Diferencia entre revisiones de «La prosa medieval del siglo XIV: El canciller Ayala. Don Juan Manuel»

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Última revisión de 11:42 29 nov 2019

Si en el siglo XIII la prosa castellana tuvo un gran desarrollo gracias al rey Alfonso X el Sabio y sus empresas culturales, en el siglo XIV el castellano será fijado casi con total estabilidad.

La prosa literaria del canciller Ayala (siglo XIV)

El Canciller y su esposa Leonor de Guzmán. Capilla de la Virgen del Cabello, palacio de Quejana, Álava

Pedro López de Ayala (1332-1407), con título nobiliario de canciller de Castilla, fue, junto a don Juan Manuel (1282-1348), uno de los padres de la prosa literaria en castellano. Esta, como ya hemos dicho antes, había avanzado mucho con Alfonso X el Sabio, en el sentido de haber sido fijada ortográficamente y haber aumentado su prestigio como lengua de la cancillería, válida para los documentos de rango real, pero no alcanzó el estatuto de literaria hasta el siglo XIV, con los autores citados.

Las obras del canciller Ayala son de género histórico y espíritu humanista. Por ejemplo, en su Crónica de Pedro I no solo cuenta los hechos como un conjunto de fechas y nombres, sino que analiza las causas que los producen y juzga lo que ocurre. Hace análisis psicológico de los protagonistas y vivifica el relato con diálogos y epístolas.

Entre sus obras principales destacamos, además de la ya citada Crónica de Pedro I:

- Rimado de Palacio: obra satírica y didáctica. Juzga a la sociedad de esa época con ironía.

- Libro de la caza de aves: es una recopilación de toda la experiencia cinegética (=de caza) que el autor consiguió.

Don Juan Manuel y El conde Lucanor o Libro de Patronio

Don Juan Manuel, autor de El conde Lucanor

Don Juan Manuel (1332-1407), sobrino del rey Alfonso X, escribió El conde Lucanor, una obra didáctica que, junto al Libro de Buen Amor, del arcipreste de Hita, constituye la cumbre literaria del siglo XIV. Es una colección de cincuenta cuentos, que proceden de la tradición clásica y oriental. En cada cuento, el conde es instruido por su criado o ayo (=tutor), Patronio. Las enseñanzas morales de este libro abogan por una actitud práctica ante la vida, a servirse de la astucia, la cautela y la inteligencia. Don Juan Manuel no sólo utiliza un material preexistente, sino que le da una forma personal, su estilo propio, en busca de la claridad y la precisión.

Los cuentos siguen siempre la misma estructura:

- Exposición: Primero, se expone un problema concreto y el conde pide a su consejero ayuda para resolverlo.

- Ilustración narrativa: A continuación, Patronio contesta a su señor metafóricamente, por medio de un apólogo relacionado con el tema.

- Desenlace: Después, Patronio aplica el cuento que acaba de contar al problema concreto planteado por el conde, reafirmando sus planteamientos.

- Generalización: Por último, el narrador generaliza la enseñanza por medio de un pareado final en el que condensa la moraleja del relato.

Si Gonzalo de Berceo (siglo XIII) es el primer poeta castellano de nombre conocido, don Juan Manuel (siglo XIV) es el primer autor que tiene una conciencia muy clara de autor, ya que deja escrito en su testamento que quien quisiera conocer sus escritos, tal y como fueron realmente salidos de su pluma, debe consultarlos en el monasterio de Peñafiel. Manifiesta así su voluntad de que su obra sea custodiada y no alterada por copistas poco escrupulosos.

Incluimos, a continuación, un fragmento de El conde Lucanor:

   Cuento IV - Lo que, al morirse, dijo un genovés a su alma
   Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio y le contaba lo siguiente:
   -Patronio, gracias a Dios yo tengo mis tierras bien cultivadas y pacificadas, así como todo lo que preciso según mi estado y, por suerte, quizás más, según dicen mis iguales y vecinos, algunos de los cuales
me aconsejan que inicie una empresa de cierto riesgo. Pero aunque yo siento grandes deseos de hacerlo, por la confianza que tengo en vos no la he querido comenzar hasta hablaros, para que me aconsejéis lo que
deba hacer en este asunto.
   -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis lo más conveniente, me gustaría mucho contaros lo que le sucedió a un genovés.
   El conde le pidió que así lo hiciera.
   Patronio comenzó:
   -Señor Conde Lucanor, había un genovés muy rico y muy afortunado, en opinión de sus vecinos. Este genovés enfermó gravemente y, notando que se moría, reunió a parientes y amigos y, cuando estos llegaron,
mandó llamar a su mujer y a sus hijos; se sentó en una sala muy hermosa desde donde se veía el mar y la costa; hizo traer sus joyas y riquezas y, cuando las tuvo cerca, comenzó a hablar en broma con su alma:
   »-Alma, bien veo que quieres abandonarme y no sé por qué, pues si buscas mujer e hijos, aquí tienes unos tan maravillosos que podrás sentirte satisfecha; si buscas parientes y amigos, también aquí tienes
muchos y muy distinguidos; si buscas plata, oro, piedras preciosas, joyas, tapices, mercancías para traficar, aquí tienes tal cantidad que nunca ambicionarás más; si quieres naves y galeras que te produzcan
riqueza y aumenten tu honra, ahí están, en el puerto que se ve desde esta sala; si buscas tierras y huertas fértiles, que también sean frescas y deleitosas, están bajo estas ventanas; si quieres caballos y
mulas, y aves y perros para la caza y para tu diversión, y hasta juglares para que te acompañen y distraigan; si buscas casa suntuosa, bien equipada con camas y estrados y cuantas cosas son necesarias, de
todo esto no te falta nada. Y pues no te das por satisfecha con tantos bienes ni quieres gozar de ellos, es evidente que no los deseas. Si prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios,
que será muy necio quien se aflija por el mal que te venga.
   »Y vos, señor Conde Lucanor, pues gracias a Dios estáis en paz, con bien y con honra, pienso que no será de buen juicio arriesgar todo lo que ahora poseéis para iniciar la empresa que os aconsejan, pues
quizás esos consejeros os lo dicen porque saben que, una vez metido en ese asunto, por fuerza habréis de hacer lo que ellos quieran y seguir su voluntad, mientras que ahora que estáis en paz, siguen ellos
la vuestra. Y quizás piensan que de este modo podrán medrar ellos, lo que no conseguirían mientras vos viváis en paz, y os sucedería lo que al genovés con su alma; por eso prefiero aconsejaros que, mientras
podáis vivir con tranquilidad y sosiego, sin que os falte nada, no os metáis en una empresa donde tengáis que arriesgarlo todo.
   Al conde le agradó mucho este consejo que le dio Patronio, obró según él y obtuvo muy buenos resultados.
   Y cuando don Juan oyó este cuento, lo consideró bueno, pero no quiso hacer otra vez versos, sino que lo terminó con este refrán muy extendido entre las viejas de Castilla:
   El que esté bien sentado, no se levante.

Aparece un nuevo género: la novela (siglo XIV)

En el siglo XIV aparece un nuevo género literario, llamado a tener una importancia cada vez mayor en la historia literaria: la novela. Las primeras manifestaciones de este género son:

  • La novela de aventuras, como La gran conquista de Ultramar, en la que se mezclan el sentimiento amoroso (procedente de los temas cortesanos franceses, como la historia de Tristán e Isolda) y la acción de las leyendas clásicas adaptada al mundo medieval.
  • La novela caballeresca, como El caballero Zifar, en la que se mezclan el elemento heroico, propio de la épica francesa, con el fantástico-mágico-legendario, procedente de la "materia de Bretaña" (en latín, materia Britanniae, la literatura en torno a Arturo, el mago Merlín y los caballeros de la Tabla Redonda).

Bibliografía, webgrafía

  • Alonso, Santos y otros: Lengua castellana y literatura. 1º Bachillerato. Barcelona, Casals, 2016, tema 8 "La literatura medieval", pp. 150-175.

Preguntas de la Wikimpace relacionadas con el tema

Trabajos de los alumnos

Hasta el siglo XII

Siglo XIII

Siglo XIV

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (diciembre 2018): Ezequiel Comandú y Javier Sopena.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.