Los movimientos estéticos de vanguardia. El vanguardismo en España: Ramón Gómez de la Serna (1888-1963)

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Los movimientos estéticos de vanguardia

Las vanguardias son los movimientos que, en el primer tercio del siglo XX, se extienden desde Francia y Alemania a todo el mundo occidental y afectan a todas las manifestaciones artísticas: artes plásticas (pintura, escultura, arquitectura), literatura, música y cine.

Son herederos del Simbolismo, Impresionismo o Modernismo y repiten, exagerándolo, el espíritu renovador de estos movimientos, llegando incluso a la experimentación con las formas y a los juegos literarios con los sonidos o las palabras.

Defienden la ruptura con el Naturalismo, deformando la realidad (expresionismo), desdoblándola desde todos los ángulos posibles (cubismo), reflejando su movimiento (futurismo) o bien mostrando sus zonas ocultas (surrealismo). Entre los vanguardismos más representativos, figuran:

El cubismo

Iniciado por Picasso en 1906, reivindica el conocimiento y la sabiduría del artista, no en su visión sensible de la realidad y aporta conceptos básicos para las vanguardias, como la autonomía de la obra de arte, la simultaneidad de las ideas y percepciones y el “collage”. Estas propuestas las adapta a la literatura Guillaume Apollinaire (1880-1918), en sus Caligramas, que fusionan pintura y poesía.

El futurismo

Fundado por el poeta italiano F.T. Marinetti(1876-1944) en 1909, propone la simultaneidad de sensaciones en movimiento, exalta la energía, la fuerza viril, el progreso, la industrialización y la máquina, propugna la destrucción de sintaxis y la libertad de las palabras en la poesía. En Rusia tiene mucho éxito entre los poetas, en especial con Vladimir Maiakovski(1894-1930). También en España influyó en los poetas del 27, como Gerardo Diego (por ejemplo, en su poema "35 bujías").

El expresionismo

Originario de Alemania (1910), solo admite la subjetividad creadora del artista para captar la esencia espiritual de la realidad y expresa su visión atormentada y exagerada a través de unas formas que juegan con la experimentación y acumulación de elementos medievales, barrocos y románticos. El expresionismo influye en el esperpento de Valle-Inclán.

El creacionismo

Iniciado por el chileno Vicente Huidobro (1893-1948) en 1914, pretende que el poema no imite o refleje la naturaleza, sino que, como ente autónomo, la cree en sus versos. Importantes en el desarrollo del movimiento son: Gerardo Diego (1896-1987),Juan Larrea (1895-1980) y César Vallejo (1892-1938)

El dadaísmo

Creado por el poeta rumano Tristan Tzara (1896-1963) en 1916, parte de la inutilidad del arte y la cultura tradicionales, por lo que propone el nihilismo como forma de vida y el balbuceo infantil (dadá) como la literatura más sublime, y defiende el lenguaje como fin en sí mismo, la autonomía de la obra de arte y la experimentación. En el dadaísmo militaron los principales surrealistas.

El ultraísmo

Creación hispana de 1919, impulsada, entre otros, por Guillermo de Torre (1900-1971), que recoge bastantes elementos del futurismo (exaltación de la máquina, experimentación y palabras en libertad) y propone las metáforas e imágenes como ejes de la poesía.

El surrealismo

Iniciado en 1924 por varios dadaístas liderados por el poeta André Breton(1896-1966), está considerado como el vanguardismo más importante. Desencantados del nihilismo dadaísta, los surrealistas apuestan por la creación y pretenden desentrañar el sentido último de la realidad. Por eso, siguiendo a Sigmund Freud, reivindican el subconsciente y el sueño, el símbolo y el mito. Pretenden expresarse por medio de la escritura autonómica, una escritura que resulta de la afloración espontánea de las palabras a partir del subconsciente o del sueño sin la intervención de la lógica o de la razón coherente. Otros surrealistas son Louis Aragon (1897-1982) y Paul Éluard (1895-1952). El surrealismo influye en varios poetas de la Generación del 27.

El vanguardismo en España: Ramón Gómez de la Serna (1888-1963)

Dentro de las vanguardias se va a situar un conjunto de obras que, acogidas bajo la bandera de la liberación, hacen tabla rasa de lo anterior y aspiran a crear un arte nuevo donde la imaginación y la fantasía se conviertan en elementos esenciales.

   «La alegría y la exaltación vitalista, que destaca en un primer plano en los relatos vanguardistas, está siempre socavada por una veta de desilusión,
de escepticismo nihilista: el “cántico” a la vida nunca ahoga los “clamores” de las fuerzas negativas –el tedio, la angustia, la nada, la muerte– que
lo minan por dentro» (Víctor Fuentes, La narrativa española de vanguardia). 

El arte se concibe como creación de un mundo libre de constricciones. La presencia de lo incongruente e ilógico, del fragmentarismo, lo humorístico y lúdico es también muy importante. En este ámbito, Ramón Gómez de la Serna ocupa un lugar importante.

Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) encarna el nuevo espíritu de la vanguardia, representado en el rechazo del subjetivismo y en la renuncia a reproducir fielmente la realidad: para él, la única forma de captar el mundo, incongruente y absurdo, que le había tocado vivir es a través de la incoherencia y la fragmentación.

Defensor a ultranza de un arte nuevo centrado en los objetos y desligado de las impurezas de lo sentimental y lo humano, divulga en su revista Prometeo (1908-1912) los manifiestos de los movimientos vanguardistas con el objeto de inculcar en las nuevas generaciones de escritores la necesidad de un cambio radical en la creación artística.

Fruto de esa nueva actitud es el genial hallazgo de la greguería, género con el que pretende aprender la realidad mediante un mecanismo lingüístico de la máxima condensación expresiva consistente en mezclar la metáfora y el humor.

Y, precisamente, en la greguería está la base de su novela vanguardista, un tipo de narrativa en la que la acción suele ser muy leve, sustituida por divagaciones, sartas de greguerías… Sus características son el formalismo y la experimentación, el juego con la realidad y la fantasía, con la inverosimilitud y la incongruencia, con las estructuras y la sintaxis, como sucede en sus primeras novelas: El doctor inverosímil (1914); La viuda blanca y negra (1917); El incongruente (1922, en esta novela, anticipación del surrealismo, el protagonista es un hombre que nunca encuentra un jueves).

   "En su mesa tenía una campanilla de plata como principal atributo, la campanilla para «llamar al orden al silencio», como él decía. Se fue a casar a los
dieciocho años; pero no se casó porque en el descorchen del champagne mató a su suegro con el corcho de una botella y la novia se negó a dormir ni una sola
noche con el asesino de su padre. […]
   «Para mí, la muerte será una incongruencia más, y, por lo tanto, carecerá de esa importancia que otros la dan. Yo no he ligado mi vida a nada. Yo no tengo
lógica, y, por lo tanto, se desatan todas esas cosas apretadas y muy ligadas que tienen los otros, las cosas que les obligan, les conducen, les llenan de
dolor… Yo, en la incongruencia, siempre estoy alegre».
    En un libro Mayor enorme, con cantoneras de vaca, escribía pensamientos incongruentes, como estos que para muestra van a continuación: […] Hay árboles
histéricos, de sistema nervioso muy engarabitado… Se les nota todo en otoño, cuando su sistema nervioso se queda al descubierto. Los árboles van dejando
caer sus hojas, arrugadas y tiradas como misivas… Debían echarlas al cesto de los papeles… El día en que esté civilizada la arboleda, así lo hará."
   Ramón Gómez de la Serna, El incongruente.

Posteriormente, coincidiendo con la literatura deshumanizada, esa actitud se acentúa en El torero Caracho (1926), La mujer de ámbar (1927), El caballero del hongo gris (1928), La Nardo (1930), ¡Rebeca! (1936), y en su obra maestra, El hombre perdido (1946).

Bibliografía, webgrafía

(La bibliografía y webgrafía sobre Antonio Machado, puede verse en la pregunta: Antonio Machado (1875-1939): los grandes temas poéticos).

(Igualmente, el poeta Juan Ramón Jiménez, que tuvo una etapa modernista, tiene su bibliografía y webgrafía en la pregunta: La evolución poética de Juan Ramón Jiménez (1881-1958): en busca de la «poesía pura»).

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (noviembre 2017): Pablo Illescas
  • Revisiones, correcciones: Letraherido