''Esperando a Godot''. Texto 11 y cuestiones relacionadas

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Beckett, Esperando a Godot. Traducción de Ana María Moix

Vladimir.— De todos modos, déjame ver. (Estragón desata la cuerda que sujeta su pantalón. Este,
           demasiado ancho, le cae sobre los tobillos. Miran la cuerda) La verdad, creo que podría servir.
           ¿Resistirá?
Estragón.— Probemos. Toma. (Cada uno coge una punta de la cuerda y tiran. La cuerda se rompe.
           Están a punto de caer)
Vladimir.— No sirve de nada. (Silencio)
Estragón.— ¿Dices que mañana hay que volver?
Vladimir.— Sí.
Estragón.— Pues nos traeremos una buena cuerda.
Vladimir.— Eso es. (Silencio)
Estragón.— Didi.
Vladimir.— Sí.
Estragón.— No puedo seguir así.
Vladimir.— Eso es un decir.
Estragón.— ¿Y si nos separásemos? Quizá sería lo mejor.
Vladimir.— Nos ahorcaremos mañana. (Pausa) A menos que venga Godot.
Estragón.— ¿Y si viene?
Vladimir.— Nos habremos salvado. (Vladimir se quita el sombrero –el de Lucky-, mira el interior,
            pasa la mano por dentro, lo sacude, se lo cala)
Estragón.— ¿Qué? ¿Nos vamos?
Vladimir.— Súbete los pantalones.
Estragón.— ¿Cómo?
Vladimir.— Súbete los pantalones.
Estragón.— ¿Que me quite los pantalones?
Vladimir.— Súbete los pantalones.
Estragón.— Ah, sí, es cierto. (Se sube los pantalones. Silencio)
Vladimir.— ¿Qué? ¿Nos vamos?
Estragón.— Vamos. (No se mueven)

Pregunta 1 — Sitúe el momento de la acción a la que pertenece el fragmento citado y especifique los rasgos del teatro del absurdo en esta escena

Criterios de corrección (Universidad de Zaragoza)

El alumno deberá reconocer que el fragmento escogido corresponde al final de la obra. A partir de esta certeza, puede especificar los rasgos del teatro del absurdo en esta escena eligiendo a su antojo: el sinsentido de los diálogos, el delirio de las acciones, la incomunicación entre personajes, la inversión del principio de causalidad, el énfasis en lo emocional… esto es: utilizar todos aquellos aspectos vistos en clase como propios del absurdo y que en la escena pueden corroborarse con facilidad.

Así, el final absoluto de la escena y de la obra, meridiana inversión del principio de causalidad:

   «Estragón.- Vamos. (No se mueven)».

Desarrollo de la pregunta 1

Este fragmento está casi al finalizar la obra. Vladimir y Estragón ven que Godot (¿God, Dios?) no llega. El absurdo es completo, nada tiene sentido. Los diálogos parecen más bien monólogos, una buena metáfora de la vida moderna: incomunicación, insensatez, sinsentido... Los ¿amigos? son casi enemigos. Los diálogos entre Vladimir (Didi) y Estragón son incisivos, cortos, dejan ver una creciente desesperación del ser humano. Ambos personajes, que tienen mucho de clowns (por eso a Didi se le caen los pantalones) son símbolos de una raza humana desorientada, angustiada, en profunda crisis existencial.

Las acotaciones son muy importantes. Destacan la incomunicación en que viven los personajes, de ahí que se repita varias veces (Silencio). O contrastan con lo que acaban de decir los protagonistas, como en la línea final, cuando Estragón declara que se van, pero la acotación indica que (No se mueven) -contraste movimiento / quietud-.

Ese final del fragmento, precisamente, es demoledor: ya no sirve la lógica aristotélica o apofántica (premisa + premisa = conclusión). Nos fallan los silogismos: nos movemos, pero no andamos.

   «Estragón.- Vamos. (No se mueven)».

En el mundo de hoy -de entonces, época de Beckett- la lógica del sentido había hecho mutis por el foro. En su lugar, solo quedaba un hueco para el absurdo existencial. Todos sentados al borde del abismo, esperando a un Godot que ya tardaba en venir.

Beckett supo retratar como nadie las dificultades de la existencia en una vida que carecía de sentido y en la que los personajes sentían angustia, malestar existencial e incluso tentaciones suicidas, como se ve en el fragmento, cuando Vladimir dice:

   Vladimir.— Nos ahorcaremos mañana. (Pausa) A menos que venga Godot.

El panorama presentado por Beckett es desolador. Los protagonistas ni siquiera pueden decidir suicidarse, porque la cuerda con que deberían hacerlo, la que sujetaba los pantalones de Estragón, es demasiado frágil y se rompe. Por eso tienen que dejar para otro momento incluso el acto suicida. La situación planteada por Beckett es tragicómica: una mezcla entre el horror y la risa. Pura risa sardónica, la mirada clorhídrica del autor hacia un mundo en coma profunda. Un ojeo tan especial de la actualidad que le valió al autor irlandés el Nobel de Literatura.

Eso sí, Beckett deja un resquicio a la esperanza, pues aún es posible que las cosas cambien. Solo si viene Godot.

   Estragón.— ¿Y si viene?
   Vladimir.— Nos habremos salvado.

Se suele decir que el franco-rumano Eugène Ionesco, en obras como La cantante calva, representa el lado cómico del teatro del absurdo y el franco-irlandés Beckett, el lado trágico. Pero como vemos en este fragmento, el escritor irlandés no ha suprimido la confianza en el futuro.

Pregunta 2 — Importancia de las acotaciones en la escritura dramática y puesta en escena de Esperando a Godot

Criterios de corrección (Universidad de Zaragoza)

El alumno puede volcar todo aquello aprendido en clase acerca de las acotaciones en la obra de Beckett (son directas y rápidas, como los diálogos, denotan un escenario desnudo, son complemento del nonsense de los diálogos, son más claras que los diálogos, indican gestos y movimientos de los personajes…), pero se valorará que eche mano de los ejemplos del pasaje.

En este sentido, esta pregunta resulta complementaria de la anterior, lo que permite que el alumno pueda distribuir adecuadamente los comentarios.

Desarrollo de la pregunta 2

En el fragmento que ahora vamos a comentar, las acotaciones son fundamentales, al igual que lo son en la obra toda de Beckett y, por ende, en el teatro del absurdo.

Podríamos decir que los diálogos de Beckett son cortos, incisivos y absurdos. Las respuestas de los personajes descolocan al público porque lo ubican en el umbral de la incoherencia. No se olvide que, en este tipo de teatro, lo que se quiere reflejar es precisamente la falta de sentido, lo absurdo del existir, la ausencia de lógica del devenir humano. Así pues, la desconexión de preguntas y respuestas o de la sucesión de intervenciones de los protagonistas hace que el público tenga que intentar recuperar el sentido de lo que se está diciendo a otro nivel, ya que en el de la literalidad no es posible hacerlo. Y es por eso también por lo que, en Beckett, las acotaciones son tan importantes.

El autor convierte al público en espectador y lector. Como es bien sabido, las acotaciones no se leen en la escena, son instrucciones para los actores y el director del montaje teatral. El público las ve en las tablas convertidas en acción, gesto, movimiento o ritmo, pero no en palabras.

Sin embargo, en el teatro de Beckett, la acotación es a la vez palabra que acentúa el sinsentido, el nonsense del existir, y acción actoral. Hace que la obra teatral tenga una doble dimensión de texto representable y de texto legible. Es al tiempo obra para la lectura y para el montaje escénico. Y además, es la que obliga al espectador / lector a iniciar una operación intelectual de intento de recuperación del sentido. De manera que, al tiempo que deconstruye la lógica aristotélica y sus ordenados silogismos, haciendo imperar la tautología y la contradicción, la acotación beckettiana tiene un valor reactivo, pues pone en marcha la esperanza, la fe en un cambio de la humanidad.

En el fragmento que comentamos, aparecen muchas acotaciones, con distintos significados.

La primera vez que aparece, nos informa de que a Estragón se le han caído los pantalones, típica situación de los clowns de circo, porque ha quitado la cuerda que los sujetaba a modo de cinturón alrededor de su cintura. Y Estragón añade misteriosamente:

   La verdad, creo que podría servir. ¿Resistirá?

Luego nos enteramos de que se está refiriendo a si la cuerdecita en cuestión servirá para que puedan ahorcarse, cosa que quedará descartada en la siguiente acotación, en la que se nos informa de que ambos personajes, tirando cada uno por un lado de ella, la han roto, por la cual tienen que dejar para otro momento ("mañana") su decisión suicida. Así, el fragmento nos sitúa de entrada en el ámbito de la monstruosidad, de lo tragicómico, de lo deforme y lo grotesco. En el mundo beckettiano, se unen con naturalidad lo cómico y lo trágico, el circo y el cementerio, la risa y el llanto.

Las siguientes acotaciones apuntalan esta estética de la contradicción permanente que estamos observando: aparece un par de veces la palabra (Silencio), en contraste con la tradición teatral burguesa, que es teatro de la palabra, y una vez la palabra (Pausa). Es decir, quietud frente a movimiento.

En la siguiente acotación, el autor se ubica más bien a una poética de la intrascendencia, pues nos presenta acciones irrelevantes: Vladimir se quita el sombrero y vuelve a ponérselo. Es decir, vuelve al principio. Circularidad, tautología. No avanzamos, siempre repetimos el mismo sinsentido. Y nuevamente el principio de contradicción: el sombrero que se pone el desafortunado Vladimir es de Lucky el afortunado. Puro juego desconstructivo.

En la siguiente acotación, se nos dice que Estragón vuelve a subirse los pantalones. De nuevo, la circularidad. No ha habido avance, sino vuelta al principio. La vida no es aprendizaje útil, sino repetición ociosa. Nuestras experiencias vividas no nos ayudan.

Y esta idea concuerda con la que nos sugiere la última acotación, que contradice lo que afirma el personaje, pues Estragón dice "Vamos" y el autor remata (No avanzan).

Bibliografía y webgrafía

  • CALERO HERAS, José: Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, tema 12, "El teatro", pp. 220 a 232.

Trabajos de los alumnos

  • Samuel Beckett (1906-1989), irlandés. Esperando a Godot. Texto 8 y preguntas afines. Trabajo de Marta Monge. 1º Bachillerato C. Curso 2017-2018.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero de 2021): Letraherido.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.