Diferencia entre revisiones de «“Y así, sin cesar me devora el Tiempo, como la nieve devora cuerpos inertes” (“La llamada de la nada”: Temporalidad, destrucción y olvido en ''Las flores del mal'', de Charles Baudelaire)»

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(Temporalidad, destrucción y olvido en Las flores del mal, de Baudelaire)
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* [http://www.avempace.com/file_download/2267/REALISMO+FRENTE+A+POSROMANTICISMO.pptx Realismo frente a Postromanticismo], documento en la web del IES ''Avempace''.
 
* [http://www.avempace.com/file_download/2267/REALISMO+FRENTE+A+POSROMANTICISMO.pptx Realismo frente a Postromanticismo], documento en la web del IES ''Avempace''.
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* [http://www.avempace.com/file_download/2226/poemas+de+las+flores+del+mal.doc Poemas de ''Las flores del mal''. Antología], documento en la web del IES ''Avempace''.
  
 
==Edición, revisión, corrección==
 
==Edición, revisión, corrección==

Revisión de 22:04 3 feb 2015

Criterios de corrección

En la pregunta sobre Las flores del mal de Baudelaire, a partir de dos versos del poema “La llamada de la nada” (“Le goût du néant”, “la atracción” o “el gusto por la nada”) se tratará de responder a la presencia del tiempo y su paso imparable y destructor (a través de las estaciones, de las etapas de la vida del ser humano), que conduce al olvido y a la nada; pueden tenerse en cuenta también otras dimensiones del tiempo: la eternidad, la transmigración (metempsícosis) y las otras vidas (la vida anterior -neoplatonismo-, la vida eterna -vuelta al mundo de las Ideas-, la importancia del Ideal como motor de la elevación, la nueva mística blasfema –ascetismo a través de las drogas).

El tiempo todo lo destruye, la sociedad burguesa no tiene arreglo, surge el spleen (hastío, melancolía) y solo cabe el olvido, la evasión (sexo, drogas, alcohol, viajes, dandismo…).

Y aunque no es esencial, pero ya que los versos lo sugieren, podría abordarse la presencia y función de las imágenes en estos poemas: personificación del tiempo, “el oscuro enemigo”, y de la nada, que atrae al poeta, ya maduro y enfermo, irremediablemente (tentaciones suicidas).

Temporalidad, destrucción y olvido en Las flores del mal, de Baudelaire

La muerte está presente en los poemas de Baudelaire

Las flores del mal es uno de los libros más importantes de la literatura occidental y se ha publicado, estudiado, declamado miles de veces desde su aparición. En España autores como Gómez de la Serna, Cernuda, Antonio Martínez Sarrión, etc. han traducido varias obras del autor francés. Baudelaire crea aquí una nueva mística pagana, basada en las drogas, no busca a Dios sino a Satanás, el desorden en lugar del orden, la promiscuidad y no la fidelidad. Es decir, Baudelaire era enemigo del orden burgués, lo atacaba, a pesar de que él mismo procedía de aquella clase social. Si Satanás fue finalmente derrotado, con Baudelaire pasó lo mismo: cayó víctima de la enfermedad, la soledad, el dolor y la muerte.

En comparación con otros autores, Baudelaire es un místico que llega al éxtasis -estado del alma caracterizado por la unión con Dios-, pero no a través de caminos ascéticos o depurativos, sino a través de paraísos prohibidos como el sexo, la droga, la inspiración, el alcohol. Los títulos de sus poemas delatan claramente esta intención luciferina, sacrílega o blasfema: "Letanías de Satán", "Mujeres condenadas", "Lo irremediable", "El vampiro"…

Baudelaire resumió su obra en dos conceptos: Spleen e Ideal. Spleen significa melancolía, tedio, es decir, la angustia existencial provocada por la desoladora visión del odioso mundo burgués y especialmente por la acción del Tiempo, que todo lo destruye, que conduce al olvido y a la nada. Su Ideal es la Belleza, el Placer, inventa un neoplatonismo blasfemo, hedonista, en cuya cúspide no está Dios, sino en todo caso el Arte, la Poesía. Pero todo el sistema baudelairiano se puede venir abajo por culpa del terrible enemigo, el Tiempo que todo lo destruye. "Tempus fugit", decían los antiguos, el tiempo vuela; y añadían refiriéndose a las horas, "omnia vulnerant, ultima necat", "todas hieren y la última mata".

La idea de la muerte no solo la sentía Baudelaire por el paso del tiempo, sino también por el avance de su terrible enfermedad (sífilis) que le llevó a la tumba a los 46 años. En la tercera parte del poemario, titulada precisamente "Las flores del mal", muestra el descenso hacia lo más profundo del abismo; en este ciclo leemos una serie de poemas que conforman un universo sádico, brutal, recorrido por la sangre, el vicio y la muerte. Asimismo, la presencia de la mujer, concebida como criatura diabólica, le sirve para recrear el tema amoroso desde un punto de vista erótico, lascivo y lésbico. Es una indagación en el mal, desde la que el poeta intenta una última elevación. Sin embargo, al tiempo que aterra, la nada también le atrae, pues Baudelaire tuvo tentaciones suicidas, veía la muerte al modo del Werther de Goethe, como una liberación casi, más que como un problema.

En la cuarta parte de Las flores del mal, titulada "Rebelión", el poeta se da cuenta de que es inútil el sufrimiento del hombre ante un Dios ausente del mundo. Surge así la protesta, el renegar de Dios, que acompaña a la visión de una humanidad escindida entre el Bien y el Mal; el mundo está dominado por el Mal, como muestran las “Letanías a Satán”.

La última parte del poemario se titula "La Muerte", sólo ella nos conduce hacia “cielos ignotos”. Por eso el último poema, "El viaje" nos muestra un camino que lleva a lo absurdo, aunque en búsqueda de una esperanza. En este universo posromántico, se vislumbra una luz, un Ideal capaz de contrarrestar al spleen. Aunque el Ideal queda como un mero sueño, una aspiración íntima, algo remoto que se concibe y que nunca se alcanzará. De modo que la vida se presiente llena de sufrimientos irremediables porque el remordimiento pesa más que los mejores propósitos, y las faltas cometidas excluyen cualquier expiación futura.

En definitiva, en la poesía de Baudelaire es importante el "oscuro enemigo", el Tiempo que el poeta personifica, dándole casi el don humano de la agentividad. Él lo destruye todo y nos hace fracasar definitivamente. Por eso, el hombre superior -el poeta- debe huir del spleen, del tedio de la vida rutinaria, aspirar al Ideal aunque sepa que nunca llegará a alcanzarlo. Y olvidarse de esa horrible matriz envolvente en que vive a través de los paraísos artificiales.

Bibliografía, webgrafía

  • CALERO HERAS, José: Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, tema 9, "Posromanticismo", pp. 163-168 y 172-182.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero 2015): Alex Moraru.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.