Oraciones principales. Liturgia católica

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Señal de la cruz (Signum crucis)

Signo emblemático de los cristianos, afirmación de la fe, invocación a la divinidad, forma de bendición y también de exorcización de demonios. Signo sacramental. Se hacen gestos en forma de cruz al tiempo que se recita. Persignarse es una costumbre cristiana muy antigua.

   Por la señal de la santa cruz
de nuestros enemigos
líbranos, Señor, Dios nuestro.
   En el nombre del Padre
y del Hijo
y del Espíritu Santo.
   Amén.
   Per signum Sanctae Crucis
de inimicis nostris
libera nos, Domine Deus noster.
   In nomine Patris,
et Filii,
et Spiritus Sancti.
   Amen.

Padrenuestro (Pater Noster)

La oración más perfecta, porque nos fue dada por Jesucristo en persona, según relatan el Evangelio de Mateo (Mt 6, 9-13) y el Evangelio de Lucas (Lc 11, 1-4).

   Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo.
   Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
   Amén.
   Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur Nomen Tuum;
adveniat Regnum Tuum;
fiat voluntas Tua,
sicut in caelo, et in terra.
   Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a Malo.
   Amen.

Avemaría (Ave, Maria)

Oración dedicada a María, madre de Jesús de Nazaret. La primera parte de la oración tiene fundamento bíblico en el Evangelio de san Lucas. Es la oración principal del Ángelus y del rosario.

   Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres 
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto 
de tu vientre, Jesús. 
   Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte.
   Amén.
   Ave María, 
gratia plena, 
Dominus tecum, 
benedicta tu in muliéribus,
et benedictus fructus ventris tui Iesus.
   Sancta Maria, Mater Dei, 
ora pro nobis peccatoribus, 
nunc et in ora mortis nostrae. 
   Amen.

Ángelus (Angelus)

Monitor: El ángel del Señor anunció a María. 
Audiencia: Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. 
   Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Monitor: He aquí la esclava del Señor. 
Audiencia: Hágase en mí según tu palabra. Dios te salve María
   "...Santa María, Madre de Dios..."
Monitor: Y el Verbo de Dios se hizo carne. 
Audiencia: Y habitó entre nosotros. Dios te salve María , 
   "...Santa María, Madre de Dios..."
Monitor: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Audiencia: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
V. Angelus Domini nuntiavit Mariae.
R. Et concepit de Spiritu Sancto.
   Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
V. Ecce ancilla Domini,
R. Fiat mihi secundum verbum tuum.
   Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
V. Et Verbum caro factum est,
R. Et habitavit in nobis.
   Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
V. Ora pro nobis, sancta Dei Genetrix,
R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

Gloria al Padre (Gloria Patri)

Es una oración trinitaria (de afirmación del dogma de la Santísima Trinidad).

   Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
   Amén.
   Gloria Patri, et Filio,
et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, et nunc, et semper,
et in sæcula sæculorum.
   Amen.

Gloria a Dios en las alturas (Gloria in excelsis Deo)

Un himno muy antiguo, en el que la Iglesia ruega al Señor.

   Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria,
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso.
Señor Hijo Único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre,
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestras súplicas;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque solo tú eres Santo,
solo tú Señor,
solo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo, en la Gloria de Dios Padre.
   Amén.
   Gloria in excelsis Deo
et in terra pax hominibus bonæ voluntatis.
Laudamus te,
Benedicimus te,
Adoramus te,
Glorificamus te,
Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam,
domine Deus, Rex cælestis, Deus Pater omnipotens.
Domine fili unigenite, Iesu Christe,
Domine Deus, Agnus Dei, Filius Patris,
Qui tollis peccata mundi, miserere nobis;
Qui tollis peccata mundi, suscipe deprecationem nostram;
Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis.
Quoniam Tu solus sanctus,
Tu solus Dominus,
Tu solus Altissimus, Iesu Christe,
Cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris.
   Amen.

Yo confieso (Confiteor)

Es un acto penitencial o de confesión ante Dios.

   Yo confieso ante Dios Todopoderoso,
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión. 
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen
a los ángeles, a los santos,
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios,
Nuestro Señor.
   Amén.
   Confiteor Deo omnipotenti,
et vobis, fratres;
quia peccavi nimis cogitatione,
verbo, opere et omissione:
mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa.
Ideo precor beatam Mariam semper Virginem,
omnes anhelos et sanctos,
et vos, fratres,
orare pro me ad Dominum,
Deum nostrum.
   Amen.

Salve, Reina (Salve, Regina)

La Salve, como se conoce popularmente, es una de las oraciones más populares. Es también una de las cuatro antífonas dedicadas a la Virgen María. Las otras tres son: Alma Redemptoris Mater, Ave Regina Coelorum y Regina Coeli.

   Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
  A ti Llamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
  Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
   Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
   Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Cristo.
   Amén.
   Salve, Regina, Mater misericordiae.
Vita, dulcedo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus exsules filii Hevae.
Ad te suspiramus gementes et flentes in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte;
et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
   O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
   Ora pro nobis, Sancta Dei Genitrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
   Amen.

Credo de los Apóstoles (Credo Apostolorum)

Es una declaración dogmática de la fe católica, donde los creyentes afirman todo aquello en lo que creen.

   Creo en Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra.
   Y (creo) en Jesucristo,
su único hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por (obra y gracia d)el Espíritu Santo.
Nació de la Virgen María,
padeció bajo (el poder de) Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos;
al tercer día resucitó de entre los muertos,
ascendió a los cielos,
y está sentado a la derecha de Dios
Padre todopoderoso;
desde allí ha de venir
a juzgar a los vivos y a los muertos.
   Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne,
la vida eterna.
   Amén.
   Credo in Deum,
Patrem omnipotentem,
Creatorem caeli et terrae.
   Et in Iesum Christum,
Filium eius unicum, Dominum nostrum:
qui conceptus est de Spiritu Sancto.
Natus ex Maria Virgine,
passus sub Pontio Pilato,
crucifixus, mortuus, et sepultus,
descendit ad inferos:
tertia die resurrexit a mortuis;
ascendit ad caelos;
sedet ad dexteram Dei
Patris omnipotentis:
inde venturus est
iudicare vivos et mortuos.
   Credo in Spiritum Sanctum,
sanctam Ecclesiam catholicam,
Sanctorum communionem,
remissionem peccatorum,
carnis resurrectionem,
vitam aeternam.
   Amen.

Cordero de Dios (Agnus Dei)

   Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
   Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
   Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo,
danos la paz, danos la paz.
   Agnus Dei,
qui tollis peccata mundi,
miserere nobis.
   Agnus Dei,
qui tollis peccata mundi,
miserere nobis.
   Agnus Dei,
qui tollis peccata mundi,
dona nobis pacem.

Proclama mi alma la grandeza del Señor (Magnificat)

   Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
   Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
   Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
    Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
    Magníficat anima mea Dominum:
Et exsultavit spiritus meus in Deo, salutari meo.
Quia respexit humilitatem ancillae suae.
    Ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes.
Quia fecit mihi magna qui potens est:
et sanctum nomen ejus.
Et misericordia ejus a progenie in progenies timentibus eum.
   Fecit potentiam in brachio suo:
dispersit superbos mente cordis sui.
Deposuit potentes de sede, et exaltavit humiles.
Esurientes implevit bonis: et divites dimisit inanes.
   Suscepit Israël, puerum suum,
recordatus misericordiae suae.
Sicut locutus est ad patres nostros,
Abraham, et semini ejus in saecula.

Santo, Santo, Santo es el Señor (Sanctus)

Canto de latría o alabanza a Nuestro Señor.

    Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.
Hosanna, hosanna, hosanna, hosanna en el cielo.
    Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Hosanna, hosanna, hosanna, hosanna en el cielo.
   Sanctus, Sanctus, Sanctus,             
Dominus Deus, Sabaoth.                  
Pleni sunt coeli et terra gloria tua.   
Hosanna in excelsis.                    
   Benedictus qui venit in nomine Domini   
Hosanna in excelsis.

Oración de San Francisco por la paz

Es una oración por la paz en el mundo del Poveretto de Asis.

   Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.

Señor mío Jesucristo (Deus meus, acto de contrición)

   Señor mio, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois, Bondad Infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón
haberos ofendido.
Ayudado de vuestra divina gracia,
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y cumplir la penitencia
que me fuera impuesta.
   Amén.
   Deus meus,
ex toto corde pænitet me omnium
meorum peccatorum,
eaque detestor,
quia peccando,
non solum poenas a te iuste
statutas promeritus sum,
sed præsertim quia offendi te,
summum bonum,
ac dignum qui super omnia diligaris.
Ideo firmiter propono,
adiuvante gratia tua,
de cetero me non peccaturum
peccandique occasiones proximas fugiturum.
   Amen.

Veneremos, pues (Tantum ergo)

Se denomina "Tantum Ergo" a las últimas dos estrofas del himno eucarístico Pange lingua, escrito por santo Tomás de Aquino y cantado generalmente durante la adoración del Santísimo Sacramento.

   Veneremos, pues, inclinados
tan grande Sacramento;
y la antigua figura ceda el puesto
al nuevo rito;
la fe supla
la incapacidad de los sentidos.
   Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanza y júbilo,
salud, honor, poder y bendición;
una gloria igual sea dada
al que del uno y del otro procede.
   Amén.
   Tantum ergo Sacramentum,
Veneremur cernui:
Et antiquum documentum
Novo cedat ritui;
Præstet fides supplementum
Sensuum defectui.
   Genitori Genitoque,
Laus et iubilatio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedictio;
Procedenti ab utroque
Compar sit laudatio.
   Amen.

Ahora, Señor, según tu promesa (Nunc dimitis)

Llamado también Cántico de Simeón, es un cántico del Evangelio de Lucas, 1,​ así llamado por sus primeras palabras traducidas al latín, que significan "Ahora dejas".​ Es uno de los cuatro Cánticos Evangélicos, siendo los otros tres el Magníficat o Cántico de María, el Benedictus o Cántico de Zacarías y el Gloria in Excelsis Deo, adoración de las huestes celestiales.

   Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
   Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante
todos los pueblos:
   luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
    Nunc dimittis servum tuum, Domine,
secundum verbum tuum in pace:
   Quia viderunt oculi mei salutare tuum
Quod parasti ante faciem
omnium populorum:
   Lumen ad revelationem gentium,
et gloriam plebis tuae Israel.

A ti, oh Dios (Te Deum)

"Te Deum" (en latín, ‘A ti, Dios’, primeras palabras del cántico) es un himno tradicional de acción de gracias. Suele ser entonado en la Liturgia de las Horas. Se llama también "Himno Ambrosiano", porque, según la tradición, lo compusieron en común San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona: en el año 387, cuando San Agustín recibió el bautismo de manos de San Ambrosio, este último, movido por el Espíritu Santo, improvisó el himno en latín y Agustín iba respondiendo a sus versos. Sin embargo, estudios recientes han verificado que el "Te Deum" en realidad fue escrito en el siglo IV por Aniceto de Remesiana.

   A Ti, oh Dios, te alabamos,
a Ti, Señor, te reconocemos.
   A Ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
   Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
   Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
   Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
   A Ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
   A Ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
   Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
   Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
   Tú eres el Hijo único del Padre.
   Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
   Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
   Creemos que un día
has de venir como juez.
   Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la Gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
   Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
   Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
   Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
   Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
   Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
   Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de Ti.
   En Ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
   Te Deum laudamus:
te Dominum confitemur.
   Te aeternum Patrem,
omnis terra veneratur.
   Tibi omnes angeli,
tibi caeli et universae potestates:
tibi cherubim et seraphim,
incessabili voce proclamant:
   Sanctus, Sanctus, Sanctus
Dominus Deus Sabaoth.
   Pleni sunt caeli et terra
maiestatis gloriae tuae.
   Te gloriosus Apostolorum chorus,
te prophetarum laudabilis numerus,
te martyrum candidatus laudat exercitus.
   Te per orbem terrarum
sancta confitetur Ecclesia,
   Patrem immensae maiestatis;
venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.
   Tu rex gloriae, Christe.
   Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu, ad liberandum suscepturus hominem,
non horruisti Virginis uterum.
   Tu, devicto mortis aculeo,
aperuisti credentibus regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes,
in gloria Patris.
   Iudex crederis esse venturus.
   Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni,
quos pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac
cum sanctis tuis in gloria numerari.
   Salvum fac populum tuum, Domine,
et benedic hereditati tuae.
Et rege eos,
et extolle illos usque in aeternum.
   Per singulos dies benedicimus te;
et laudamus nomen tuum in saeculum,
et in saeculum saeculi.
   Dignare, Domine, die isto
sine peccato nos custodire.
   Miserere nostri, Domine,
miserere nostri.
   Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
quem ad modum speravimus in te.
   In te, Domine, speravi:
non confundar in aeternum.

El Señor es mi pastor (salmo 23)

Uno de los salmos más famosos del Libro de los Salmos, atribuido al rey David y escrito en hebreo. En él, se presenta al Señor como el Buen Pastor, una de las imágenes más potentes y duraderas del cristianismo.

   1 El Señor es mi pastor,
nada me falta:
   2 en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
   3 y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
   4 Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
   5 Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
   6 Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Bendito sea el Señor (Benedictus, Lucas 1,68-79)

El "Benedictus" o "Cántico de Zacarías" es la oración que recitó Zacarías al volver a poder hablar tras el nacimiento de su hijo San Juan Bautista. Alaba y da gracias a Dios por el advenimiento del Mesías. Apenas se refiere a su hijo Juan, para decir cual será su función frente a Jesucristo. Dentro de la Liturgia de las Horas, se empleaen el rezo de los laudes (alabanzas a Dios).

   Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.
   Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando su misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró
a nuestro padre Abrahán.
   Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta
del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de los pecados.
   Por la entrañable misericordia
de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
   Benedictus Dominus Deus Israel;
quia visitavit et fecit redemptionem plebis suæ:
Et erexit cornu salutis nobis,
in domo David pueri sui.
Sicut locutus est per os sanctorum,
qui a sæculo sunt, prophetarum eius:
   Salutem ex inimicis nostris,
et de manu omnium, qui oderunt nos:
Ad faciendam misericordiam cum patribus nostris,
et memorari testamenti sui sancti.
Iusiurandum, quod iuravit ad Abraham patrem nostrum, daturum se nobis:
   Ut sine timore, de manu inimicorum nostrorum liberati, serviamus illi.
In sanctitate et iustitia coram ipso, omnibus diebus nostris.
Et tu, puer, propheta Altissimi vocaberis,
præibis enim ante faciem Domini parare vias eius:
Ad dandam scientiam salutis plebi eius:
in remissionem peccatorum eorum:
   Per viscera misericordiæ Dei nostri:
in quibus visitavit nos, oriens ex alto:
Illuminare his qui in tenebris
et in umbra mortis sedent:
ad dirigendos pedes nostros
in viam pacis.

Señor, ten piedad (Kyrie eleison)

"Kyrie eleison" es el nombre de una importante oración cristiana, también denominada «Señor, ten piedad»: Kyrie es el caso vocativo del sustantivo griego κύριος (kyrios: «señor») y significa «¡Oh, Señor!», mientras que Eleison, en griego ἐλέησον, es imperativo aoristo del verbo ἐλεέω «compadecerse». Su origen es muy antiguo, incluso precristiano, y es uno de los cantos más antiguos del canto gregoriano.

   Señor, Rey y Padre no engendrado, Verdadera Esencia de Dios, ten piedad de nosotros.
Señor, fuente de luz y Creador de todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Señor, Tú que nos has marcado con el sello de tu imagen, ten piedad de nosotros.
Cristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, ten piedad de nosotros.
Cristo, Luz guía, a través de quien son todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Cristo, Perfección de la Sabiduría, ten piedad de nosotros.
Señor, Espíritu vivificador y poder de vida, ten piedad de nosotros.
Señor, Aliento del Padre y el Hijo, en quien son todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Señor, Purificador del pecado y Limosnero de la Gracia, te rogamos no nos abandones a causa de nuestras ofensas, Consolador del alma dolorida, ten piedad.
   Kyrie, rex genitor ingenite, vera essentia, eleison.
Kyrie, luminis fons rerumque conditor, eleison.
Kyrie, qui nos tuæ imaginis signasti specie, eleison.
Christe, Dei forma humana particeps, eleison.
Christe, lux oriens per quem sunt omnia, eleison.
Christe, qui perfecta est sapientia, eleison.
Kyrie, spiritus vivifice, vitæ vis, eleison.
Kyrie, utriqusque vapor in quo cuncta, eleison.
Kyrie, expurgator scelerum et largitor gratitæ; quæsumus propter nostras offensas noli nos relinquere, O consolator dolentis animæ, eleison

Venid, fieles cristianos (Adeste, fideles)

«Adeste fideles» («Venid, fieles») es un himno usado en la bendición durante la Navidad desde el siglo XVIII. Invita a los fieles a acudir a Belén a adorar al Salvador, recién nacido.

Aún se sigue llamando en muchos lugares el «himno portugués» (Portuguese Hymn) porque se cantaba en la misión portuguesa de Londres en 1797.

Hay dudas sobre la autoría de la música, que podría haber sido compuesta hacia 1743 por John Francis Wade, aunque Vincent Novello la ha atribuido a John Reading, que fue organista en la Catedral de Winchester de 1675 a 1681, y posteriormente en la Universidad de Winchester.

El texto ha sido atribuido a San Buenaventura y al rey Juan IV de Portugal, «el Rey Músico», nacido en 1604, gran mecenas de la música y las artes, sofisticado autor y famoso por su biblioteca, una de las mayores del mundo en su tiempo.

   Acudan, fieles, alegres, triunfantes,
vengan, vengan a Belén,
Vean al recién nacido, el Rey de los ángeles.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.
   Que cante ahora el Coro de los ángeles,
que cante ahora la corte celestial.
Gloria, gloria en las alturas a Dios,
vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.
   El eterno resplandor del Padre Eterno
veremos velado bajo la carne:
a un Dios niño, envuelto en pañales.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.
 Así pues, a ti que has nacido el día de hoy,
Jesús, a ti sea la gloria.
Palabra del Padre Eterno hecha carne.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.
 Dios de Dios, luz de luz.
Lo gestan las entrañas de una doncella,
Dios verdadero, engendrado, no creado.
Vengan,adoremos, vengan, adoremos,
vengan, adoremos al Señor.
   He aquí que, habiendo abandonado el rebaño, humildes a la cuna.
Los pastores convocados se aproximan.
Y nosotros apresurémonos con paso alegre.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos,
vengan, adoremos al Señor.
   Con una estrella como guía los magos, para adorar a Cristo,
le entregan oro, incienso y mirra como regalos.
Al niño Jesús ofrezcamos nuestros corazones.
Vengan,adoremos, vengan, adoremos,
vengan, adoremos al Señor.
   A quien por nosotros es pobre y está acostado en el heno
démosle calor con tiernos abrazos.
¿Quién no correspondería con su amor al que así nos ama?
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.
   Adeste fideles laeti triumphantes
Venite, venite in Bethlehem
Natum videte, Regem angelorum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
   Cantet nunc io Chorus angelorum,
Cantet nunc aula caelestium
Gloria, gloria in excelsis Deo
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
   Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus:
Deum Infantem, pannis involutum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
   Ergo qui natus die hodierna
Jesu, tibi sit gloria
Patris aeterni Verbum caro factum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
   Deum de Deo, Lumen de Lumine,
Gestant puellae viscera,
Deum verum, Genitum non factum.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
   En grege relicto, humiles ad cunas,
Vocati pastores adproperant:
Et nos ovanti gradu festinemus.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
   Stella duce magi, Christum adorantes,
Aurum, tus, et myrrham dant munera.
Iesu infanti Corda praebeamus;
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
   Pro nobis egenum, et foeno cubantem,
Piis foveamus amplexibus:
Sic nos amantem quis non redamaret?
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Los Diez Mandamientos de la ley de Dios

El Señor dio a Moisés las tablas de la ley diciéndole: "Yo soy el Señor tu Dios". Y estos son los Diez Mandamientos que le entregó:

1. Primer Mandamiento: "Amarás a Dios sobre todas las cosas".

2. Segundo Mandamiento: "No tomarás el nombre de Dios en vano".

3. Tercer Mandamiento: "Santificarás las fiestas".

4. Cuarto Mandamiento: "Honrarás a tu padre y a tu madre".

5. Quinto Mandamiento: "No matarás".

6. Sexto Mandamiento: "No cometerás actos impuros".

7. Séptimo Mandamiento: "No robarás".

8. Octavo Mandamiento: "No darás falso testimonio ni mentirás".

9. Noveno Mandamiento: "No consentirás pensamientos ni deseos impuros".

10. Décimo Mandamiento: "No codiciarás los bienes ajenos".

Con los Diez Mandamientos vino la costumbre de hacer decálogos para recordar los puntos principales de cualquier asunto.

Los cinco mandamientos de la Iglesia católica

Son las obligaciones que la Iglesia impone a los creyentes.

1. Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. Los días santos de la custodia o precepto que pueden no sean en el domingo son diez en todo el año:

  • 1 de enero (Solemnidad de Santa María, Madre de Dios);
  • 6 de enero (Epifanía del Señor);
  • 19 de marzo (Solemnidad de San José);
  • Ascensión de Jesús (fecha variable - jueves de la sexta semana de Pascua);
  • Corpus Christi (primer jueves después el domingo de la Santísima Trinidad);
  • 29 de junio (Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo);
  • 15 de agosto (Solemnidad de la Asunción de la Virgen María);
  • 1 de noviembre (Solemnidad de todos los santos);
  • 8 de diciembre (Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María);
  • 25 de diciembre (Navidad).

2. Confesar los pecados mortales al menos una vez cada año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar.

3. Comulgar al menos por Pascua de Resurrección.

4. Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia. Son días de ayuno: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo. Son días de abstinencia de carne o cualquier otro alimento determinado por la Conferencia Episcopal: todos los viernes, sobre todo Cuaresma, a menos que una solemnidad sea un viernes.​

5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

Los misterios del Santo Rosario

Los temas de cada misterio son los siguientes:

Misterios gozosos (lunes y sábado)

  • El anuncio del arcángel Gabriel a la Virgen María,
  • la visita de María a su prima santa Isabel,
  • la Navidad, Jesús nace en Belén en el pesebre,
  • María y José presentan a Jesús en el Templo y
  • Jesús, perdido y hallado en el templo, habla tres días con los doctores y les pregunta por las cosas del Padre.

Misterios dolorosos (martes y viernes)

  • la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, donde suda sangre y ora al Padre con humildad y es confortado por un ángel.
  • la flagelación de Jesús, atado a la columna,
  • la coronación de espinas, los demás lo insultan y le escupen,
  • Jesús lleva la cruz a cuestas al monte Calvario y
  • Crucifixión y muerte de Jesús, durante tres horas agoniza, finalmente muere.

Misterios gloriosos (miércoles y somingo)

  • La resurrección de Jesús, que sale del sepulcro.
  • La ascensión de Jesús a los Cielos en gloria y triunfo.
  • La venida del Espíritu Santo sobre María y los apóstoles, a los que ilumnia, conforta y santifica.
  • La asunción de María, que es elevada al cielo en gloria y triunfo.
  • La coronación de la Virgen como reina del cielo y la tierra, mediadora y madre nuestra.

Misterios luminosos (jueves)

  • El bautismo de Jesús en el río Jordán por Juan Bautista.
  • La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná, donde convierte el agua en vino al pedírselo su madre.
  • El anuncio del Reino de Dios, invitando a todos a la conversión.
  • La transfiguración de Jesús ante sus apóstoles en el monte Tabor: Jesús se vuelve radiante en gloria divina.
  • La institución de la Eucaristía en la Última Cena.

Bibliografía, webgrafía

  • CALERO HERAS, José, "Tema 1. Literaturas orientales", en Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, pp. 14-19.
  • IBORRA, Enric, "Tema 1. Antigüedad (I): Literaturas orientales", en Literatura universal. Bachillerato. Alzira, Algar, 2016, pp. 7-32.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (abril 2017): Letraherido. Segunda redacción (noviembre 2019): Zayra Muñoz e Iliana Morata.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.