La evolución poética de Juan Ramón Jiménez (1881-1958): en busca de la «poesía pura»

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NOTA: Esta pregunta irá siempre en el examen EvAU con la relativa a Antonio Machado: ("Antonio Machado
los grandes temas poéticos") para que el alumno elija una de las dos.
 "A la inmensa minoría" (Juan Ramón Jiménez)

Criterios específicos de corrección

El alumno deberá contextualizar la producción poética de Juan Ramón (1881-1958), explicar su evolución desde sus inicios románticos y modernistas, hasta su etapa de plenitud, pasando por su época de poesía pura.

Deberá referirse a libros capitales del poeta de Moguer, ubicándolos en el momento de su producción, como:

  • La soledad sonora,
  • Almas de Violeta,
  • Platero y yo (1914),
  • Diario de un poeta recién casado (1916),
  • Eternidades (1918),
  • Piedra y cielo (1918),
  • Poesía (1923),
  • Belleza (1923) y
  • La estación total (1923-1936),
  • Animal de fondo,
  • Dios desedo y deseante (1948-1949),
  • Espacio (1954).

Y podrá, por último, referirse a otros aspectos fundamentales de su vida y obra, como su peculiar ortografía, la recepción del Premio Nobel de Literatura, su relación con Zenobia Camprubí...

Juan Ramón Jiménez (1881-1958), poeta novecentista

A Juan Ramón Jiménez suele considerársele como poeta de la Generación novecentista o Generación de 1914. Se da este nombre a un grupo de escritores que irrumpen en el panorama literario en torno a 1914. Todos ellos son partidarios de la acción intelectual desde una minoría o elite. Tienen, como los noventaiochistas, una clara preocupación por el problema de España y el regeneracionismo, pero son más optimistas que sus mayores del 98. Intentan expresarse de una manera máximamente pulcra y depurada, tanto en prosa como en verso.

Forman esta generación tanto ensayistas (José Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel Azaña...) como novelistas (Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala) y poetas como Juan Ramón Jiménez, quien, a partir de su poemario Diario de un poeta recién casado (1916), se apartó del Modernismo en busca de una poesía pura, desnuda, más personal.

Los rasgos principales de esta generación son los siguientes:

  1. Formación universitaria (frente al autodidactismo del 98), vinculación a la Institución Libre de Enseñanza (I.L.E.). Realizan una sólida labor académica en muchos campos del saber: filosofía, historia, lingüística... En medicina, destacó el aragonés Santiago Ramón y Cajal (1852-1934).
  2. Espíritu científico (frente al irracionalismo subjetivista del 98). Se plantean concienzudamente problemas tan serios como el de las dos Españas, la identidad nacional.
  3. Optimismo y fe en el porvenir de España (frente al pesimismo del 98).
  4. Europeísmo como remedio contra el atraso cultural español. José Ortega fue un admirador de Alemania y Manuel Azaña, de Francia.
  5. Talante liberal, elitismo. Creen que España solo podrá salir adelante formando a una minoría cultural, selecta y europeísta. Algunos incluso fueron activos políticos, como Azaña, que llegó a ser presidente de la Segunda República española. Juan Ramón dedicó su obra "A la inmensa minoría", sabedor de que la comunicación poética no es para todo el mundo. La generación novecentista es, sin duda, la suya.

Ubicado ya el poeta dentro de su generación, diremos ahora algunas cosas sobre su vida.

Juan Ramón Jiménez nació en Moguer (Huelva), el 23 de diciembre de 1881. Cuando se trasladó a Madrid, con 19 años, conoció a los grandes poetas de su tiempo: Rubén Darío, Machado, Valle-Inclán, Gómez de la Serna

En 1916, se casó con Zenobia Camprubí, traductora del poeta hindú Rabrindanath Tagore (desde la versión inglesa de sus versos). Ella fue su amor definitivo, su compañera de toda la vida.

Cuando estalló la Guerra Civil, tras el asesinato de Lorca, que le impactó mucho, él y Zenobia decidieron salir de España. El presidente Manuel Azaña, amigo del poeta, le consiguió un salvoconducto y se fueron a Estados Unidos, Cuba y finalmente Puerto Rico, donde la Universidad ofreció trabajo al poeta y donde moriría unos años más tarde.

En 1946, ve la luz una de sus obras capitales, La estación total.

En 1948, Zenobia y él hacen una gira por Latinoamérica: Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y Perú. El poeta es aplaudido por la multitud.

Está considerado un autor de la máxima relevancia, heredero del 98 y muy influyente en la Generación del 27. Posee la mejor obra poética de la literatura española contemporánea. Uno de los símbolos principales de su obra poética es el mar. En 1956, recibió el Premio Nobel de literatura, “por su obra lírica que constituye un ejemplo de alta espiritualidad y de pureza artística”. Pero justo ese año moría su mujer, Zenobia. Cuando le comunicaron que había ganado el premio, lleno de tristeza, exclamó : "¡Ahora!".

Nunca regresó a España. El poeta falleció en San Juan de Puerto Rico, el 28 de mayo de 1958. Residía allí desde 1951. Sus restos y los de Zenobia están enterrados en el cementerio de Moguer.

En Moguer, hay una casa-museo dedicada al poeta, a la que él donó la mitad del dinero del Nobel; la otra mitad fue para la Universidad de Puerto Rico.

La evolución poética de Juan Ramón

Juan Ramón puso toda su inteligencia, su sensibilidad, su vida entera se pone al servicio de lo que él llamaba «la Obra». El resultado es una poesía de extraordinaria importancia, descubridora y forjadora de nuevas posibilidades expresivas, modelo para la poesía posterior. La poesía de Juan Ramón está presidida por tres objetivos: la belleza, el conocimiento y la eternidad.

Juan Ramón vivió solo y exclusivamente para la poesía. Él mismo se definía:

   “Yo escribo solamente para mí y para unos cuantos elegidos…"
   "Yo sigo en la Torre de Marfil, yo me mantengo fiel al arte puro…”
   Para él, “el poeta debe ser el hombre que arde como una llama viva, que está siempre ardiendo”. 

A Juan Ramón le gustaba poner en sus libros la dedicatoria "A la inmensa minoría", lo que demuestra ya su credo estético. Una consigna poética a la que contestará Blas de Otero, poeta social de los cincuenta, con su poema "A la inmensa mayoría" (en Pido la paz y la palabra, 1955).

Ramón Gómez de la Serna lo llamó "el Rey doliente" de la poesía española.

Fue un poeta distante, encerrado en su ensimismamiento. Se dice, por ejemplo, que cuando se proclamó la Segunda República, sus discípulos vinieron a comentárselo, y él respondió: "¡A mí qué me importa la República!", y siguió con su tarea perpetua de corrección de sus poemas.

Su manera de ser le valió fama de irascible, exquisito y purista, de señorito despreocupado de la realidad de su tiempo. Se le reprochó su falta de implicación en asuntos sociales y políticos, sobre todo en lo que respecta a la guerra civil, aunque es cierto que siempre estuvo en favor de la legitimidad del gobierno republicano y que se fue al exilio, a Puerto Rico, con el triunfo de Franco.

A lo largo de su carrera poética, Juan Ramón buscó incesantemente una forma poética personal, propia, original: la poesía pura. Pero para llegar a ella recorrió tres etapas o épocas diferentes:

Primera época o época sensitiva (1896-1915)

Sigue la trayectoria de los poetas románticos y modernistas. Los temas empleados son: la obsesión por la muerte, la soledad, la pasión por la música y la pintura. Ejemplos representativos de obras de su primera etapa son: La soledad sonora, Almas de Violeta y, la más representativa, Platero y yo (1914), una obra compuesta por 138 capítulos escritos en prosa poética, en la que critica a la sociedad de Moguer en un ambiente de miseria y crueldad, con la excusa de contar la historia de un dulce burrito peludo y suave, tan blanco que parece hecho de algodón. Es la primera etapa de Juan Ramón, su momento de aprendizaje del oficio poético.

Veamos un poema de La soledad sonora, caracterizado por el gusto por mundos bellos y aristocráticos (rasgo específicamente modernista). El poeta crea una especie de ensoñación lírica (el sueño es también un motivo modernista). Transforma la realidad en un ámbito palaciego, suntuoso y bello que su espíritu refinado recorre con autocomplacencia. Así pues, carga sensorial, sonoridad, adjetivación abundante, uso de las figuras literarias:

   "Un pájaro, en la lírica calma del mediodía,
canta bajo los mármoles del palacio sonoro;
sueña el sol vivos fuegos en la cristalería,
en la fuente abre el agua su cantinela de oro.
Es una fiesta clara con eco cristalino:
en el mármol el pájaro; las rosas en la fuente;
¡garganta fresca y dura; azul, dulce, arjentino
temblar, sobre la flor satinada y reciente!
En un sueño real, voy, colmado de gracia,
soñando, sonriendo, por las radiantes losas,
henchida el alma de la pura aristocracia
de la fuente, del pájaro, de la luz, de las rosas…"

Y leamos ahora un fragmento de prosa poética: Platero y yo, donde el poeta capta el paisaje como si fuera un pintor impresionista. Predomina lo sensorial y el autor llena el pasaje de sensaciones de lentitud y serenidad, con predominio del estilo nominal:

   Paisaje grana
   La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria,
vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa.
   Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de aguas de carmín, de rosa, de violeta; hunde
suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como un pasar profundo de umbrías aguas de sangre.
   El paraje es conocido; pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio
abandonado… La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable…
   –Anda, Platero.

Segunda época o época intelectual (1916-1936)

En ella se aleja progresivamente del Modernismo. Su poesía se convierte en una poesía pura o desnuda, plasmando la esencia y el sentido de las cosas, sin anécdota, sin artificio. Introduce novedades en el poema como la mezcla de la prosa y el verso libre, utilizando un lenguaje preciso, claro y directo, expresando lo visto y lo vivido. Juan Ramón fue uno de los primeros en usar el versolibrismo en España. Los poemas más relevantes son los relativos al mar. La poesía pura juanramoniana se despoja de lo anecdótico, se hace intemporal y alcanza la máxima concentración conceptual. Sus obras principales en esta época son: Diario de un poeta recién casado (1916), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1918), Poesía (1923), Belleza (1923) y La estación total (1923-1936). Hay también un poema muy famoso que explica perfectamente la búsqueda juanramoniana de la pureza poética y donde el poeta de Moguer ya utiliza su característica ortografía (siempre escribía "je, ji", en lugar de "ge, gi"):

Intelijencia
   ¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
...Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente,
que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
   ¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

El ideal de pureza poética lo alcanza con Diario de un poeta recién casado (1916) y, sobre todo, con Eternidades (1918). En Piedra y cielo (1918), plasma el misterio de la belleza y la eternidad. En Españoles de tres mundos hace caricaturas de españoles famosos en su tiempo. La obsesión por la muerte queda representada en sus obras Poesía (1923) y Belleza (1923).

Entre 1932 y 1936, escribe La estación total, expresando su voluntad de ir más allá de si mismo y de conseguir plenitud y armonía. Con esta obra se cierra su época intelectual.

Tercera época o época suficiente (1936-1958)

En 1936, huyendo de la guerra, Juan Ramón inicia su etapa del exilio. Allí va a escribir entre otros Animal de fondo, que supone la depuración máxima de su poesía y su mayor hermetismo. La dificultad en esta poesía va a nacer, no tanto de la forma como del contenido que aparece impregnado de extraño misticismo y sed de eternidad. Usa mecanismos como la repetición y lo que Carlos Bousoño llamó imagen visionaria: aquella que no se basa en la semejanza entre los elementos identificados en la metáfora, sino en una relación libre creada por el poeta y que el lector debe entender no desde la lógica, sino desde la intuición y sensibilidad.

A esta época pertenecen los libros escritos durante el exilio americano, donde destaca la búsqueda de la verdad absoluta, en la que alcanza la máxima depuración y se inclina por el verso libre y la repetición de palabras, ideas y estructuras sintácticas para conseguir el ritmo poético. Se trata de una poesía metafísica, depuradísima, casi filosófico-religiosa. Sus obras más destacadas en esta época son:

  • Dios desedo y deseante (1948-1949), considerado uno de los libros más sinceros del poeta, donde se plasma la nostalgia y el temor a la muerte. Para el poeta, "el deseante dios" no es otro que la Poesía como Belleza suprema, como verdad esencial y eterna. En el poema que citamos a continuación habla de un "mar tercero", que hace referencia a la circunstancia en que el poeta lo escribió, durante un viaje por mar (el tercero importante que hizo el autor) desde Uruguay hasta Estados Unidos:
   Tú me llevas, conciencia plena, deseante dios,
por todo el mundo.
En este mar tercero,
casi oigo tu voz; tu voz del viento
ocupante total del movimiento;
de los colores, de las luces
eternos y marinos.
Tu voz de fuego blanco
en la totalidad del agua, el barco, el cielo,
lineando las rutas con delicia,
grabándome con fúljido mi órbita segura
de cuerpo negro
con el diamante lúcido en su dentro.
  • Espacio (1954), la más relevante, en la que representa su visión panteísta de la naturaleza utilizando una gran cantidad de metáforas, afirmando que la plenitud del hombre equivale a lo vivido. En esta obra llega a plantearse el poema total, metafísico y absoluto.

La evolución poética de Juan Ramón en un poema escrito por él mismo

Se considera este poema como su "Ars poetica". En él habla de una poesía inocente, que es la que aprendemos en la infancia; la etapa modernista, llena de oropeles; y por fin la ansiada poesía pura, que fue la poesía que buscó toda la vida: una manera de hacer basada en el sentimiento poético y en el ritmo interior del verso, más que en la musicalidad externa, las imágenes brillantes o las rimas ingeniosas... He aquí el poema:

   Vino, primero, pura,
vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.
   Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes.
Y la fui odiando, sin saberlo.
   Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
   …Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.
   Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
   Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda…
   ¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
   Juan Ramón Jiménez. "Vino, primero, pura" (1918). Eternidades.

Poemas antológicos de Juan Ramón

Juan Ramón usaba una ortografía peculiar que aparece en sus poemas. Por ejemplo, escribía siempre "je, ji" y nunca "ge, gi" (Él mismo preparó una antología titulada Pájinas escojidas). También escribía "s" y no "x", como se ve en la palabra "éstasis" (por "éxtasis"). Caprichos de poeta de genio.

        Eternidad
   Eternidad, belleza
sola, ¡si yo pudiese,
en tu corazón único, cantarte
igual que tú me cantas en el mío
las tardes claras de alegría en paz!
   ¡Si en tus éstasis últimos,
tú me sintieras dentro
embriagándote toda,
como me embriagas todo tú!
   ¡Si yo fuese, inefable,
como tú en mi instantánea primavera,
olor, frescura, música, revuelo
en la infinita primavera pura
de tu interior totalidad sin fin!
        El viaje definitivo
   Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
   Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
   Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las siestas del baño,
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu de hoy errará, nostáljico...
   Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
        Lo verdadero
   Creímos que todo estaba
roto, perdido, manchado...
—Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando—.
   ¡Lágrimas rojas, calientes,
en los cristales helados!...
—Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando—.
   Se acababa el día negro
revuelto en frío mojado...
—Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando—.

Zenobia Camprubí, esposa y musa de Juan Ramón

Nació el 31 de agosto de 1887 en una ciudad barcelonesa llamada Malgrat de Mar. Zenobia fue una escritora y lingüista española. Tradujo del inglés al poeta bengalí y Nobel de Literatura Rabrindanath Tagore.

Contrajo matrimonio con Juan Ramón en el año 1916. Se complementaban perfectamente el uno con el otro porque el se dedicaba a escribir y ella traducía sus textos lo que les proporcionó un gran éxito.

Ella lo llamaba "Hermano Luna" porque escribía siempre mirando a la luna y porque era un poco lunático.

Tras vivir unos años en Madrid, cuando estalla la Guerra Civil deciden salir de España y tras estar en Estados Unidos y Cuba, toman la decisión de establecerse finalmente en Puerto Rico, donde el poeta, encontró trabajo en la universidad.

Los últimos años de vida estuvieron separados por motivos laborales, ya que Zenobia trabajaba como profesora en diferentes universidades y viajaba de un sitio para otro.

Cuando muere el 28 de octubre de 1956, en San Juan de Puerto Rico, Juan Ramón queda inmerso en una gran depresión, de la cual no se recupera ni siquiera con la concesión del Premio Nobel.

Bibliografía, webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (octubre 2017): María Arévalo e Inés Aliaga. Segunda redacción: Héctor Sau y Javier Aurensanz.
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.