La realidad y la apariencia

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   "De la confortable institución en que el público se ha instalado al principio, de la mano de Tomás,
se camina paso a paso, pero inexorablemente, hasta el desvelamiento total de la celdad, de la que,
no obstante, nunca se ha salido. Es forzoso que ahí nazca un acentuado sentido de crisis del concepto
de lo real, que Buero ha ido persiguiendo a lo largo de todo su teatro y que encuentra ahora sus
realizaciones estéticamente más expresivas".
   (Luis Iglesias Feijoo, La trayectoria dramática de Antonio Buero Vallejo,
Santiago de Compostela, Universidad, 1982, p. 442)

Criterios específicos de corrección

En la pregunta sobre realidad y apariencia, el alumno deberá destacar que, en La Fundación, nada es lo que parece: ni la Fundación ni los objetos que la pueblan son lo que parecen. Tampoco los personajes, pues quien parece amigo -como Max- es finalmente un traidor. Tomás irá recuperando, poco a poco, la cordura y dándose cuenta de su verdadera dimensión: es un delator, no ha sabido soportar la tortura y ha traicionado a sus amigos, poniéndolos en grave peligro. Tampoco Berta es real, sino solo una proyección de su deseo sexual. El compañero de celda del principio de la obra es, en realidad, un cadáver. Y finalmente, lo que sí queda es la imagen del ratón blanco: todos somos roedores inconscientes, débiles, en manos de las dictaduras.

Buero traza una fábula inteligente sobre la realidad y la apariencia en la que tiene mucho que ver su técnica del "efecto de inmersión": solo descubrimos la verdad al mismo tiempo que el protagonista, Tomás. Sin verdad, no hay libertad. La verdad hay que afrontarla, por amarga que sea. Pero como siempre en el teatro de Buero, al final queda un resquicio para la esperanza. Siempre se puede salir del túnel, escapar de la cárcel. Producir el cambio social.

Realidad y apariencia en La Fundación (1974), de Antonio Buero Vallejo

La Fundación (1974) es una de las obras de Buero Vallejo que han alcanzado mayor éxito de público y crítica, tanto por el dramatismo de su trama argumental como por la novedad de los procedimientos técnicos utilizados. Fue la última obra de Buero estrenada durante el régimen de Franco. (Poco después, en 1975, moría el dictador).

La obra se presenta como una “Fábula en dos partes“, el término equivale aquí a ‘historia’ o ‘ficción’, y lo utiliza Buero en el sentido aristotélico. La Fundación, como si se tratara de una fábula verdadera, plantea al espectador el eterno problema de la realidad y la ficción producida por el rechazo del mundo exterior, por la imaginación, el trastorno mental o la alucinación. Debido a ese enfrentamiento, surge un sentido de crisis del concepto de lo real, que Buero ha ido persiguiendo a lo largo de todo su teatro.

En La Fundación, Buero recurre al símbolo como recurso estético. Los objetos, espacios y personajes tienen más de un significado. Algunos de los símbolos más importantes son:

  • La propia Fundación: es la falsa realidad donde vive Tomás para olvidarse de sus verdaderos problemas. Su decoración (la estantería llena de libros, el ventanal, el teléfono, la televisión, etc.) puede asociarse a las conquistas de nuestra forma de vida moderna: la cultura, la comunicación, el bienestar, etc. Son falsas seguridades que nos ofrece la sociedad para tapar las partes más oscuras del sistema.

A medida que el protagonista se va dando cuenta de la realidad, la Fundación se va convirtiendo en una cárcel. Así, Antonio Buero Vallejo nos da a entender de una forma pesimista que la vida es una prisión, y por lo tanto, nuestro mundo y la Fundación son lo mismo. Ante este descubrimiento, la actitud de huida hacia un mundo mejor resulta la única posibilidad ética que tenemos.

  • El ventanal: según Asel, es el único elemento que existe de verdad. El ventanal simboliza el futuro, un mundo feliz y mejor que se puede conseguir por medio de la lucha y la insumisión hacia las distintas formas de dictadura que coartan nuestras libertades. Los hologramas suponen una reflexión sobre la naturaleza de la realidad. Como en el mito platónico de la caverna, nos hacen pensar hasta qué punto lo que perciben nuestros sentidos es real o pura ilusión.
  • Berta: es una representación de los deseos sexuales de Tomás y, al mismo tiempo, de su inconsciente.

Además, el ratón al que cuida, también llamado Tomás, desaparecerá cuando el protagonista asuma la realidad y acepte sus fuerzas y flaquezas. La muerte del ratón, por lo tanto, puede ser entendida como una liberación, ya que Tomás, a partir de ese momento, se convierte por fin en un ser humano íntegro. En cierta forma, lo que sugiere Buero es que los seres humanos somos ratones indefensos en las manos de oscuros dictadores, capaces de "cuidarnos" o aniquilarnos. La comparación entre roedores y humanos remite en la tradición literaria, inevitablemente, a la novela del norteamericano John Steinbeck, De ratones y hombres.

  • El tema quijotesco de la locura y la cordura: en La Fundación nada es lo que parece. Ni el escenario, que poco a poco revela que nos encontramos en una cárcel. Ni los personajes, pues el que parecía amigo, como Max, se descubre finalmente que es un traidor. En el caso de Tomás, él mismo va descubriendo la verdad sobre su propia persona, recupera el sentido y se da cuenta de que ha sido un delator y que, por su causa, algunos de sus compañeros se verán abocados a una muerte cierta.

Si algo caracteriza esta obra, y, en general, a todas las obras teatrales de Buero Vallejo es el uso del llamado “efecto de inmersión”: el espectador es “engañado” por el autor, que lo hace participar, en cierta medida, de los pensamientos de uno de los personajes. En este caso, el público ve lo que ve Tomás, y sólo descubre la realidad a medida que éste la descubre. De esta forma, el espectador experimenta el horrible proceso que supone el paso de vivir en una mentira , aunque sea hermosa, a una realidad terrible, pero real. Tomás decidió negar la realidad, sustituyéndola por una mentira para olvidar lo ocurrido, puesto que fue detenido, torturado y, además, delató a otros compañeros. Creó un mundo nuevo lleno de felicidad y belleza, sin dolor, sin torturas, sin cárceles, sin cadáveres. Ese mundo, que Tomás -y nosotros con él- creímos cierto, se va desmoronando poco a poco, hasta que desaparece y se convierte en una realidad llena de miedo y muerte, pero que ofrece la posibilidad de la libertad y el heroísmo.

Por lo tanto, será el descubrimiento de la verdad el único camino para la libertad. A partir de este momento, el espectador descubre que su percepción de lo que estaba ocurriendo en el escenario era tan falsa como la del protagonista.

El final abierto de la tragedia ofrece a los espectadores una esperanza y, a la vez, un compromiso: el espectador será quien decida el final de la historia.

Cuando el escenario se queda vacío, la celda se transforma de nuevo en una bella habitación de la Fundación, lista para recibir a sus nuevos inquilinos. La fábula vuelve a empezar. Está en nuestras manos decidir el futuro.

Bibliografía, webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero 2018). Segunda redacción (diciembre 2019): Raúl Borges. Iván Gómez y Luis Yang.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.