Diferencia entre revisiones de «El ensayo español en los siglos XX y XXI»

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Última revisión de 18:54 1 may 2020

Introducción al ensayo español en los siglos XX y XXI

El ensayo ha sido uno de los géneros más importantes de los siglos XX y XXI, junto a los tres clásicos de la literatura (narrativa, lírica y dramática). Hoy en día, el ensayo sigue ocupando un lugar irreemplazable, ya que el mundo necesita pensadores que sepan comunicar su opinión. Además, se siguen dando premios de ensayo y hay excelentes autores que han conseguido hacer de sus libros obras populares.

El ensayo es un género literario escrito en prosa, en el que el autor expone su opinión acerca de un tema, generalmente sin extenderse tanto como en un tratado.

Sus características principales son:

  • Es un texto de opinión, reflexivo.
  • Es personal, puede incluir un estilo de autor o unas ideas originales sobre algún tema, incluso alguna digresión a partir del tema inicial.
  • No es científico, es decir, es subjetivo, aunque es una opinión bien fundamentada. No pretende decir la última palabra, pues cabe la réplica o el desacuerdo; es más, quiere provocar al lector, busca crear polémica, es una invitación para el debate.

El ensayo español antes de la Guerra civil

Generación del 98

Decidida a innovar la literatura y romper con el realismo decimonónico, que había impuesto gusto por el costumbrismo y la descripción de ambientes, ahora los ensayistas del 98 van a hacer prevalecer la reflexión, el sentido crítico y el subjetivismo. Entre ellos, destacan: Ganivet, Unamuno y Azorín.

  • Ángel Ganivet (Granada, 1865-Riga, 1898)
Ángel Ganivet (1865-1898)

Se le suele considerar el precursor del 98. Su obra más importante es Idearium español, donde expresa una crítica hacia España e identifica la ética senequista estoica y el catolicismo como caracteres de lo español, causantes de la abulia que sufría la sociedad.

  • Miguel de Unamuno (1864, Bilbao-1936, Salamanca)
Miguel de Unamuno (1864-1936)

Su obra abarca no solo el pensamiento, sino también la poesía, el teatro, la novela, la erudición y hasta la política.

Unamuno no busca convencer, sino provocar un conflicto en el lector. Es característico de su pensamiento la crítica a la pereza mental española, refugiada en el dogmatismo. El pensador vasco asume el papel de «despertador» de las conciencias dormidas de sus semejantes; proclama su libertad frente a las normas sociales del decoro y frente a las opiniones que sobre él se formen los demás.

Unamuno creó el concepto de intrahistoria, la historia de las gentes pequeñas, del paisaje y el paisanaje, y allí busca lo propiamente hispánico. Su idea es el agonismo, su célebre “vivir es luchar”, es un hombre que se declara en lucha permanente y se niega a ser encasillado. Su única certeza, al modo socrático, es la duda. De la lucha y la duda, viene el sufrimiento vital, característico de nuestra condición humana. El doliente Unamuno busca a Dios, lo necesita para salvarse del sufrimiento y dotar de sentido la existencia. El amor es la fuerza consoladora. Amor y dolor se unen en la compasión, que es un sentimiento redentor.

En cuanto a su estilo ensayístico, le gusta arrancar a las palabras los matices más diversos y recurre con frecuencia al significado etimológico (no hay que olvidar que era catedrático de griego en la universidad de Salamanca). Con la contraposición de elementos opuestos (antítesis) refuerza la expresividad de las oraciones. Adopta un tono polémico a base de preguntas. Usa juegos de palabras, el estilo directo, la ironía. Acumula sinónimos, paralelismos, anáforas, formas casi coloquiales, repeticiones de conceptos, metáforas, ejemplificaciones abundantes...

Como ensayista, destacamos de Unamuno:

- En torno al casticismo (1865), donde repasa los valores tradicionales españoles resaltando la mística y el humanismo y observando que la Contrarreforma supuso un cortocircuito de la modernidad española.

- Vida de Don Quijote y Sancho (1905), donde muestra su admiración por Cervantes y considera que la locura de don Quijote le lleva a luchar contra el materialismo.

- Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y los pueblos (1913), donde expone el problema de la inmortalidad del alma y donde afirma que lo vital es antirracional y lo racional, antivital

- La agonía del cristianismo (1924), donde la palabra “agonía” se usa en el sentido etimológico de lucha y donde se habla de la dificultad para vivir cristianamente, al tiempo que se critica que en Europa cristianismo e Iglesia se hayan separado, porque el dogma, lo católico, se ha hecho racional y ha matado el sentimiento místico, que es sobrerracional.

  • José Martínez Ruiz, Azorín (1873, Monóvar, Valencia-1967, Madrid)
José Martínez Ruiz, Azorín (1873-1967)

Azorín fue un gran ensayista, destacable sobre todo su talento como descriptor de paisajes y gran estilista. Lo caracteriza una prosa ágil y elegante, muy cuidada; su sintaxis construida a base de oraciones cortas; el uso de la interrogación retórica; los paralelismos sintácticos; el uso del plural sociativo que incluye al lector; el léxico arcaizante; el uso de quiasmos, bimembraciones, anadiplosis, anáforas...; las enumeraciones asindéticas, etc.

Sus temas principales son el paso del tiempo y la evocación del pasado. Es en eso precisamente destaca mucho: en su capacidad para la evocación de escenas, ya sean de la vida de los autores o de las obras clásicas. De sus libros, cabe destacar:

- La ruta de don Quijote (1905), visión personal de la geografía manchega

- Los pueblos (1905), donde penetra el alma española en las calles, plazas y rincones de los pueblos castellanos, andaluces y de su Levante natal.

- Castilla (1912), como esencia de lo español y donde el paso del tiempo lo transforma todo.

- Clásicos y modernos (1913), donde teoriza sobre la por él llamada “Generación del 98”

- Al margen de los clásicos (1915) y Una hora de España, ambos de crítica literaria.

  • Ramiro de Maeztu (Vitoria, 1874-Madrid, 1936)

Fue un gran ensayista. Comenzó criticando la vida del país desde una perspectiva más bien de izquierdas, pero acabó evolucionando hacia el conservadurismo nacionalcatólico. Fue fusilado al comienzo de la Guerra civil. Sus ensayos principales son:

- Hacia otra España,

- Don Quijote, don Juan y la Celestina y

- Defensa de la hispanidad.

La generación del 14, el Novecentismo

Los novecentistas son, sobre todo, intelectuales, gentes de la cultura que escriben y reflexionan sobre los problemas españoles con gran brillantez estilística. Son también europeístas, pues han viajado y estudiado en Europa. Se niegan al dogmatismo y la intransigencia, apostando por la pluralidad de perspectivas y el racionalismo. Ortega, que influyó extraordinariamente en sus contemporáneos, lo resumió en su famosa frase: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Estos autores quieren participar en la vida pública, en la política, estar presentes en los periódicos para llegar al gran público. Se consideran una minoría ilustrada de actitud elitista, de ahí que hagan una literatura para minorías, que busquen un lector reflexivo y culto, distanciado de lo sentimental y capaz de apreciar el rigor en la exposición.

Defienden un arte deshumanizado, es decir, apartado del aspecto emotivo. Y lo que aportan principalmente a la cultura española es el rigor de su gran formación intelectual y el esmero en las formas. Aunar contenido y estética va a ser su contribución esencial.

  • José Ortega y Gasset (Madrid, 1883-1955)

Filósofo español y gran prosista. Era hijo del periodista y escritor José Ortega Munilla. Estudió algunos cursos en Alemania, por lo que regresó a España cargado de cultura germánica. Fue catedrático de Metafísica en la Universidad de Madrid. Fundó y dirigió la célebre Revista de Occidente.

Defendió el raciovitalismo y el perspectivismo. Decía que había que entender al hombre en su circunstancia. Además, fue un brillante comunicador, caracterizado por un estilo elegante que era puro espectáculo. En sus artículos de prensa acostumbrado a usar el plural sociativo, el que engloba en la primera persona del plural a autor y lector. Para él, la razón es la vida misma, de ahí que fuera una razón narrativa. Eso hace que dé una gran importancia a la escritura, como medio de transmisión de las ideas vitales. Concibe al filósofo como a un escritor. Para él, lo primero es el afán de claridad, lo que le lleva a utilizar la sinonimia con valor aclarador y los incisos explanatorios. Su prosa está bien estructurada, es animada y rítmica. Maneja con habilidad las figuras de pensamiento y literarias: metáforas, símiles, sinécdoques...

En otro ensayo sobre arte, Ideas sobre la novela (1925), habla de la decadencia del género, incapaz de hallar nuevos temas; de ahí que lo que interese entonces no sean las acciones, sino las reflexiones: no narrar, sino presentar ideas, con morosidad, minucia descriptiva, y crear personajes: “no invención de acciones, sino almas interesantes”.

  • Eugenio D´Ors (Barcelona,1881-Vilanova i la Geltrú, 1954)

Miembro importante de la generación de Ortega, fue en su momento una figura destacada en el panorama cultural, gran animador y excelente crítico de arte, como se aprecia en su ensayo Tres horas en el Museo del Prado. Vivió en la Barcelona modernista de los primeros años del XX. Estudió Derecho y Literatura y tuvo cargos en instituciones culturales como el Institut d’Estudis Catalans y el departamento de Educación Superior de la Mancomunidad de Cataluña, del que fue director. Fue el creador del término Noucentisme, que hizo fortuna para designar a su generación. Su obra principal es Glosario, que recoge sus artículos periodísticos, primero en catalán y luego en español, en los que firmaba como Xenius. En sus glosas, breves artículos que responden a la mentalidad educadora novecentista, tras comentar hechos culturales o políticos de actualidad, suele extraer una lección filosófica.

El ensayo después de la guerra civil

  • La década de los cuarenta

En los años cuarenta y principios de los cincuenta, los ensayistas se ocuparon sobre todo del tema de España desde la perspectiva ideológica de los ganadores de la Guerra civil. Entre sus principales autores, destacan: Pedro Laín Entralgo, Antonio Tovar, Dionisio Ridruejo, José Antonio Maravall y Gonzalo Torrente Ballester, todos ellos afines a la Falange.

- José Antonio Maravall Casesnoves (Játiva, 12 de junio de 1911 – Madrid, 19 de diciembre de 1986):

Fue un historiador y ensayista español, figura central de la segunda mitad del siglo XX en la historia de las ideas. Estudió Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Murcia, pero terminó esta última carrera y la de Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad Central de Madrid, donde fue discípulo de José Ortega y Gasset. Entre sus obras principales, destacan:"El humanismo de las armas en Don Quijote" (1948), "El concepto de España en la Edad Media" (1954), "El Centro de Estudios Políticos y Constitucionales" (1997); "La historia y el presente" (1955) y "Teoría del saber histórico" (1958).

  • Los años cincuenta

En los cincuenta, ya hay una reacción intelectual con la aparición de un catolicismo muy crítico, que hunde sus raíces en el reformismo cristiano del Concilio Ecuménico Vaticano II.

Entre los ensayistas creyentes, destacamos a:

- José Luis López Aranguren, con obras como Ética, Catolicismo y protestantismo como formas de existencia, Moral y sociedad.

También hay posiciones agnósticas. Entre los autores más destacados, contamos con:

- Julián Marías, autor de Con Miguel de Unamuno, El tema del hombre, Ortega: circunstancia y vocación, La España real;

- Enrique Tierno Galván, con Anatomía de la conspiración, Humanismo y sociedad.

  • Los años sesenta y setenta

En los años sesenta, a pesar de la censura, se produce un cierto aperturismo europeísta y el ensayo recoge las nuevas corrientes de pensamiento:

- el marxismo,

- la filosofía lógico-formal,

- la filosofía del lenguaje,

- la sociología de la Escuela de Francfort

A finales de los sesenta y principios de los setenta, triunfan la filosofía contracultural de Herbert Marcuse, el pensamiento de Erich Fromm, el estructuralismo y la semiótica de Roland Barthes.

En España, destacan:

- el psiquiatra Carlos Castilla del Pino (Psicoanálisis y marxismo, Cuatro estudios sobre la mujer);

- Juan Marichal (La vocación de Manuel Azaña).

- Manuel Sacristán Luzón (Madrid, 5 de septiembre de 1925-Barcelona, 27 de agosto de 1985):

Fue un filósofo español​ y uno de los más destacados introductores del marxismo en España. Se trasladó a Münster, en Westfalia (República Federal de Alemania), para estudiar lógica matemática y filosofía de la ciencia, donde coincidió con Ulrike Meinhof. A su regreso, se incorporó como profesor no numerario a la Facultad de Filosofía y Letras y a la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona, en las que enseñaría Fundamentos de Filosofía y Metodología de las ciencias respectivamente. Su obra principal se titula Sobre dialéctica. También destca 'Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores.

  • Los ochenta

En los ochenta, continúa el ensayo marxista y aparecen otras corrientes heterodoxas y antidogmáticas. Destacan:

- Eugenio Trías (Tratado de la pasión, Lógica del límite, La edad del espíritu, El canto de las sirenas);

- el latinista Agustín García Calvo (Hablando de lo que habla, Contra el tiempo, Análisis de la sociedad del bienestar, De Dios),

- el novelista Rafael Sánchez Ferlosio (Las semanas del jardín, Campo de Marte, El alma y la vergüenza, Sobre la guerra),

- la escritora Carmen Martín Gaite (Usos amorosos del siglo XVIII, Usos amorosos de la posguerra);

- el filósofo Fernando Savater (Panfleto contra el todo, La tarea del héroe, Invitación a la ética, Ética para Amador, El valor de educar).

- Gustavo Bueno Martínez (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1 de septiembre de 1924-Niembro, Asturias, 7 de agosto de 2016):

Era el hijo del médico Gustavo Bueno Arnedillo y de María Martínez Pérez. Estudió en las universidades de La Rioja, Zaragoza y Madrid. Tras realizar su tesis doctoral como becario del CSIC, obtuvo a los veinticinco años, en 1949, una cátedra de Enseñanza Media. Asimismo, en 1949, comienza su vida docente en el instituto Lucía de Medrano, de Salamanca, donde ejercerá hasta 1960. En 1960, se establece definitivamente en Asturias, donde ejerce como catedrático de Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos de la Universidad de Oviedo hasta 1998.

Fue un filósofo materialista. Entre sus obras más destacadas sobresalen: Ensayos materialistas, El mito de la cultura, La vuelta a la caverna, La fe del ateo

Bibliografía y webgrafía

Trabajos de los alumnos

Hombres ensayistas

Mujeres ensayistas

Edición, revisión, corrección

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