosa y lleva por subtítulo Drama de mujeres en los pueblos de España. Lorca la denominó drama, y no tragedia, por la falta de elementos míticos o la ausencia del coro. Es considerada drama trágico por algunos críticos.

La obra plantea la pugna entre el poder y la libertad. La protagonista, Bernarda, representa el ansia de dominio, del que son víctimas quienes conviven con ella, particularmente sus cinco hijas, a las que obliga a guardar un severísimo luto tras la muerte de su marido.

Bibliografía, webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero 2018): Sergio Gavín y David Larque. Segunda redacción (enero 2020): Ana Alba y Sandra Alamán. Roberto Gómez y Andrei Sava.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido