Los personajes: caracterización e interrelaciones

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   NOTA: Esta pregunta se formuló en la prueba EvAU de Lengua castellana y literatura II de
junio de 2017 con el siguiente enunciado:"Personajes con nombre propio y personajes genéricos
en La Fundación".
Foto del cartel con el que se estrenó la obra (1974)
   "Por supuesto, en la obra hay abundante material autobiográfico. Yo no lo hubiera escrito sin una
experiencia personal y muy directa (...). Mi experiencia se reparte un poco entre todos los personajes
pero ninguno soy yo".
   (Antonio Buero Vallejo, en entrevista con José Monleón)

Criterios específicos de corrección (Universidad de Zaragoza)

El alumno deberá distinguir entre los protagonistas con nombre propio y los personajes secundarios con nombre genérico.

Los primeros (Tomás, Tulio, Max, Asel, Lino) representan a las víctimas de la represión, al hombre individual, sufriente y esperanzado, con cuyas vivencias puede identificarse el espectador. Cada uno de ellos posee rasgos individualizadores y su comportamiento observa una evolución a lo largo de la obra: la prudencia y la capacidad de mando del experimentado Asel (y la confesión final de sus debilidades); la rudeza inicial de Tulio hacia Tomás, y la posterior empatía entre ambos; la escondida traición de Max, motivo de su enfrentamiento con Lino; y, por encima de todo, el paulatino redescubrimiento de la realidad por parte de Tomás, paralelo al propio desvelamiento de su pasado.

Los personajes genéricos (Encargado, Ayudante, Primer Camarero, Segundo Camarero) encarnan las fuerzas represoras, asumen las ideas de orden del régimen llevadas a la práctica, y carecen de rasgos particulares.

Casos aparte son los de Berta, personaje femenino con una base real pero imaginado por Tomás en sus delirios, y el Hombre, que encarna la imagen de un ser humano real que ha muerto de hambre en la cárcel, y al que Tomás, envuelto en su ensoñación, cree ver con vida.

La Fundación (1974), introducción

La Fundación es una de las obras de Antonio Buero Vallejo que más éxito de público y crítica ha conseguido, tanto por su dramatismo en el argumento como por la novedad en las técnicas dramáticas utilizadas.

La obra se estrenó en 1974, en los últimos años de la dictadura franquista. La censura estaba más o menos restringida, pero seguía teniendo control sobre los medios de comunicación. La Fundación está presentada como una fábula que plantea al espectador la lucha entre la realidad y la ficción, entre apariencia y realidad, en la que poco a poco va triunfando la verdad. Como siempre en la obra de Buero Vallejo, se puede apreciar el intento de los hombres por conseguir la libertad, nos enfrenta a nosotros mismos con ese mismo reto.

Cuando, identificados con el protagonista de la obra, creemos que nos encontramos cómodamente instalados en una Fundación, descubrimos que estamos en una cárcel. Es el reflejo de nuestro mundo y de nuestra sociedad.

En los personajes de Buero Vallejo podemos distinguir las siguientes características:

  • Presentan alguna tara física o psíquica.
  • No se reducen a simples esquemas o símbolos, son caracteres complejos que experimentan un proceso de transformación a lo largo de la obra.
  • La crítica los ha distinguido entre personajes activos y personajes contemplativos en las obras de Buero.

Reparto

Foto de los cinco protagonistas

Esta obra se estreno el 15 de enero de 1974, en el Teatro Fígaro, de Madrid.

(Actores que encarnaron a los personajes, por orden de intervención)

  • TOMÁSFrancisco Valladares
  • HOMBREJosé Albiach
  • BERTAVictoria Rodríguez (actriz que luego se casó con Buero Vallejo)
  • TULIOPablo Sanz
  • MAXEnrique Arredondo
  • ASELJesús Puente
  • LINOErnesto Aura
  • ENCARGADOLuis García Ortega
  • AYUDANTEAvelino Cánovas
  • PRIMER CAMAREROJosé Solán
  • SEGUNDO CAMAREROMáximo Ruiz
  • VOCES

La acción está ubicada "En un país desconocido", que podría ser España o cualquier otro.

Direccion: José Osuna.

Escenografía: Vicente Vela.

Personajes

La nómina de personajes, como suele ser habitual en la dramaturgia de Buero, resulta reducida. La trama se centra en los cinco condenados, entre los cuales distinguimos un verdadero protagonista: Tomás. Cada uno de los personajes principales de La Fundación contiene un gran valor simbólico. Una constante en el teatro de Buero es el enfrentamiento entre personajes activos y contemplativos. El mundo en que viven es demasiado pequeño. Se mueven en un universo cerrado a la esperanza. A pesar de ser conscientes de sus limitaciones, sueñan un imposible, están irremediablemente abocados al fracaso. Nunca ven materializados sus deseos.

Los primeros (los personajes activos) se caracterizan por su materialismo y su falta de escrúpulos para alcanzar una meta, que puede ser el ascenso social o simplemente la supervivencia. Los contemplativos, por el contrario, se definen por su idealismo y la defensa de los principios éticos; pero carecen de voluntad para imponerlos. Los personajes de La Fundación no encajan completamente en estos dos prototipos porque van evolucionando (especialmente, el protagonista, Tomás).

Personajes contemplativos

  • Tomás es quien soporta todo el peso de la obra. Gracias a él, los lectores o espectadores conocen el significado pleno del drama. Tomás nunca abandona la escena. El Tomás de la primera parte es un personaje contemplativo. Representa al intelectual no comprometido, ajeno al mundo que lo rodea. Es un escapista. Abrumado por la realidad, se ha creado un mundo fantástico del que han desaparecido el hambre, el sufrimiento y la condena a muerte que pesa sobre él y sus compañeros. Cree residir en una moderna Fundación, becado junto a sus compañeros para desarrollar investigaciones o, en su caso, escribir una novela. Se muestra amable con sus colegas y agradecido con esa sociedad que les permite desarrollar la ciencia o disfrutar del arte, la música y la literatura, sin ninguna otra preocupación. Poco a poco -y el espectador con él-, irá percibiendo la dolorosa realidad. Recupera el juicio por completo, hasta convertirse en un personaje activo, comprometido, al final de la obra. El factor clave para la curación de Tomás es el mismo que había provocado su locura: el dolor. Si el sufrimiento causado por la tortura lo había conducido a delatar a sus compañeros, de donde venían sus remordimientos y mala conciencia, y de ahí su locura, ahora el trauma causado por las sucesivas muertes de sus compañeros hará que recobre la lucidez.

Los cuatro acontecimientos clave en este proceso evolutivo serán:

  1. Descubrir que el hombre que él creía enfermo era, en realidad, un cadáver (final de la primera parte). Es el primer indicio de que no vive en un mundo feliz, sino que existen el hambre, las mentiras y la muerte. El hombre sin nombre, aniquilado, cadavérico, es una de las víctimas del sistema represivo que Buero quiere condenar.
  2. Descubrir que Tulio será ejecutado (inicio de la segunda parte). Es el momento decisivo para la curación de Tomás: por primera vez, admite que vive en una cárcel y que él, como todos sus compañeros, están condenados a muerte. Va recordando, con ayuda de Asel, las causas de su encarcelamiento y su locura.
  3. El suicidio de Asel (final de la segunda parte). Es el momento clave para la evolución del protagonista: el Tomás contemplativo deja paso a un Tomás activo, dispuesto a luchar y a ejecutar los proyectos de fuga diseñados por su amigo muerto.
  4. El asesinato del traidor Max a manos de su propio compañero, Lino (casi al final de la obra). A pesar de haberse convertido en un personaje activo (es decir, realista, dispuesto a actuar para conseguir una meta: la fuga), Tomás sigue defendiendo los principios éticos característicos de los contemplativos: rechaza la violencia y condena el crimen cometido por Lino, por innecesario y cruel.

Tomás es el personaje que se identifica con el lector o el espectador, porque este va descubriendo qué es lo que pasa en la escena de verdad al mismo tiempo que el personaje. Espectador y personaje se identifican así, empatizan, y Buero consigue ese "efecto de inmersión" tan característico de sus obras. Téngase en cuenta que Tomás es el único personaje que no sale jamás de escena, de manera que su punto de vista se impone al lector/espectador.

En cuanto al "efecto de inmersión", es una técnica innovadora creada por Buero y que él oponía a su contrapunto, el famoso distanciamiento que proponía el creador del "teatro épico", el alemán Bertolt Brecht.

El itinerario vital de Tomás le lleva a ubicarse desde el "locus amoenus" en el que se había colocado (la Fundación) al "locus horribilis" donde realmente habita: la caverna del cíclope, la cárcel.

Personajes activos

Activos con principios éticos

+ Asel es uno de los personajes más complejos del teatro de Buero. Al igual que Tulio, ha superado, como hombre de acción, los límites entre los “activos” y los “contemplativos”. Comparte características de ambos grupos de personajes. Coincide con los activos en su realismo. En lugar de evadirse de las realidades desagradables (como Tomás), él las analiza para buscar soluciones. Por ejemplo, estudia la estructura de la cárcel para localizar el lugar propicio para excavar un túnel. Sus dotes de persuasión y manipulación, que lo han convertido en el líder del grupo. Asel es quien impulsa la acción dramática: es él quien ha ideado la terapia para que Tomás vuelva a la realidad, es él quien ha preparado el proyecto de fuga. La lucha por alcanzar la meta: la libertad. No sólo ha diseñado el plan de fuga y conseguido colaboradores, sino que, en el momento de la máxima tensión dramática, Asel decide suicidarse para no hablar ante la tortura y hacer posible aún la fuga de sus compañeros Tomás y Lino.

Asel defiende el recurso a la mentira en dos circunstancias:

  • Primero, para no causar más sufrimiento al protagonista. Actúa y hace actuar a sus compañeros conforme a las fantasías de Tomás.
  • En segundo lugar, miente a los guardianes para sobrevivir y sacar adelante su plan: quiere que los trasladen a las celdas de castigo para intentar la fuga.

Al igual que los “contemplativos”, se rige por unos principios éticos basados en la comprensión, la generosidad y el rechazo de la violencia. Vemos cómo los pone en práctica con el “traidor” Tomás. Aunque este sea el culpable de que estén todos en la cárcel, no sólo no toma represalias contra él, sino que lo ayuda a recuperarse. Si bien Asel confiesa en la segunda parte que él no es un héroe, ya que también ha delatado a sus compañeros en el pasado y eso costó, al menos, una vida. Sueña con un mundo mejor. La actitud final de Asel, al igual que la de Tulio, parecen contagiadas por la fantasía de Tomás, como si de un proceso de quijotización se tratase. Asel afirma dos veces que el paisaje que veía Tomás es verdadero. El propósito de esto es sugerirnos que debemos soñar por ese mundo idílico, que debemos luchar por esa aspiración a algo absoluto e imposible, tal como han hecho siempre los “contemplativos” en las obras de Buero.

+ Tulio es, en un principio, colérico, caracterizado por su hosquedad e intransigencia. Pero todo queda compensado por su personalidad soñadora. Tulio se nos presenta con una primera impresión engañosa, ya que al principio se muestra reacio a seguirle la corriente a Tomás, pero acaba siendo el que en mayor grado se identifica con él al final de la historia; por lo que, dada su humanidad, su ejecución resulta más dolorosa.

Activos sin escrúpulos 

+ Max está caracterizado por su bajeza moral, ya que se entrega a fáciles compensaciones a cambio de una traición.

+ Lino, apático en un principio, hombre de acción más tarde, impetuoso, es el que mata a Max, en un acto de violencia gratuita, censurado por el protagonista. Al obrar así, se equipara a los carceleros. Su acción, por otro lado, podría haber echado a perder la posibilidad de escapar

              LINO.- Tenemos el derecho de indignarnos...
              TOMÁS.- Y el deber de vencer.
              LINO.- Sí, todo lo he podido echar a perder. Tengo que aprender a pensar...
              TOMÁS.- Y yo...
              LINO.- ...Para entender qué es todo esto. ¿Lo sabes tú?
              TOMÁS.- (Irónico) El holograma... de las fieras.
              LINO.- Será eso que tú dices. Pero tan sucio, tan duro... ¿Es que nunca vamos a conseguir cambiarlo?
              TOMÁS.- (Se acerca y le oprime el hombro). Ya está cambiando. Incluso dentro de nosotros. (Se separa y se sienta) Y ahora, 
                            esperemos.

Otros personajes

+ Berta es un personaje atípico, fruto de la imaginación de Tomás. El verdadero sentido de los diálogos de Tomás y Berta no puede ser entendido por el público hasta el final de la obra. Al principio, corresponde a los deseos de Tomás, que cree en su ficción enteramente, y para ello necesita la presencia de su novia. Por otro lado, Berta introduce el ratón, que, al recibir el mismo nombre que el protagonista, viene a sugerir una equivalencia entre el propio Tomás y el roedor o, más en general, entre los seres humanos y los ratones, una asociación que recuerda a la obra de John Steinbeck, De ratones y hombres. En este sentido, es un desdoblamiento de Tomás, la voz de la conciencia y de su subconsciente, que le intenta hacer recordar dónde está. Berta aborrece la Fundación. Todo lo que expresa es lo que Tomás empieza a intuir o a temer. Es un refugio para él, pero a través de ella se van filtrando fragmentos de la realidad que él conoce, aunque preferiría ignorar. En la segunda parte, en el primer cuadro, encontramos dos apariciones: una hacia la mitad (que muestra tanto el deseo sexual, frustrado de Tomás, como sus avances hacia la realidad); y otra al final, que simboliza tanto la pena de la verdadera Berta como el dolor que sufre Tomás por sí mismo.

+ El ratoncito blanco que trae Berta entre las manos, y al que ha dado el mismo nombre que a su novio, Tomás. De algún modo, el ratón refleja la condición humana en un sistema de dictadura y opresión. Ante el totalitarismo, solo somos ratones, ratones asustados (como ocurre, por ejemplo, en la novela gráfica Mauss (1980), de Art Spiegelman, sobre el periodo nazi alemán). El americano John Steinbeck trató esta cuestión en su novela Of Mice and Men, De ratones y hombres, donde habla de la vida miserable de dos jornaleros en el Sur estadounidense, trabajando por un poco de dinero y comida en ranchos casi feudales. La liberación de Tomás, en La Fundación, coincide en el tiempo con el momento en que fallece el ratón. Cuando Tomás deja de ser un ratón, es cuando empieza a recobrar la consciencia y, con ella, la cordura.

Por otro lado, en la segunda parte de la obra, Asel confiesa que él también cometió errores cuando era joven, como Tomás, y dice que, aunque se aparezca ante los demás como un león, él sabe que, en verdad, solo es otro ratón asustado más; un pobre ser humano, con sus miedos y sus debilidades. Como todos. Asel confiesa de manera heroica que él no es un héroe (aunque luego si realizará un acto heroico -su suicidio- para ayudar a la salvación de sus compañeros).

+ El cadáver del primer acto. Representa, como ya hemos dicho más arriba, a las víctimas del sistema opresor que Buero critica. Es un hombre aniquilado, sin nombre, sin vida, asesinado por la injusticia. Muere de hambre sin que el sistema opresivo haga nada para evitarlo.

+ El encargado trabaja para la Fundación, es realmente un carcelero, uno de los represores, caracterizado por su frialdad y su falta de compasión con los condenados. Y lo mimo podríamos decir del primer y el segundo camarero, empleados de la cárcel, colaboradores del sistema opresor.

+ Además de los personajes centrales del drama y de Berta, hay otros que, solamente aludidos, abren la cerrada perspectiva de la celda a un horizonte más amplio de solidaridad humana. Son:

+ los “compañeros a toda prueba”, que se arriesgarán para que, desde el sótano, puedan cavar el túnel hacia la libertad; o

+ los “barrenderos de la galería”, que diseminarán la tierra, “porque son compañeros”;

+ o Patapalo, el “cojo que está en una de las celdas de ahí enfrente”, que descubre a un egoísta;

+ o cualquiera de los miles de ojos que miran y ayudan. Esa colectividad que está en el fondo se hará presente en escena cuando un “coro de voces”, según dice la acotación, grite al unísono “asesinos”, como última despedida a Asel, a la vez que revela de qué modo la situación que afecta a los cinco protagonistas trasciende sus casos personales y se convierte en testimonio de una represión generalizada.

Bibliografía, webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero 2018): Paula Nieto y Claudia Fernández. Segunda redacción (diciembre 2019): Ariadna Salazar y Nerea Gracias. Marta Peláez, Clara Sancho y May Ann Dela Reyna.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.