El narrador en “William Wilson”, de Edgar Allan Poe

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Criterios de corrección

El alumno debe escribir sobre esa voz narrativa en primera persona (William Wilson) que es a la vez el protagonista (cuyo nombre se oculta) del cuento; este narrador es el que, echando mano de su indeleble memoria, construye una detallada escenografía del pasado, y sirviéndose de su incurable imaginación y de la retórica del suspense y de lo anormal, erige lo fantástico en el relato.

El cuento está narrado desde la mente enferma de William Wilson, que al adoptar otro nombre se distancia del que fue y se instala en una perspectiva distinta, la del juez que se condena por sus actos pasados; por ello, el cuento adopta el aire de una confesión de quien ve acercarse la muerte y busca ser perdonado por los otros. En la trayectoria de William Wilson el auténtico protagonista es el mal: Wilson es un ser depravado (cfr. Poe, “El demonio de la perversidad”), que busca justificar esta inclinación como producto de un sueño, de una locura, de un desarrollo mental anormal, de un determinismo fatalista en suma, con lo que no se hace responsable de su propio destino. Todo ello imprime al cuento su característico sello fantástico y, a la vez, le resta cualquier atisbo de credibilidad.

Portada de "William Wilson", cuento autobiográfico de Edgar Allan Poe

El narrador en "William Wilson"

El relato es un texto narrativo con un narrador en primera persona, cuyo nombre real desconocemos. Se hace llamar William Wilson, pero dice claramente que enmascara su nombre real. Nuestro protagonista comienza presentándose como un personaje depravado y trata de explicar el origen de ese carácter recurriendo a su "herencia biológica". Para ello, comienza a contar su historia. Mediante un flash back (retroacción o salto atrás), retorna a su época de colegial, cuando tenía quince años, y a partir de ahí utiliza un orden cronológico hasta llegar al desenlace fatal, con la muerte-asesinato-suicidio del protagonista. Es un cuento de terror o misterio que adopta la forma de la confesión de culpa, del arrepentimiento, pues el narrador poco antes de morir cuenta sus pecados a los lectores ("Acompáñenme en mi camino", "Permítanme explicarme", dice frecuentemente) y lo que busca es obtener el perdón o, cuando menos, la comprensión de los otros.

Edgar A. Poe se emplea a fondo en la ambientación del relato por medio de descripciones exhaustivas (que ralentizan el ritmo en ocasiones) y mediante el uso de la primera persona utilizando recursos como el de ocultar el nombre real del protagonista para evitar ser conocido (truco este que da verosimilitud al relato, pues se supone que es la historia real de alguien realmente existente). El autor también utilizó datos autobiográficos para la realización de este cuento, pues el personaje principal -William Wilson- nace el mismo día que el propio Poe (el 19 de enero).

La vida de Poe fue truculenta desde que era pequeño, pues tuvo una infancia muy dura. Cuando él tenía tan solo un año, su padre desapareció, y cuando tenía dos años falleció su madre. A partir de entonces, a lo largo de su vida se vio marcado por el alcohol y la pobreza, todo esto influyó en sus obras. También vivió en un internado británico, como el protagonista. Él también fue jugador y bebedor y se inclinó gravemente al mal. Finalmente, también estaba mentalmente muy enfermo, como William Wilson, y en sus últimos tiempos bordeaba la locura, la esquizofrenia, estaba alcoholizado y vivía en la pobreza, acosado por las deudas de juego.

En su obra, William Wilson, el protagonista se presenta a sí mismo como una persona que desde siempre no ha tenido una realidad completamente clara, duda de sus sentidos, de su razón, y de la forma en que éstos lo han conducido hasta el presente. Es por esta razón por la que, cuando en su juventud escolar William Wilson conoce a “otro” William Wilson, puede dudarse de la salud mental del narrador. Más aún cuando, poco a poco, los dos William comienzan a confundirse uno con otro. A pesar de la intención de Wilson de elucidar una respuesta, no la encuentra, no logra responderse quién es ese ente que lo sigue por el mundo frustrando sus actos más ruines. Y no tan irónicamente, en la conducta de su conciencia él ve una detención del libre albedrío: “¡pobre compensación para los derechos de un libre albedrío tan insultantemente estorbado!”.

Así pues, en un fiesta de disfraces, Wilson asesina al que cree su enemigo, pero al realizar su acción, sólo alcanza a ver un espejo devolviéndole su imagen ensangrentada. Sólo en ese momento el protagonista acepta al otro como su otro yo, ese alter ego que entonces, dejando de susurrarle, le dice con su misma voz que al matarlo también ha muerto él. De esta manera se revela ante el lector que lo que tomábamos por un diálogo entre William Wilson 1 y William Wilson 2 era, en realidad, el monólogo de una mente enferma a punto de suicidarse.

Bibliografía, webgrafía

  • CALERO HERAS, José: Literatura universal. Bachillerato. Barcelona, Octaedro, 2009, tema 7, p. 134 y pp. 146-150.

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (noviembre 2014): Adrizlo
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.