Oratoria clásica

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Demóstenes. Foto: mmarftrejo. Licencia CC (By-Nc-Sa).

En la sociedad democrática griega de los siglos V y IV a.C., la elocuencia (el dominio de la palabra en público) fue muy importante, tanto en política como en los juzgados. En los juicios el acusado tenía que defenderse por sí mismo, pero muchos recurrían a logógrafos o "compositores de discursos".

Tipos de discurso

  • Discursos deliberativos o políticos: Dirigidos a un auditorio indeciso y pronunciados por un orador que sopesa las ventajas y los inconvenientes de una opción política. La personalidad del orador es clave. Estos discursos están orientados a un tiempo futuro.
  • Discursos forenses o judiciales: El discurso se pronuncia ante un tribunal y versa sobre hechos pasados, por lo que su tiempo de referencia es el pasado. Generalmente estos discursos se abren con un prólogo, al que le sigue la narración de los hechos acompañados de pruebas. El objetivo clave es conmover al receptor.
  • Discurso epidíctico o de aparato: Lo más importante aquí es el discurso como obra literaria elaborada. Aquí se incluyen los discursos de alabanza a un personaje o discursos fúnebres como el Discurso fúnebre de Pericles.

Proceso de elaboración del discurso

Un discurso debe pasar por cuatro fases:

  • El orador debe, antes que nada, dar con el tema objeto del discurso.
  • Conseguido el material, es preciso ordenarlo. Se comienza con un prólogo, que tiene como finalidad captar la atención del público. Viene después el cuerpo central, donde las ideas se ordenan. Y por último un epílogo, que sintetiza los argumentos y expone la intención del orador.
  • En esta fase se debe cuidar el lenguaje y el estilo.
  • Al pronunciar su discurso el orador es, en cierto modo, un actor. La voz y los gestos deben guardar relación con las palabras y las ideas.

Demóstenes

Demóstenes (384-322 a.C.) fue un político ateniense, considerado el mejor orador de la antigua Grecia. Proveniente de una familia de empresarios ricos, perdió a su padre a los siete años y sus tutores abusaron de su herencia, por lo que, al llegar a la mayoría de edad, tuvo que emprender largos procesos judiciales para conservar algo de su fortuna.

Ejerció en su primera juventud la profesión de logógrafo. Superó con esfuerzo sus dificultades para la oratoria con ejercicios de declamación. A partir del año 354 a.C. intervino en asuntos políticos y se hizo famoso por sus discursos. Denunció la ambición de Filipo de Macedonia en las famosas Filípicas, discursos pronunciados durante un largo proceso en la asamblea ateniense.

La Primera Filípica (349 o 351) es un enérgico llamamiento a los atenienses. Entre 349 y 348, cuando Atenas concertó una alianza con la Calcídica para luchar contra Filipo, pronunció las tres Olintíacas, en que urgía a los atenienses a ayudar a la ciudad de Olinto; ello no evitó, sin embargo, la destrucción de la ciudad aliada. Demóstenes, que formó parte de la embajada enviada para tratar la paz con Filipo, pronunció en 344 otro llamamiento contra las pretensiones del rey de Macedonia en la Segunda Filípica. El año 341 escribe la tercera y la cuarta Filípica y Sobre la situación del Quersoneso, una de las obras maestras de su oratoria.

A lo largo de la década siguiente intentó ser coronado por sus méritos cívicos, pero su rival orador Esquines se opuso a su propuesta y Demóstenes terminó siendo condenado al exilio. La hostilidad entre ambos oradores culminó en 330 en un gran proceso político. Demóstenes respondió triunfalmente con su discurso Por la corona. Esta demolición del adversario e inteligente apología de la propia actuación política está considerada la obra cumbre de su oratoria. El año 320 se suicidó para evitar ser asesinado por orden del general macedonio Antípatro.

Lengua y estilo

La fuerza de sus discursos (de los que se conservan unos setenta) y la precisión de sus argumentos, con pocas figuras retóricas, le otorgan una originalidad excepcional. Como otros maestros de la prosa, Demóstenes pone especial cuidado en la estructura rítmica; ya en los comentarios de la Antigüedad se destacaba que la eficacia de su oratoria reside, en gran parte, en el ritmo.