La literatura griega: características, géneros, autores y obras principales

De Wikimpace
Revisión de 17:46 21 mar 2021 por Letraherido (Discusión | contribuciones) (La filosofía: Sócrates, Platón y Aristóteles. El mito de la caverna (Platón))

Saltar a: navegación, buscar

En esta pregunta vamos a intentar dar una visión panorámica de toda la literatura griega, en sus diferentes géneros literarios. Se trata, pues, de un resumen sucinto. Podrá verse información detallada sobre cada uno de los géneros literarios en las preguntas siguientes:

* Para la poesía griega, en la pregunta "Los grandes poetas griegos y latinos"
* Para el teatro griego, en la pregunta "El teatro en la Edad Antigua: tragedia y comedia en Grecia y Roma"
* Para las fábulas, "De los fabulistas en la Antigüedad (Esopo y Fedro) a los fabulistas modernos (Fedro, La Fontaine, Iriarte, Samaniego)"

Contexto histórico de Grecia

Grecia y Roma son fundamentales en la cultura occidental, pues a ellas les debemos los fundamentos de nuestra cultura: el alfabeto, la democracia como sistema de gobierno, el desarrollo del pensamiento filosófico y científico, la forma de entender el arte y la literatura, el teatro... Los griegos construyeron muchos puertos y ciudades; por ejemplo, en el Levante español. Sus arquitectos crearon grandes edificios que aún hoy sirven de modelo. Los escultores hicieron estatuas muy perfectas. Destacaron también en la cerámica. Y en la astronomía y la medicina, con galenos tan destacados como Hipócrates.

Las primeras civilizaciones que se desarrollaron en Grecia fueron la minoica (en la isla de Creta, en el tercer milenio a. de C.) y la micénica (en el sur de la península balcánica, a mediados del segundo milenio a. de C.). Vino después una época de oscuridad y turbulencias que trajeron a varios pueblos indoeuropeos a Grecia y allí nació la cultura helénica, en la que diferenciamos tres periodos:

  • Época arcaica (siglos VIII a. de C. al VI a. de C.)
  • Época clásica (siglos V a. de C. a IV a. de C.)
  • Época helenística (siglos III a. de C. a I a. de C.)

Grecia es un pequeño país mediterráneo, formado por diminutas islas montañosas. Pero su peso en la historia occidental es enorme. La ciudad griega más famosa es Atenas, dominada por la Acrópolis, donde había un templo dedicado a Atenea que dio nombre a la ciudad. Los griegos no tenían un solo rey, los ciudadanos discutían y votaban la leyes de manera democrática, pero también tenían esclavos. Las ciudades griegas (polis) a menudo guerreaban entre sí. El servicio militar era obligatorio para los hombres.

A los griegos les gustaban los campeones. Por eso organizaban cada cuatro años, en la ciudad de Olimpia, unas grandes competiciones en honor a Zeus: los Juegos olímpicos. Había trece pruebas, diez para adultos y tres para niños: entre ellas, carreras de caballos, carrera de cuadrigas, carrera a pie, una lucha llamada pancracio, el pugilato (antecedente del boxeo), el pentatlón (que incluía salto de longitud, lanzamiento de disco, lanzamiento de jabalina, carrera y lucha). El ganador recibía su premio: una corona de olivo y, sobre todo, la gloria de los héroes.

Muy relacionado con el mundo helénico está el emperador macedónico Alejandro Magno, hijo del rey Filipo de Macedonia, dominador de toda Grecia, gracias a sus falanges. Cuando tenía veinte años, partió a lomos de su caballo Bucéfalo a dominar el mundo. Escribió la historia más extraordinaria que haya visto la humanidad. Conquistó todos los territorios por donde pasó. fundó ciudades, todas bautizadas como Alejandría. Llegó hasta la India, donde venció al ejército de elefantes del rey Poros, al pie del Himalaya. Pero sus soldados, agotados, quisieron regresar a casa. Y Alejandro murió en el camino de regreso al hogar. A los 33 años, como Cristo.

Características de la literatura griega

Grecia ha sido, junto al pueblo hebreo, la cuna de la civilización occidental ya que su política, arte, pensamiento y literatura han sido los más influyentes en occidente.

Las manifestaciones culturales del pueblo griego se caracterizan por un gran sentido de la mesura y el equilibrio; de ahí su gusto por la sencillez, la claridad y la proporción. Su arte y literatura son fáciles de comprender y admirar, ya que no tienen exageraciones o el lujo propio de las literaturas orientales.

La fuente principal de inspiración de los griegos es su mitología: las creencias y leyendas religiosas. Los dioses griegos no representaban la perfección absoluta, sino que eran humanos. Están próximos a nosotros porque tienen nuestras debilidades y vicios, pero sobre todo, nuestras virtudes, que es lo que nos hace tan atractivos.

No hubiese sido posible una literatura tan perfecta sin una lengua rica y desarrollada, adaptable a la prosa y al verso, a la expresión de ideas y sentimientos, y el idioma griego lo fue, gracias a su abundante vocabulario, la flexibilidad de su sintaxis y a su entonación casi musical.

Los griegos destacaron sobre todo en los géneros literarios: la poesía épica, la poesía lírica y el teatro, aunque también cultivaron la filosofía, la historia y la oratoria.

La epopeya: Homero

Las epopeyas fueron obras escritas no para ser leídas, sino recitadas ante los nobles o el pueblo llano.

La acción se desarrolla en ambientes aristocráticos y caballerescos, sin apenas participación de gente humilde. Los dioses intervienen, pero no como protagonistas. Por encima de ellos, se encuentra el Hado, una fuerza misteriosa que gobierna su destino y el de los seres humanos.

El poeta narra los hechos con respeto y objetividad, sin mostrar sus sentimientos u opiniones, y emplea un lenguaje culto, elegante y adecuado a la categoría de los interlocutores.

Homero

Homero es el autor por excelencia de este género, al cual se le atribuye la autoría de las dos grandes epopeyas griegas: la Ilíada y la Odisea.

  • La Ilíada: esta obra se caracteriza por tener unas pasiones muy fuertes y variadas que mueven a los personajes, donde destaca la amistad como motor de la acción; tiene una atmósfera heroica en toda la obra y la dignidad y el temple moral de los protagonistas tiene las virtudes ideales para el pueblo griego.
  • La Odisea: esta obra nos cuenta las numerosas aventuras que le ocurren a Ulises en su regreso a casa tras la guerra de Troya. El campo de batalla de la Ilíada es sustituido aquí por el mar, y el guerrero valeroso por el hombre hábil, prudente y audaz capaz de sortear todas las dificultades. Describe, con gran realismo, escenas de la vida familiar y de ambiente marinero.

La lírica: Safo, Anacreonte, Píndaro

(Más información en Los grandes poetas griegos y latinos)

El nombre de lírica proviene que los griegos solían entonar en las fiestas unos cantos acompañados por la lira. Esta expresa sentimientos y emociones íntimas del alma.

En las canciones interpretadas por un solista, el poeta expresa sentimientos personales como es el caso de Safo y Anacreonte. En las interpretadas por un coro, el poeta es el portavoz del sentimiento de un grupo, este es el caso de Píndaro.

Safo de Lesbos

También conocida como Safo de Mitilene (s. VII a.C.) fue una poetisa que dedicó su vida a instruir a las jóvenes en la música, la poesía y el baile. Los escasos fragmentos de sus obras que han llegado hasta nuestros días cantaN a la belleza y el amor en todos sus matices, y asombra por la naturalidad de su lenguaje y por la ausencia de todo artificio retórico. Los comentaristas griegos la incluyeron en la lista de los «nueve poetas líricos».

Safo ha adquirido el nombre de «la décima musa» por su resonancia e importancia dentro del mundo de la poesía. De su producción literaria son pocos los fragmentos que se han podido rescatar, entre ellos, el Himno en honor a Afrodita.

Safo de Lesbos
Oh, tú, en cien tronos, Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
¡No me acongojes con pesar y sexo
Ruégote, Cipria!
Antes acude como en otros días,
Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Zeus
Alta morada.
El áureo carro que veloces llevan
Lindos gorriones, sacudiendo el ala,
Al negro suelo, desde el éter puro
Raudo bajaba.
Y tú, ¡Oh, dichosa!, en tu inmortal semblante
Te sonreías: ¿Para qué me llamas?
¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces ahora?
—me preguntabas—.
¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera Safo?
Que si te huye, tornará a tus brazos,
Y más propicio ofreceráte dones,
Y cuando esquives el ardiente beso,
Querrá besarte.
Ven, pues, ¡Oh diosa!, y mis anhelos cumple,
Liberta el alma de su dura pena;
Cual protectora, en la batalla lidia
Siempre a mi lado.

Anacreonte

Anacreonte de Teos fue un poeta nacido en la época de la muerte de Safo de Lesbos, en la ciudad jónica de Teos. Su lírica posee un tono hedonista, refinado e irónico, canta los placeres de la vida, como el amor y el vino, en un tono ligero y burlón, no exento de delicadeza, y rechaza la guerra y el tormento de la vejez. Junto con Safo y Alceo, forma el grupo de los poetas griegos más íntimos que cantaron acompañados por la lira. Escribía con la finalidad de que sus obras alegraran los ratos de ocio de príncipes y nobles. La poesía <<anacreóntica>> tuvo gran influencia en la Edad Moderna.

En España, poetas como José Cadalso y Juan Meléndez Valdés sintieron especial predilección por este tipo de poesía.

Píndaro

Busto del poeta lírico Píndaro

Es el poeta más representativo de la lírica coral, quien se dio a conocer a los 20 años, cuando recitó en público una oda en honor a un vencedor de los Juegos Olímpicos, y desde entonces su vida fue una larga carrera de triunfos. El prestigio que este poeta alcanzó fue tal que los atletas tenían por mayor honor ser celebrados en sus poemas.

La obra que se conoce de este poeta se ha conservado en papiros de entre el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. y en algunos manuscritos medievales. Píndaro cantaba a la vida feliz, la belleza y la fuerza y vigor propios de la juventud.

Sus obras principales son sus Odas, las cuales estructuraba en tres partes:

1ª) Elogio al vencedor y alabanza de su victoria.

2ª) Elogio de su linaje: antecedentes legendarios de su familia, tradiciones de su ciudad, mitos relacionados con los juegos, etc.

3ª) Consejos morales.

Sus obras se caracterizaban por el uso de un vocabulario muy rico, con frases amplias y densas, y un estilo lleno de colorido y de imágenes atrevidas

El teatro: Esquilo, Sófocles, Eurípides (tragedia), Aristófanes (comedia)

(Más información sobre el teatro griego en El teatro en la Edad Antigua: tragedia y comedia en Grecia y Roma)

El teatro griego tuvo su origen el la lírica coral, en concreto, en los himnos religiosos que los campesinos cantaban en honor a Dionisio, dios del vino y de la fertilidad de la tierra. En el siglo VI a.C. se introdujo un personaje que dialogase con el coro, lo que dio origen al género dramático en sus dos principales modalidades: la tragedia y la comedia.

2ac97d7f-b942-4838-8742-8655ff9fc301png.png
  • La tragedia: obra dramática que gira al rededor de las grandes pasiones humanas, las cuales se encarnan en los personajes tomados de la mitología (reyes, héroes, dioses...). Su desenlace siempre es funesto, con el propósito de infundir en los espectadores lástima, terror o inquietud, y emplea un tono y estilo, elevados y solemnes.

Los tres grandes trágicos de Grecia son Esquilo, Sófocles y Eurípides.

  • La comedia: subgénero dramático que pretender divertir mediante el humor y la sátira. Los temas de estas obras no son las grandes pasiones humanas, sino los vicios y defectos comunes del hombre y su vida cotidiana. Sus personajes, en lugar de dioses o héroes, son individuos corrientes, que utilizan un lenguaje vivo, ágil y procaz.

Su máximo exponente en Grecia es Aristófanes.

La tragedia: Esquilo

Esquilo fue un dramaturgo griego predecesor de Sófocles y Eurípides. Este dio forma definitiva a la tragedia, tanto en sus aspectos externos (decoración, vestuario, máscaras...) como internos. Sus personajes son pocos pero grandiosos; y sus temas, hondos problemas religiosos y morales, en especial la inevitable sujeción del hombre a su destino.

Entre sus obras destacan la del Prometeo encadenado y la trilogía Orestíada, en la cual su protagonista, Orestes, da muerte a su madre, Clitemnestra, y a su amante, Egisto, para vengar el asesinato de su padre Agamenón.

La tragedia: Sófocles

Sófocles fue un dramaturgo trágico griego el cual llevó a la tragedia griega a la perfección. A los 27 años, tras derrotar a Esquilo en un certamen, se sucedieron sus éxitos y alcanzó una enorme fama y riqueza. Aunque extraídos de un fondo mitológico a, sus argumentos son mas variados y están mejor desarrollados que los de su predecesor. El destino sigue pesando sobre los personajes , pero estos ya no son movidos por la fatalidad, sino por la voluntad propia, por lo que sus personajes inspiran piedad en lugar de terror. Sofocles emplea un lenguaje llano y menos majestuoso que el de Esquilo.

Hoy en día se conservan siete obras suyas, entre las cuales destacan Antígona, Electra y Edipo rey, la cual se considera la tragedia perfecta.

La tragedia: Eurípides

Aristófanes

Eurípides fue el dramaturgo que revolucionó la tragedia, aunque sus obras no gustaron mucho entre sus contemporáneos por su excesivo realismo y pesimismo. Emplea como personaje principal al hombre de carne y hueso que obedece a su propia conciencia y que se revela contra unos dioses que, a menudo, no son mas que una caricatura de sí mismos.

Entre sus obras más importantes destacan Medea e Hipólito

La comedia: Aristófanes

Es el creador de este subgénero dramático y uno de sus máximos exponentes. Arsitófanes parecía estar dotado de un gran ingenio y un talento especial para mostrar el lado ridículo de las cosas.

Entre sus obras destacan Lisístrata y La paz, en las cuales ataca a los políticos, mientras que los filósofos son criticados en su obra Las nubes y los escritores en Las ranas.

La fábula: Esopo

Para más información sobre Esopo y los grandes fabulistas de la historia, véase la pregunta De los fabulistas en la Antigüedad (Esopo y Fedro) a los fabulistas modernos (Fedro, La Fontaine, Iriarte, Samaniego)


La filosofía: Sócrates, Platón y Aristóteles. El mito de la caverna (Platón)

Aunque el estudio de la filosofía queda fuera de nuestro campo de estudio (que son principalmente las obras literarias), Grecia ha alcanzado fama universal como cuna de la filosofía. Muchos de los grandes filósofos fueron griegos: Sócrates, Platón y Aristóteles, entre ellos.

Entre los planteamientos filosóficos de Platón, el que ha alcanzado más repercusión es el "mito de la caverna", que transcribimos a continuación. Tomado del libro VII de la República, es una explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría explicada antes, al final del libro VI.

(Versión de J. M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981, 3ª edición)

                I
-Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación
o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.
   Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz,
que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por
las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues
las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en
plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte
que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público,
por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
   -Ya lo veo -dijo.
   -Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos,
cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y
de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y
otros que estén callados.
   -¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
   -Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa
de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna
que está frente a ellos?
   -¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
   -¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
   -¿Qué otra cosa van a ver?
   -Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas
sombras que veían pasar ante ellos?
   -Forzosamente.
   -¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que
hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que
veían pasar?
   -No, ¡por Zeus!- dijo.
   -Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las
sombras de los objetos fabricados.
   -Es enteramente forzoso-dijo.
   -Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia,
y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado
a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto,
sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras
veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes
y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales,
goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar
a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes
había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
   -Mucho más-dijo.
             II
   -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se
escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son
realmente más claros que los que le muestra?
   -Así es -dijo.
   -Y si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida,
y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal
el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz
de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
   -No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
   -Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más
fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados
en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche
las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de
día el sol y lo que le es propio.
   -¿Cómo no?
   -Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar
ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en
condiciones de mirar y contemplar.
   -Necesariamente -dijo.
   -Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años
y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas
que ellos veían.
   -Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
   -¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros
de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
   -Efectivamente.
   -Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a
aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles
de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie
de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas
o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero,
es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir
cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
   -Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
   -Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees
que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
   -Ciertamente -dijo.
   -Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando
acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería
muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber
subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión?
¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?
   -Claro que sí -dijo.
           III
   -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes;
hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella,
con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las
comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo
que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me
parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida,
hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo
visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y
conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
   -También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.

Bibliografía, webgrafía

  • CALERO HERAS, José, "Tema 2-Literatura griega", en Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, pp. 20-36.
  • IBORRA, Enric, "Tema 1. Antigüedad (II): Literaturas griega y latina", en Literatura universal. Bachillerato. Alzira, Algar, 2016, pp. 33-58.
  • AGUASCA, Raquel y otros, "Tema 1. La literatura en la Antigüedad", en Literatura universal. Primero de Bachillerato. Valencia, Micomicona, 2015, pp. 8 a 43.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero 2017): María Calavia
  • Revisiones, correcciones: Letraherido