Diferencia entre revisiones de «Rosalía de Castro (1837-1885): su vida y su obra»
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Revisión de 08:26 24 abr 2019
Rosalía de Castro fue una poeta y novelista española nacida en el año 1837, en Santiago de Compostela, donde vivió durante la mayor parte de su vida; allí pasó su infancia y adolescencia.
La escritora nunca gozó de una buena salud, lo que le procuró dificultades a la hora de enfrentarse al mundo. Además, fue una mujer que se dedicó en cuerpo y alma a cuidar de su casa, de sus hijos y de su marido, sin ánimo de dedicarse a nada más. Fue Manuel Martínez Murguía, su marido, quién la animó a escribir y a sacar a la luz todos los versos con los que nos persuadiría posteriormente .
Los escritos de esta poeta española destacan por su producción lírica, así como por su sencillez. Sus poemas están escritos en la misma línea sencilla e intimista de Bécquer.
Rosalía defendía su tierra ante todo. Por ello, podemos apreciar como en sus obras se centra principalmente en hablar de sus orígenes, de su tierra de Galicia, así como de los sentimientos de nostalgia y pena que ella siente por haber tenido que dejarla atrás.
Rosalía de Castro puso todo su esfuerzo en la escritura, dejando así un completo repertorio de poesías y obras narrativas de las que podemos gozar hoy en día. Entre sus obras destacaremos:
- Cantares gallegos (1836): Un libro compuesto por 36 poemas que recogen núcleos temáticos fundamentales como el costumbrismo, el amor, el intimismo y, en último lugar, el social-patriotismo.
- Follas novas / Hojas nuevas: segundo libro de Rosalía de Castro y último escrito en gallego. Calificado como la obra más rica y profunda de la autora.
- En las orillas del Sar (1884): Su último libro de poemas, escrito en castellano. He aquí uno de sus últimos poemas:
Oigo el toque sonoro que entonces a mi lecho a llamarme venía con sus ecos que el alba anunciaban, mientras, cual dulce caricia, un rayo de sol dorado alumbraba mi estancia tranquila. Puro el aire, la luz sonrosada, ¡qué despertar tan dichoso! Yo veía entre nubes de incienso, visiones con alas de oro que llevaban la venda celeste de la fe sobre sus ojos... Ese sol es el mismo, mas ellas no acuden a mi conjuro; y a través del espacio y las nubes, y del agua en los limbos confusos, y del aire en la azul transparencia, ¡ay!, ya en vano las llamo y las busco. Blanca y desierta la vía entre los frondosos setos y los bosques y arroyos que bordan sus orillas, con grato misterio atraerme parece y brindarme a que siga su línea sin término. Bajemos, pues, que el camino antiguo nos saldrá al paso, aunque triste, escabroso y desierto, y cual nosotros cambiado, lleno aún de las blancas fantasmas que en otro tiempo adoramos.