El ensayo en el siglo XVIII: la ''Enciclopedia'', los orígenes de la prensa

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Criterios de corrección

El alumno deberá hablar del ensayo como género principal de la Ilustración, dado el carácter utilitario y analítico del siglo. Insistirá en la importancia de la Enciclopedia como vehículo difusor de las nuevas ideas ilustradas. Y citará los primeros ejemplos de diarios, como The Tatler y The Spectator.

El ensayo en el siglo XVIII

El ensayo es el género dieciochesco por excelencia. Su didactismo, su lenguaje medio y su brevedad lo convierten en el género ideal para difundir los nuevos conocimientos. Género mixto, por la intrusión de elementos narrativos, llegará al gran público gracias a la Enciclopedia y al desarrollo de la prensa.

La Encyclopédie française

La Enciclopedia fue dirigida por los ilustrados franceses Diderot y D’Alembert entre los años 1751 y 1772. El hecho de que sea la primera enciclopedia francesa y de contener la síntesis de los principales conocimientos de la época hace que sea considerada como la mayor obra del siglo XVIII.

L'Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers se convirtió en un símbolo del proyecto de la Ilustración, un arma política y objeto de numerosos enfrentamientos entre editores, redactores y los representantes del poder secular y eclesiástico por el saber que contenía, por el esfuerzo que representaba y por las intenciones que sus autores le asignaron.

Bajo la influencia y el éxito editorial de la Cyclopaedia inglesa de Ephraim Chambers había nacido la idea de publicar esta enciclopedia francesa, que alcanzó renombre universal y abrió al mundo occidental a las nuevas ideas políticas, económicas y sociales de la Ilustración. La incorporación de los editores nombrados, Diderot y D'Alembert, fue importantísima, pues ellos cambiaron el proyecto original y lo convirtieron en mucho más que una mera traducción de la Cyclopaedia de Chambers.

Desde la aparición de los primeros tomos, los editores tuvieron que enfrentarse a los sectores reaccionarios de la sociedad, especialmente la monarquía, la nobleza y el clero (sobre todo, los jesuitas), defensores del Antiguo Régimen. Los enciclopedistas propugnaban una perspectiva racionalista y tolerante, incluso con los pensadores luteranos, a los que no se regateaban elogios. Algunos nobles ilustrados se convirtieron en sus defensores, como Madame de Pompadour, amante del rey, y el director de la Biblioteca Nacional, Guillaume Malesherbes.

La obra entró a formar parte del Índice de libros prohibidos que mantenía la Iglesia católica en 1759, lo que hizo que se retirara a los impresores los permisos de edición. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que se siguiese editando de forma semiclandestina hasta 1772, cuando se completaron los diecisiete volúmenes de la obra.

Los orígenes de la prensa crítica de costumbres: The Tatler, The Spectator

Gracias a la prensa, en los albores del siglo XVIII, se produjo el acercamiento a la literatura y a las obras de pensamiento de las clases medias, primero en Inglaterra y después en toda Europa.

Las primeras publicaciones periódicas inglesas se regían por un estricto sentido racionalista y por un cierto moralismo de rancio sabor puritano, muy acorde con la sensibilidad estética del momento.

Aunque entre los periodistas del siglo XVIII inglés encontramos nombres tan conocidos como los de Defoe o Swift, la aparición del género se debe a Richard Steele y Joseph Addison. Ambos fueron creadores literarios, pero se les recuerda por su tarea de divulgación, por medio del periódico, de un pensamiento coherente, siendo los primeros en propugnar la aplicación a la literatura como un deber moral del intelectual, quien debería revestir de gracia e ingenio una obra siempre tendente al didactismo. Sus publicaciones, a pesar de su vida efímera, revolucionaron la prensa, pues dieron forma definitiva a un diario destinado no tanto a anunciar y a propalar noticias, como a educar el gusto, a guiar al lector en los juicios artísticos y a ejercer sobre él una constante influencia moral y educadora.

The Tatler (El hablador) apareció en 1709 bajo la dirección de Steele, quien le imprimió el carácter irónico y humorístico que lo consagró inmediatamente entre el público. Su amenidad e inmediatez se centró de forma preferente en la ridiculización didáctica de las costumbres de su tiempo. Desde los primeros tirajes, Addison se suma a la empresa del Tatler; su pluma brillante e intelectualizada, que consiguió orientar la publicación hacia campos más amplios y elevados, dio al ensayo la forma sensible y atrayente que habría de consagrar más adelante en The Spectator.

The Spectator (El Espectador) nació tras el fracaso del Tatler en 1711, y su vida fue más efímera aún, desapareciendo a finales de 1712; a pesar de ello, su tirada llegó a ser de 3.000 ejemplares que lo convertían en el instrumento de comunicación más poderoso y popular de la época. La clave del éxito acaso se halle en la excelente compenetración entre los dos escritores: si Steele era apasionado, jovial y tolerante, el temperamento de Addison, reflexivo y moralista, equilibraba el estilo y los intereses del periódico y lo inclinaron irremediablamente del lado de un moralismo puritano tenido como progresista en aquellos momentos, contemporizador con el liberalismo de los "whigs" (habitual denominación de los progresistas británicos, frente a los "tories", conservadores). Los objetivos del Spectator eran “animar la moralidad con ingenio, y moderar el ingenio con moralidad… para llevar la filosofía fuera de las librerías, escuelas y colegios, para que viva en los clubs y reuniones y cafés”. Su filosofía era promover la familia, el matrimonio y la cortesía.

El Spectator se leyó mucho; Addison estimó que cada número era leído por 60.000 londinenses. Uno de los aspectos principales del Spectator era su narrador ficticio, Mr. Spectator; el primer número se dedicó a su vida. Mr. Spectator hablaba muy poco, comunicándose con gestos faciales. Su carácter le hacía ver toda la sociedad como un espectador, comentando los hábitos y debilidades de su conciudadanos. A partir del segundo número aparecen los miembros del “Spectator Club”, creando así una serie de personajes secundarios que el Spectator podía mostrar en sus historias y ejemplos de conducta social.

Bibliografía, webgrafía

  • CALERO HERAS, José: Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, tema 6.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (noviembre 2014):
  • Revisiones, correcciones: